Es mi posesivo #1

35. Magnifico método

Final 1/2

Mañana es mi cumpleaños número diecinueve y Anabell, Adam y los chicos de la universidad quieren hacerme algo grande, sin embargo no quiero algo colosal. Simplemente deseo pasarla en mi casa con las personas que verdaderamente me importan y que de una u otra manera me han apoyado y lo hacen continuamente. Es estúpido gastar una grande cantidad de dinero en una fiesta cuando estamos intentando ahorrar lo más posible antes de que los tres consigamos un empleo fijo. Yo ya tengo el mío en aquel local de helados y cada vez que salgo de los estudios tengo que ejercer el horario de dos de la tarde a siete de la noche. Es agotador, sobre todo cuando las evaluaciones de la universidad me están matando. Aun así, no me niego a picar una torta de chocolate en mi casa con compañía.

— ¿Por qué no quieres tener hijos? —cuestiona Axell por lo bajo, todavía se encuentra con el ceño fruncido y con un toque de cólera en su rostro. Me acomodo sobre su cómoda cama y quedo recostada sobre mi costado derecho, permitiéndome observarlo de lleno.

—Axell, tener hijos no es como tener una mascota que puedes regalar o dar en adopción con facilidad. Un hijo es algo para siempre y depende totalmente de los padres, no es que nunca quiera tener uno, solo que ahora no, no me considero lo suficiente madura y paciente para tenerlo. Quiero terminar mis estudios, apenas tengo dieciocho años —le explico con suavidad, sin intensiones de hacerlo enojar más.

— ¿en un futuro? —pregunta con una sonrisa ladeada. Suelto un suspiro cansino y meneo mí cabeza.

—Si eres intenso —admito. Él sonríe y su hermoso gesto crece aún más al ver mi sonrisa —pero puedo pensarlo.

—Mañana mi pequeña cumplirá diecinueve años—comenta, dejando el tema de bebés aun lado, algo que agradezco, simplemente es un asunto que me inquieta — ¿Por qué no me lo habías dicho?

—no es importante, no quiero hacer una fiesta o algo por el estilo, solo quiero pasarla con ustedes —contesto. El asiente en compresión con mi modo de pensar sin inmutarse en replicar.

—Siempre he tenido una duda en mi mente —expresa a los segundos y se deja acostar de espaldas sobre el colchón, su mirada se detiene en el techo de madera y al parecer comienza a detallarlo.

—eso es nuevo, Axell siendo curioso, me estas robando el puesto —bromeo. Axell no responde, solo se limita a mirarme de soslayo y rodar sus ojos con neutralidad—pero bien ¿Qué quieres saber?

— ¿tu, Adam y Anabell son hermanos?

—Si —respondo, comprendiendo por donde va todo.

—entonces ¿Anabell se acostó con su hermanastro? —indaga con curioseo. Libero una pequeña carcajada y término riendo quisquillosamente al ver lo descolocado que se encuentra.

—si la carne de primo se come ¿Por qué la de hermanastro no? —Axell se sienta en forma de indio y me divisa con el ceño fruncido por lo dicho. Yo vuelvo a estallar en otra risotada, esta vez, si fue lo realmente fuerte para que se hiciera escuchar con firmeza.

— ¡Elena! —exclama.

—Es broma —digo, riéndome. Luego de calmarme y hacerle entender que nunca me he acostado con un primo, le explico la realidad —: cuando Adam nació un año antes que yo, mi padre lo llevaba a un orfanato, no para dejarlo ahí, solo que en aquel lugar vivía una anciana que siempre ha querido a mi padre como una segunda mamá. Por ende, cuando yo nací, dos años después, mi padre continuaba llevándonos para visitar a su amiga mientras que nos dejaba jugar con algunos niños que ahí se encontraban. Así conocí a Ana.

>> pasó el tiempo y cuando nos vinimos a dar cuenta, teníamos más de cinco años conociendo a Anabell. Gabe se dio cuenta del amor que le teníamos a aquella niña y la adoptó, ese día fue uno de los más felices para los tres. Hasta entonces Anabell está con nosotros y me alegro de tenerla a mi lado y no haberla dejado en aquel orfanato.

—tu padre era una buena persona, cualquiera hubiese dejado a Anabell ahí para no cargar con otra responsabilidad más grande. —Mis ojos se cristalizan y tengo que inhalar y exhalar con firmeza para alejar el nudo que quiere extenderse en mi garganta.

—S-si —tartamudeo y con mi dedo índice limpio aquella lagrima traicionera que escapa de mi parpado izquierdo. Axell se muestra arrepentido por lo comentado y deja a ver lo apenado que se encuentra al acercarse a mí con un deje de preocupación.

—no tuve que haberte recordado eso, yo...

—no te preocupes, después de todo son heridas que no cicatrizan como deben ser. No me molesta que me lo recuerdes, solo me entristece saber que mi madre lo asesinó y yo no estuve ahí. —Como de costumbre, sigo culpándome por el pasado.

—no digas eso, tu no pudiste evitarlo, la culpa la tiene esa mujer que ya no está para seguir atormentándote el día a día. —Se acuesta en mi lado y pasa su brazo por mi costado para acercarme a él y enfundarme en un honesto abrazo.

Las lágrimas caen una tras otra, limpiando mi alma y borrando aquellas partículas de las escenas fatalistas que se plantaban en mi mente; atormentándome. Las heridas en mi pecho pulsan e intentan hacerme saber que todo lo sucedido fue reciente y que está bien que me desahogue. Tengo a Axell sosteniéndome, dejándome empapar su azulada camiseta con mis espesas gotas saladas. El me entiende, más que nadie me entiende. Estuvo a mi lado cuando sucedió todo este alboroto con Aisha y Sarah, me acompañó cuando recibía mentiras tras mentiras y las desenmascaraban con el tiempo, dejándome confusa y en el limbo.




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