Es mi posesivo #1

24. Pervertida

Me encuentro semidormida, en un desnivel muy claro de caer en la inconsciencia. Quiero dormir, caer en un sueño profundo sin interrupciones pero no puedo, tampoco puedo abrir los ojos y encontrarme la razón del por qué me siento tan cómoda, tan cálida. Siento como unos fuertes brazos me aprisionan y me pegan al pecho de la persona que tengo detrás. Estoy muy segura de que se trata de Axell, aun así, mi cuerpo no reacciona, estoy tan agotada que mis músculos no responden. El agradable calor que hay en mi espalda al estar pegada a él me relaja, me provoca acurrucarme más hacia sí.

Caricias son trazadas en la piel de mis brazos, causando que cada vello de mi cuerpo se erice. Ahora si estoy cien por ciento segura de que es Axell, él es el único que hace que mi cuerpo responda de esa manera ante sus carantoñas. Mis dedos pican con tocarlo y acariciarlo de la misma manera que él lo hace conmigo. Anhelo embriagarme y perderme con sus labios, con sus besos exóticos y demás. Todo esto lo lograría si me despierto.

No sé qué haría si algo le pasara, me he apegado tanto a Axell que tan solo pensarlo me dan nauseas. Jamás permitiré que Christian se atreva a lastimarlo. Estos pensamientos causan que la imagen de Chris llegue a mi mente aterrándome, recuerdos de nuestro noviazgo se reproducen una y otra vez y como toque final a todo este martirio, él aparece lastimándome, hiriendo a Axell y amenazándonos.

Mi ritmo cardíaco aumenta, golpeando mi pecho llegando a causar dolor. Mis párpados al fin responden y se abren como platos de manera asustadiza. Me he dado cuenta que aterrada es poco para la cantidad de sensaciones pesimistas que se aglomeran en mi pecho. El oxígeno no llega como corresponde a mis pulmones y jadeando, me alejo del agarre de Axell tomándolo desprevenido. Me levanto de la cama para dirigirme al baño de mi habitación. Las arcadas se hacen presente, pero no boto nada.

Me quedo agachada frente al inodoro, intentando tomar el aire que me falta. Inhalo y exhalo con lentitud varias veces hasta calmarme y recuperar la cordura.

— ¿Elena? ¿Estás bien? Abre la puerta —cuestiona con evidente preocupación y dureza al unísono.

No le simpatizó que cerrara con el pestillo. No obstante, no iba a dejar que me viera vomitar mientras volvía mi cara un desastre, menos mal que no pasó nada.

—un momento —le indico y me levanto hasta quedar frente al lavamanos y cepillarme los dientes, posteriormente me hago una trenza en el cabello y salgo del baño.

Axell está sentado sobre la cama con la cara oculta entre sus manos, cabe decir que sus codos los tiene apoyados en sus piernas. Al escucharme salir, se alza y se acerca hacia mí a paso decidido. Sus manos ahuecan mis mejillas y me examina con su oscura mirada.

—Estás bien —susurra para sí con un suspiro cansino al final. — ¿Qué sucedió ayer? —interroga con el ceño fruncido. Yo en respuesta, cierro los ojos y reprimo las lágrimas que quieren salir al sentir tanta presión en mi pecho. Sé que tengo que decirle que Christian volvió, si no le digo, no estaría alerta a cada momento y así, lo tomarían con la guardia baja.

>>Elena —dice con más preocupación que antes. Su pulgar se desliza por mi mejilla y a duras penas, me hace abrir mis párpados. — Amor... ¿Qué sucedió?

Mi corazón se entumece de igual manera que mi cuerpo. ¿Estoy loca o me llamó amor?... Axell, él, aquel hombre lobo que tiene un semblante frío y hostil, al que le llaman monstruo y le temen por las cosas malas que hizo, me acaba de llamar de la manera más dulce posible. No es tan solo el decirme amor, si no en el tono en el que lo pronunció.

Sus ojos están de color ámbar, sé que en estos momentos es la mayor parte de su lobo el que lo domina pero no me importa. Estoy tan feliz de haberlo escuchado que el personaje llamado Christian se fugó de mi cerebro. Una pequeña lágrima traicionera abandona mi párpado derecho y a esta le sigue otra constantemente. No soy yo la que controla esto, es algo totalmente involuntario. No me gusta que Axell me vea de esta forma tan... débil, aun así, no puedo evitarlo.

—Él volvió —anuncio en un susurro débil, en un hilo de voz. Las saladas gotas de las lágrimas, entran por mis labios haciéndome fruncirlos —ellos volvieron —corrijo. Las manos de Axell se tensan en mis mejillas, ejerciendo fuerza. Al parecer se da cuenta y sus manos son trasladadas a mi cintura con presión, acercándome lo más posible a él —vi a Christian y a Elliot ayer.

Los ojos de Axell se vuelven totalmente negros y sé quién es el que lo está dominando en estos momentos, la parte que su madre dejó en él por desgracia. Tenía tiempo sin verlo tan furioso, siquiera puede hablar de lo apretada que tiene la quijada. Como hace semanas, las paredes de mi cuarto se empiezan a agrietar dejando una ranura en ellas y el cuadro que tengo guindado cae al suelo rompiéndose en miles de pedazos.

Axell se aleja de mí y se acerca a la ventana con ira. Lo diviso de espaldas y puedo llegar a sentir la tensión y poder que emana de su cuerpo. Pasa las manos por su cabello y tira del con frustración. Está perdiendo el juicio y yo no estoy haciendo algo para evitarlo.




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