He tratado, he intentado múltiples de veces calmarme, dormir y olvidar todas y cada una de las cosas que llegaron a mis oídos el día de hoy; sin embargo, se me es imposible. Puede ser que solo sean chismes que inventan las personas para tener malos pensamientos hacia alguien, pero hay algo que hace retorcer mi entrañas, siento que lo que me dijo Emily no es tan falso y eso me asusta. Soy de esas personas que se imaginan lo mejor de los demás, olvidando los aspectos negativos que pueden llegar a cometer. Supongo que ese es mi problema, suelo ser demasiado positiva con individuos que no lo ameritan.
Cada vez que observo a Axell me hipnotizo más con su bello y hermoso rostro, a pesar de las malas vibras que irradia su cuerpo, siento que es solo una coraza que utiliza para espantar a las personas y de esta manera no salir herido por alguien. De seguro piensan que es muy cliché y muy usual que alguien se la de duro y frío ante su entorno social, aun así, es la realidad, hoy en día las personas son tan crueles y desalmadas que no les importa agraviar a alguien.
No puedo explicar la alegría que me causa saber que soy de esas pocas personas que pueden escuchar a Axell hablar y no ser aquellas que solo conocen la dura personalidad de este. Por muy escaso y limitado que fuera, él me da más, me permite en cortos momentos ver como es en realidad.
A unas cuantas horas después, el sueño logra vencer el desorden que tengo en mi cerebro y quedo profundamente dormida, pensando en que hacer para apaciguar el mortifico que llevo dentro.
(...)
Al día siguiente, después de hacer cada una de mis necesidades básicas, bajo por las escaleras aun con mi pijama puesto. Mi cabello debe lucir espantoso, siquiera me tomé la molestia de pasar el cepillo para calmar el nido de pájaros con el que desperté, además que lo más seguro es que tenga unas horribles ojeras violáceas gracias al insomnio que me dio al acostarme.
Al llegar a la cocina me encuentro a Anabell comiendo un tazón de cereales. Inclusive, su aspecto tampoco es de maravillas. Las bolsas bajo sus ojos yacen notorias, algo raro, siempre se encarga de maquillarse para lucir presentable y fresca desde un inicio de la jornada.
—hey, buenos días —saludo con somnolencia y frunzo el ceño al no obtener respuesta alguna. Su mirada permanece perdida en las formas circulares y coloridas del cereal. Parece ausente a lo que está haciendo, cuando toma el utensilio, juguetea con el mientras se hunde en su raciocinio.
Sirvo en un tazón los cereales con abundante leche y me siento en la mesa, delante de mi abatida amiga.
— ¿estás bien? —cuestiono cuidadosamente, a la espera de una respuesta negativa.
Sacudo mi mano enfrente de su rostro, logrando que Anabell parpadee un par de veces y me observe. No sé si son cosas mías, pero, desde aquella noche en la que se encontraba tan alarmada y aterrorizada por razones que todavía desconozco, no ha vuelto a ser la misma. Se convirtió en alguien concienzudo, siempre al tanto de lo que hace.
—lo siento. Juntarme contigo también me hace despegar hacia otro mundo —responde con desasosiego. Una sonrisa tensa aparece en sus labios, haciendo que yo la mire con cara de 'en serio'.
—Ni creas que me voy a creer esa sonrisa —mascullo con recelo, no quiero que me siga ocultando cosas. Callarse sus miedos no va provocar que mejore, sucede todo lo contrario. Anabell baja la mirada y continúa comiendo sin responderme. Resoplo y engullo el desayuno.
A los minutos, dejar reposar la cucharilla sobre el cuenco y me observa con un gesto tembloroso. Yo sonrío en un intento de apaciguar sus emociones.
—Estoy confundida —admite tensa. Por eso no la había forzado a decirme algo, sabía que dentro de poco me lo contaría por su cuenta.
—es algo simple de visualizar. No quiero presionarte —respondo, centrando toda mi atención hacia ella, la persona que me necesita. Abandono la cuchara en el plato y cruzo mis manos sobre la mesa. La percibo y achico un poco mis ojos —desde aquella fiesta estás actuando extraño, a veces pienso que estás enojada conmigo.
Aleja el plato a un lado, apoya sus codos en la mesa y en un gesto lleno de agotamiento, cubre su cara con la palma de sus manos. Parece frustrada.
— ¡dios! Es que ni yo misma me entiendo.
—tal vez si me cuentas que te sucede podría ayudarte —al decir esto, inmediatamente pienso en Axell. Maldigo mentalmente, no es hora de pensar en él, no cuando Anabell me requiere.
—sé que podrías ayudarme, pero no sé que como comenzar.
—Bueno, empieza desde la fiesta —asesoro. Anabell al escucharme, se tensa y un pequeño temblor sacude su cuerpo, más parecido a un espasmo. Tengo el presentimiento que hay algo que no me está confesando.
—Cla-claro —tartajea, haciendo de mi sospecha algo más evidente.
No es hora de hacer un interrogatorio Elena.
—ya que no sabes específicamente que decirme, te ayudaré un poco —opino. Anabell asiente de acuerdo y prosigo —: ¿Qué sentiste cuando te besaste con Adam?
Es tan raro hacer de psicóloga con mi mejor amiga, sobre todo cuando el tema principal es Adam, mi hermano. De una u otra manera me hace llegar a sentir incómoda, como si estuviera contra la espada y la pared. No sé a quién defender o apoyar más cuando ambos son mi familia, las personas que más amo y que se enfadarán si no estoy de su lado.