Hace poco la única pregunta que rondaba por mi mente era ¿por qué Adam y Anabell terminaron? Es muy gracioso el hecho de que me daba mala vida por saberlo aun cuando no era mí asunto. Hace un mes, me cabreaba tener una vida tan monótona y aburrida, en donde cada uno de mis días eran grises y apagados. Ahora quisiera volver a tenerlos así y no como son ahora. Después de mudarme cada amanecer ha sido inesperado, ansiosa de saber que pasará durante la jornada y que nuevo problema será incluido a mi vida.
Me siento en una nube, en otro planeta, un mundo totalmente diferente al que vivía ayer. Todo es colorido y alegre, fantástico y alucinante. Se me está haciendo posible la idea de permanecer todo el tiempo que quiera aquí. No me reusaría.
No obstante, todo es tan perfecto que me parece irreal, sé que es una mentira y que la realidad es todo lo contrario a esto. Es así como todo lo que ha sucedido en estas semanas llegan en un flash a mi cerebro. Estoy fuera de sí, quiero saber en dónde estoy, deseo moverme y observar mi entorno, mi lengua pica al tener que retener miles de preguntas que quieren ser atendidas.
Poco a poco voy despegando del cuento de hadas en que creía posible estar. Después de tanto esfuerzo, logro mover mi cuello hacia un lado. Maldigo mentalmente al sentir un dolor tan agudo que es capaz de aterrorizarme. Al soltar aquel pequeño gemido adolorido, escucho unas cuantas voces a lo lejos, lo que hace preguntarme nuevamente en donde estoy.
Diversos olores llegan a mi nariz y la arrugo al no poder aguantar tantas esencias.
—Me sabe a mierda si me dices que no puedo entrar. —La voz cabreada de Axell llega a mis oídos. Intento abrir mis párpados de nuevo, no lo logro.
—Axell —dice una fémina. Mi corazón se oprime al escuchar aquella voz, ¿qué hace una mujer con él? —ella está muy delicada, notará tu presencia y eso la alterará —le explica con cansancio. Quiero que lo deje entrar, quiero verlo. No debería estar con otra persona que no sea conmigo.
—Rachele. No estoy en todos mis sentidos para que me jodas más —espeta frívolo. El sonido de una puerta abriéndose me pone en alerta, oigo todo con más claridad e intensidad, anhelo taparme los oídos. No lo soporto.
—Axell. —Lo que parece ser la madre de Axell, entra detrás de su hijo —está débil. —Suspira —tienes que dejarla descansar. Aprovecha el tiempo en el que está inconsciente y habla con Sarah.
Aquel nombre me perturba más de lo que estoy. Mi corazón comienza a bombear con fuerza causando que cada latido se torne lacerante.
— ¿Ves? puede oírnos —reprende ella.
—Elena —dice, llamándome para intentar centrar su mirada en él, aun así, mis párpados no quieren ceder y devolverme la capacidad de observar.
Escenas de ayer aparecen con la única intención de torturarme.
Axell, lo vi, divisé como su cuerpo dejaba de asemejarse a un humano para darle paso a un gigantesco animal. La forma en que peleaba y mordía a Christian logra espantarme. Inmediatamente aparece Chris mordiéndome, lastimándome y causándome uno de los dolores más catastróficos de mi vida. Una lágrima resbala por mi mejilla sin mi consentimiento. Joder, ni siquiera he abierto mis ojos para estar lloriqueando.
Supongo que todo esto fue planeado, fui tan tonta en creer que Sarah solo quería algo de ayuda, tan ingenua para aceptar eso cuando supe que todo se estaba tornando muy tenso. Pero ¿Cómo iba a saberlo? ¿Cómo iba a pensar que quería dañarme? actualmente me estuviera formulando esas ideas como imposibles pero haberla visto observándome con una sonrisa cómplice confirma todo.
— ¿por qué está llorando? —De nuevo su voz se hace llegar, esta vez, con preocupación en su tono.
—Está recordando todo —responde a su pregunta —como no me vas a hacer caso, estaré afuera, cuando despierte me avisas para chequear que todo ande bien. —Percibo sus pasos resonar en lo que al parecer es una habitación, para después abrir la puerta y cerrarla al salir.
A los minutos siento mis párpados más livianos, por lo que intento de nuevo abrirlos, esta vez obtengo lo que quiero. Pestañeo un par de veces para adaptarme a la luz y la intensidad de los colores. Coloco la mano derecha en mi cuello, justamente en donde siento las punzadas de dolor. Observo a mí alrededor y me topo con unas paredes blanquecinas, con el piso y el techo de madera oscura. Hay un closet, una peinadora, mesitas de noche y un gran espejo delante de mí. Por último, atisbo a Axell apoyado de la pared al lado de la puerta de entrada.
Su cuerpo está tenso y agitado. Puedo visualizar pavor en sus ojos, sus manos tiemblan y las venas de sus brazos se encuentran sobresalientes. ¿Qué le sucede?
—Elena yo...
—Acércate —instruyo. Quiero saber si todo lo que pienso es verídico, quiero afirmar que mi mente no me está dando una mala jugada en todo este asunto. Tengo miedo, claro que tengo pero simplemente no puedo salir corriendo y llorando como una niñata, haciendo eso no solucionaré nada.
—No creo que sea buena idea —dice entre dientes. Desvía la mirada para ver el oscuro suelo.