Lo prometido es deuda, por ende, después de finalizar mi conversación con Axell, regresar a la universidad y que terminaran las clases por el día de ayer, Ema y Emily me encontraron escondiéndome en el baño. Eso no quiso decir que no me quisiera ingresar en el gimnasio, solo que en ese momento estaba muy agotada para hacerlo. Aun así, tuve que hacerlo por ellas. No dudé en carcajearme cuando estábamos haciendo ejercicio y las muy emocionadas estaban quejándose y lloriqueando. Lo peor del caso, es que me echaron la culpa de su dolor porque según ellas, yo propuse la idea de ir al gimnasio. Son de lo peor.
Ayer no volví a ver a Axell, lo último que supe de él es que iba a estar en una reunión con la manada en el centro del bosque, esto me lo avisó por teléfono celular. Por lo que sé, el tema a tratar seria sobre la desaparición de las mujeres. Me comentó que tiene que estar con la frente en alto ante la situación, es más que injusto que sus movimientos se vuelvan lentos a la hora de encontrarlas. Sus mates están más que preocupados y molestos, lo que Axell menos quiere es un montón de personas quejándose de su lentitud ante el tema.
Mis músculos se sientes adoloridos ante el intenso ejercicio del día anterior, en cada movimiento mi rostro se convierte en una mueca la cual trata de evitar soltar todas las maldiciones que quieren pasar de mis cuerdas vocales.
Volviendo al presente, saco el atuendo de hoy de mi closet y con pesadez me dirijo al cuarto de baño. Un suspiro sale de mis labios al recordar la conversación que tuve ayer con Axell, todo lo que me contó ha caído como un peso en mis hombros y no me molesta, no lo interpretaría de esa forma. Simplemente, me angustia no poder hacer nada para calmar su malestar. Sé que el dolor no tiene cura, literalmente aprendemos a vivir con ella, lo más triste es que nadie puede ser una excepción de ello.
Después de una ducha de unos cinco minutos aproximadamente, me doy una bofetada mental al olvidar la toalla sobre el colchón de mi cama, sin embargo no me preocupo ya que el baño está en mi habitación. Agradezco que Adam haya entendido que es importante un baño en cada alcoba. Me agacho para recoger la ropa sucia en la cerámica del piso y procedo a colocarlo dentro de la cesta de ropa sucia.
Sin tomarle mucha importancia, salgo del baño como dios me trajo al mundo y abro los ojos al encontrarme a Axell sentando sobre la cama. Sus ojos inmediatamente cambian de un azulado a tenerlos de un exótico ámbar. Un jadeo es reprimido por su garganta y no me pasa desapercibido la forma en la que hace puños el cubrecama que tiene debajo de él.
Un grito sale de mi garganta a la vez que intento en vano cubrirme mis partes ante su lujuriosa mirada.
— ¡Axell! —exclamo con vergüenza. Sin esperar a que responda, me doy media vuelta para colocar mi mano derecha en la manilla de la puerta del baño y entrar.
En un parpadear las manos ásperas de Axell son colocadas alrededor de mi cintura, atrayéndome hacia él. Mi corazón se acelera con rapidez y mis vellos comienzan a erizarse de manera automática. Miles de pensamientos impuros van asechando mi mente, sacudo la cabeza para tratar de esfumarlos pero se me hace imposible.
— ¿Qué haces aquí? —digo en un susurro, soy vagamente consciente de que mi húmedo cuerpo está mojando su atuendo. Intento alejarme pero él lo evita.
— ¿no es obvio? Vine a verte... Me fascina la forma en la que me recibes —murmura lo último en el lóbulo de mi oreja.
No vayas a caer en la tentación Elena.
—Axell. Quiero vestirme —comento con incomodidad.
No me avergüenzo de mi cuerpo ni mucho menos estar desnuda ante sus ojos, de todos modos ya lo he estado antes y en una situación mucho más intensa. Lo único que me avergüenza, es en la manera tan sucia en la que mi mente analiza esta situación. Me doy pena.
— ¿Por qué? a mí me gusta como estas —farfulla como gesto provocador.
Se lo que intenta, desea que me derrita con sus encantos y estemos en este cuarto haciendo cosas pecaminosas, ocasionando que falte a la universidad por ello. Lo peor del caso es que casi está logrando su objetivo.
— ¡Elena! ¿Ya estas lista? —La voz de Adam se escucha por toda la habitación. Mi respuesta es una risa. Axell gruñe y permite alejarme de él.
—en unos cuantos minutos más lo estoy. —Soy vagamente consiente de que Axell se acerca a la ventana para salir por ahí — ¿qué intentas?
— ¿No quieres que te deje vestirte? o ¿privacidad? te la voy a dar —dice antes de saltar por dichosa ventana.
Sé que no le sucedió nada, después de todo es un hombre lobo. Ruedo los ojos por su inmadurez del momento, aunque me da gracia ver su rostro refunfuñado al haberle negado algo que el anhela. Simplemente, él no puede esperar que cada vez que él quiere tomarme yo me deje con tranquilidad. Hay momentos que no son los adecuados y este es uno de ellos.
Sin más preámbulos me enfundo en unos ajustados jean, una simple camisa color blanco y mis converse del mismo tono. Al no tener mucho tiempo, ato mi cabello en una coleta alta. Ya lista, unto el maquillaje usual en mi rostro y prosigo a salir de mi habitación. Bajo las escaleras hasta dar con la cocina y me encuentro a Anabell y Adam comiendo lo rutinario por las mañanas; cereales, en este caso en particular es de chocolates.