Es mi posesivo #1

30. ¡Él no!

La guerra ha comenzado y lastimosamente nadie puede detenerla.

Todos y cada uno de los que están aquí luchan con furor en un intento de proteger sus vidas para salir adelante. Los gritos de dolor no pasan desapercibidos, además, los gruñidos guturales solo hacen que la tierra tiemble bajo nuestros pies. Todo se ha convertido en un torbellino de golpes y rasguños. Yo hago el intento de protegerme e intentar ayudar a otras personas que tienen menos días practicando.

Axell está peleando a sangre fría con Thomas, su propio padre. Los gruñidos de su lobo logran hacerme temblar y mirarlo de reojo para ver si se encuentra bien. Axell da a entender en aquella batalla lo mucho que lo odia, que lo aborrece por todas las cosas inhumanas que hizo como padre. Yo tampoco puedo creerlo, pareciera que Thomas no le importase hablar de su propia hija con burla, como si nada hubiese pasado.

En mi lugar, atesto un golpe en el pómulo de unos de los hombres que salieron del bosque a favor de Aisha y el padre de Axell. Este gruñe y se convierte en mi campo de visión en lobo. Es ahora en donde algo de pánico me toma desprevenida, me cuesta luchar con un hombre, imagínense con un lobo que me doblega con facilidad. Este se abalanza sobre mí, tumbándome y mordiéndome el hombro con firmeza.

Grito con fuerza y le alcanzo dar una patada en su estómago, eso logra alejarlo de mí lo suficiente para darme tiempo de levantarme. Diviso como muestra toda y cada uno de sus afilados dientes, sus ojos me miran con odio y cautela, analizando cada uno de mis movimientos. Al intentar abalanzarse sobre mí, Rebecca logra derribarlo con un palo de madera que tiene en sus manos. Ella no se detiene con ello, lo ataca una y otra vez con el material que sujeta, no titubea, logra hacerlo sangrar hasta quedar inerte en el suelo.

Abro mis ojos de par en par y veo como mis manos empiezan a temblar por los nervios y el pavor del momento. Rebecca me observa y me tiende el pedazo de madera, está agitada y por primera vez no la veo sonriente o quisquillosa.

—tómalo como una muestra de paz —dice y sin esperar a que conteste, se da media vuelta y se encarga de luchar con el enemigo.

"Coloquen la música". Si quieren, pueden volverla a repetir.

Poco a poco, van quedando menos personas por parte de Aisha y Thomas, aquellos hombres que salieron del bosque han sido eliminados, aun así, ellos se han llevado diversas vidas consigo. Literalmente, todo ha finalizado, observo a Axell jadeante mientras él toma a Aisha y a Thomas quienes por lo que veo, se encuentran inconscientes. Chase, quien tiene furia todavía en su cuerpo, toma con brusquedad a Elliot y a Sarah. Los dos últimos están despiertos pero las heridas amenazan con derrumbarlos, siquiera pueden caminar con facilidad.

Con lágrimas retenidas en mis párpados, giro sobre mi propio eje y me encargo de buscar a Adam y a Anabell. Un sollozo se me escapa cuando ubico el cuerpo de mi hermano desfallecido sobre la grama, Anabell está sobre él llorando desconsoladamente, su lamento se escucha desde aquí con intensidad. Me apresuro a llegar a su lado mientras mi corazón late a todo dar, mis manos no pueden dejar de temblar y mis piernas me advierten que en cualquier momento van a ceder.

— ¿Qué le sucede? —Es lo primero que puedo pronunciar al agazaparme a su lado. Ella no me observa, sigue llorando y alarmándome cada vez más — ¿Qué le sucede? —cuestiono con un tono de voz más alto.

—Elena, yo...

— ¡dime! —exclamo derramándome en llanto. No puedo ver el pecho de mi hermano subir y bajar, coloco los dedos bajo sus fosas nasales y nada, no hay muestra de su respiración. Acuno su rostro con mis manos y encuentro sus mejillas frías —no —susurro para mí —no. —Vuelvo a repetir con incredulidad. Un sollozo me toma con todo el dolor que puedo llegar a sentir. Mi mundo se está derrumbando y el dolor en mi pecho solo logra romperme en miles de fragmentos.

Pensé que él iba a estar bien, él, de igual manera estaba practicando. Se esforzaba en aprender a luchar, en casa lo veía viendo videos de técnicas necesarias para quedar excelente ante una pelea.

—Elena, recuerda que él es humano. No tiene la misma fuerza que puedes llegar a tener —comenta en medio de sollozos. No obstante, no respondo, solo me desahogo sobre su pecho. Me aferro a él como si mi vida dependiera de eso.

El no, él está bien. Él va a salir adelante a pesar de todo. Por primera vez tengo que ser optimista, esto no puede ser real. Es un vil escenario que ha creado mi mente para verme sufrir. Sin embargo, hay un porcentaje de mis pensamientos que solo se encargan de colocar escenas fatalistas en mi visión.

Mis muros se están derrumbando uno tras otro, mis ojos arden al ver a mi hermano en esta situación. Ahora no me importa que me haya mentido, de seguro tenía sus razones para hacerlo, seguro solo no quería que me molestara con él al haberme ocultado eso por dieciocho años. Todo eso no importa.

— ¡NO! —escucho el grito ensordecedor por parte de Erika. La veo acercarse aquí con toda la velocidad que posee. Ella ya tiene lágrimas en sus ojos. De igual manera que yo hice hace unos segundos, toca el pulso de Adam y solloza al no sentir nada —Adam —se lamenta mientras que las lágrimas se vuelven cada vez más y más abundantes.




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