Es mi posesivo #1

23. Misterios por resolver

Se me hace imposible dejar de observar a Christian, divisar cada rasgo de su rostro para lograr entender que esto es real, que no es un sueño. Inmediatamente mis pensamientos van dirigidos hacia Axell, él no está en este preciso momento pero volverá y se con exactitud que si encuentra a Christian aquí, lo matará. No sé si en realidad Axell lo conoce, en ocasiones pienso que todo va más allá del simple hecho de que Chris me haya mordido.

Mi alrededor se ha esfumado, los llamados de Anabell en el lóbulo de mi oreja no logran hacerme aterrizar de los millones de pensamientos que logran atemorizarme, siquiera la presión que tiene sobre mi antebrazo me hace despertar de mi ensoñación. ¿Qué haré ahora? ¿Cómo reaccionará Axell al verlo? ¿Qué quiere Christian? O por lo menos ¿a qué se debe su llegada? él no pinta en el recuadro, no tiene nada que hacer aquí.

Mi temor va en ascenso, cada vello de mi piel se eleva por los desagradables escalofríos que me recorren. 'Dile a Axell, que se cuide de Christian'. Recuerdo cuando Jacob me comentó aquello, en ese entonces lo tomé como una manera suya de espantarme. Pensé que solo lo decía con esa intención pero al verlo aquí me hace pensar lo contrario. El si lo dijo por algo.

Atisbo a Christian sentarse a unos cuantos puestos lejos de mí, sin embargo, todavía está muy cerca. Él es impredecible, jamás llegué a pensar aquel día que era capaz de hacerme daño y miren... no debí deducir muy rápido.

El nudo en mi garganta se va formando hasta sentir que al hablar las lágrimas se derramarán de mis párpados. Sin importar mi exterior, salgo del salón escuchando a mis espaldas como el profesor Grayson me llama en voz alta. Al caminar en el pasillo me siento cada vez más mareada, tal vez es la angustia o quizás son todos aquellos pensamientos fatalistas que amenazan con desmoronarme.

Llego al baño y me encierro en unos de los cubículos en un intento de calmar y apaciguar mi desesperado palpitar. Capaz estoy sufriendo por primera vez un ataque de nervios, todas las cosas van llegando de tiro a mi mente. Sarah, Elliot, Aisha, Christian y todas aquellas personas que me han defraudado hasta lastimarme cruzan por mi cerebro.

Anhelo tener a Axell a mi lado aunque sé que es imposible, él está ocupado con sus asuntos y yo estoy con los míos. Sería muy desconsiderado de mi parte interrumpir en algo más importante de lo que lo que me está sucediendo. Sé que si llamo a Axell y le pido que venga, vendrá. No obstante, no puedo pensar en qué pasará cuando él vea a Christian en su manada, se la cantidad de ganas que tiene para herirlo gravemente y si lo ve, sus impulsos lo dominarán.

Salgo del cubículo ya más calmada y me propongo a arreglar mi aspecto, viéndome en los espejos de los lavamanos. Mi cabello está hecho un desastre, la coleta que tenía ha descendido y cada hebra se ha levantado gracias a mi muy querido amigo el frizz, la máscara para pestañas ha logrado que mis ojeras se pronuncien más de lo normal, dejándome lucir demacrada. Con la yema de mis dedos intento quitármelo, pero solo lo empeoro; es en vano mi esfuerzo. Decido dejarlo así como está, ya parezco una bruja y se quedará de ese modo hasta que regrese a casa.

La humedad del baño junto con la fría ventisca que se adentra a través del pequeño ventanal de este, eleva cada uno de mis vellos y causa que me estremezca. Paso las palmas de mis manos por los brazos y me encamino hasta la puerta para salir de aquí. Me imagino que Christian está en clase, no tengo por qué preocuparme. Más tarde tendré tiempo para encogerme del pavor y huir de ser vista por él.

Al salir, la persona que menos me esperaba es con la que me encuentro. Christian está apoyado sobre la pared blanquecina la cual se encuentra frente al servicio. Ya no soy yo la consiente de mi respiración, ésta se ha vuelto irregular y el miedo que sentía al verlo por primera vez, apareció de nuevo.

— ¿ni un hola? —interroga llegando a ser un poco jocoso.

Decido retomar mi valentía que dejé abandonada en un pozo sin fondo y enfrentarlo con la cara en alto. Después de todo estamos en la universidad ¿no? no creo que me llegue a lastimar aquí. Sin embargo, los pasillos están desiertos, no hay ni un alma deambulando por estos lados.

Achico los ojos y uno mis manos en mi vientre en un gesto de desasosiego.

— ¿qué haces aquí? —pregunto con una tonalidad baja y débil.

Me exaspera saber que no puedo ausentar la cobardía que padezco cuando Christian se acerca ¿y cómo no hacerlo? de un tiempo a otro lo llegué a querer y en unos pocos segundos todo aquel cariño se derrumbó.

— ¿no te agrada mi visita? —cuestiona con el mismo tono de voz, no puedo pasar inadvertido la malicia que hay en sus ojos grisáceos.

Con cautela doy unos cuantos hacia atrás hasta sentir la helada pared tocar mi espalda.

— ¿qué quieres? —pregunto con desazón, puedo tener miles de sensaciones furiosas por Christian, aun así, me entristece descifrar la persona que se ha convertido. Alguien perverso y cruel. Siquiera lo reconozco.




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