Es mi posesivo #1

34. Ajuste de errores

Penúltimo capítulo :'(

La angustia que tengo es inquietante, es una sensación tan desgarradora que logra alterar cada uno de mis nervios y que, el pesimismo se abra paso en mi mente. Me dije, me obligué a no llorar, a mantenerme de frente y no ponerme cabizbaja, pero ¿Cómo no hacerlo cuando es de Adam quien hablamos? Es mi hermano, el niño lleno de ternura que está conmigo desde mi primer parpadear, quien me ha apoyado y acompañado en mis más grandes travesuras. Me estoy debatiendo si venir hacia acá, fue un error. Muchas cosas buenas me han sucedido, aun así, las malas sobran y bastan.

Mis respiración es inestable, mi pecho sube y baja con rapidez gracias a ello. Mis manos se han vuelto temblorosas sobre mi regazo y mis ojos, están a segundos de derramar lágrimas. Llegué a pensar que ya había experimentado el temor más grande de mi vida, me equivoqué, el miedo más colosal es el que estoy sintiendo justo ahora. En donde la vida de mi hermano está en juego.

Atisbo a Axell y el me devuelve la mirada de reojo para continuar conduciendo. Decidimos que venir en un vehículo sería más veloz que encaminarnos hacia la casa de Rachele, así que aquí estamos, sobre la angosta calle de asfalto a punto de detenernos para llegar hacia nuestro destino a pie, es algo lógico, no podemos andar en auto por el bosque.

— ¿estás seguro que solo te dijo eso? —cuestiono, refiriéndome a la llamada que tuvo con su madre.

Vuelve a observarme y se tensa, lo que me hace fruncir el ceño —sí. Solo me comentó que es urgente que fuéramos con ella, algo había sucedido con Adam.

—espero que este bien —musito. Axell no me responde, siquiera me observa, solo sigue con su camino hasta detenernos al lado del bosque. Se baja y yo repito la acción de manera apresurada.

—Será mejor que nos demos prisa —comenta.

Unos veinte minutos después, ya estamos llegando a casa de Rachele. Al parecer ella ya sabía que veníamos cerca, puesto que nos está esperando en el porche de su casa. El aura del ambiente está totalmente tenso, no hay brisa ni el cantar de los pájaros que usualmente se escucha, solo hay un silencio sepulcral que logra erizar cada uno de mis vellos.

—Gracias a dios que llegaron —nos recibe, realiza un ademán para que la sigamos y así hacemos. Entramos a su hermoso hogar y subimos a la segunda planta sin titubar. Puedo notar que hasta Axell se encuentra algo nervioso por la situación. Mis zancadas son grandes y firmes, pero cuando quiero apresurar más mi caminar Rachele me detiene.

—Sé que es algo estúpido de decir, pero, tenemos que mantener la calma —dice con cautela, de seguro se espera que le exclame que es mi hermano y por ello tengo el absoluto derecho de querer verlo. Asiento con una sonrisa ladeada y diviso a Axell detrás de ella, se encuentra mirando el suelo de madera, como si algo le inquietara.

Inhalo y exhalo un par de veces antes de pasar por el marco de la puerta. La sonrisa que se instala en mis labios es evidente, todas aquellas emociones oscuras que me estaban atormentando, logran ser opacadas. Siento como la efusividad va subiendo de volumen en cada segundo, a la vez que mis manos empiezan a temblar por la cantidad de sentimientos positivos que reúno.

No pierdo el tiempo y me abalanzo sobre Adam, el me atrapa de manera descolocada y tose un poco al hacerlo, sin embargo logra devolverme el abrazo y apretujarme con firmeza sobre su pecho. Mis lágrimas se deslizan sobre mis mejillas enrojecidas y caen una tras otra sobre su hombro, llenando su playera de aquellas gotas que dejan a ver lo preocupada que estaba y lo feliz que estoy.

—Elly —dice con la voz rasposa y ronca. Ahogo un sollozo mordiendo mis labios. Lo extrañé tanto, la preocupación que tenía me hacía envejecer, sentía que el oxígeno no llegaba bien a mis pulmones y que cada día de mi vida era un completo martirio. Llegué a pensar que la mayor razón de esas sensaciones es porque recordaba haber matado a mi madre, ahora, cuando tengo a Adam a mi lado sé que él era la razón verdadera, es porque mi preocupación por él ponía un gran peso sobre mis hombros.

Estoy aliviada, me siento feliz.

—Adam —musito sobre su oreja izquierda. Me separo de él y acuno su rostro para detallar su estado. Las ojeras violáceas está totalmente visibles, luce demacrado y demasiado delgado puesto que lleva días sin ingerir algo de alimento. Las lágrimas que brotan de sus ojos me hacen llorar aún más. Aprieto sus mejillas y las jalo como tan acostumbrada estaba de hacerle.

—Te extrañé tanto —le digo con toda la sinceridad que puedo tener.

—yo también.

(...)

— ¿solo era por eso? —cuestiono, observando de manera fija a Rachele. Al parecer mi mirada le incomoda ya que corre su vista hacia otro ángulo.

—sí, hoy tuve que incrementar la dosis del ADN, me preocupaba que estuviera en un coma por tanto tiempo. Así que lo hice, le transferí un poco más para ver que tal resultaba todo —contesta con algo de vergüenza. Se siente culpable —convulsionó y al dejar de hacerlo no podía dejar de temblar. Estaba que moría, luego, de un momento a otro se detuvo y abrió sus párpados con lentitud.




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