Este extra es cortísimo, pero lo hice con la intención de que medio entendieran algo que va a tener de que hablar en la segunda parte de 'es mi posesivo'.
Extra 03
Amy:
— ¡Amy! ¡James! —saluda mamá efusiva, con un brillo resplandeciente en su iris. Sus bonitos ojos azules se achican al esbozar una amplia sonrisa y ese simple gesto es suficiente para que me alegre el día. La recibo con los brazos abiertos y me río al sentir como me estruja con fuerza, una que va más allá de la normalidad.
Al terminar de mimarme, va por mi hermano. Me burlo de él porque rueda los ojos antes de dejarse abrazar a Elena.
— ¿Cómo le fue a mi hermoso niño? —Cuestiona con un tono infantil, aniñado, mofándose de su hijo ya que este es arisco para todo —cuando encuentren a sus compañeros espero que no le den más cariño del que me dan a mí —comenta, lanzándole una indirecta a James.
Él se ríe cínicamente y esa acción ocasiona que esos hoyuelos tiernos aparezcan cerca de las comisuras de sus labios. ¡Es tan oscuramente tierno! Me abalanzo hacia ambos y estos trastabillan por la sorpresa de mi ataque. Los abrazo con vigor y me deleito con el aroma que desprende el almuerzo. Es en estos momentos que agradezco que mi tía Anabell le haya enseñado a mamá cocinar.
— ¡Amy! —brama mi hermanito, zafándose de nuestro agarre.
— ¿Qué pasó amor mío? —pregunto jocosa. Me divisa con cansancio y estrés. Sus ojos grises, los cuales se balancean entre un azul y negro, me fulminan con la mirada.
Elena se aleja de su malcriado hijo para reprendernos con su mirar. Se dirige a la cocina y nosotros la seguimos. Al llegar, siento mi estómago rugir de hambre al ver como del horno saca una bandeja con dos pollos, lo deja sobre la isla de la estancia y se balancea hasta dar con el refrigerador. Luego de rebuscar los alimentos faltantes, nos mira y nos indica que pongamos la mesa.
— ¿papá ya va a llegar? —cuestiono, sacando del gabinete cuatro vajillas. Se los paso a James para que los coloque sobre la mesa.
—Ya debe estar por venir —responde. Inhala profundamente y en efecto, acierta —sí, ya está por aquí. —Sonrío porque es muy dulce esa habilidad que hay entre las parejas de licántropos. Mi sonrisa aumenta porque ya comprobé esa teoría. Cojo los cubiertos y la jarra con el zumo de naranja para dirigirme al comedor.
Me siento al lado de mi hermano, el cual se encuentra de brazos cruzados sobre la mesa y su cabeza reposando sobre ellos. Se el mal día que tuvo, se lo mal que lo está pasando. Eso me duele porque lo amo a una magnitud inefable. No se si es por la conexión que tenemos al ser mellizos, pero, me faltan palabras para describir lo que siento cuando algo lo lastima. Sé que la sensación es correspondida, que él también padece lo mismo al resultar herida física o psicológicamente de un contratiempo.
Y es sorpréndete. A pesar de ser un gruñón y cohibido con todo el mundo, conmigo es que cede, puede ser él porque lo he visto hasta en las peores condiciones. Se la mayoría de sus secretos y es un peso que cargo en los hombros sin las intenciones de acudir a mis padres. Somos nuestro propio bastón, uno fiel y duradero. El daría todo por mí y del mismo modo pienso yo.
Poso mi mano sobre su cabeza y acaricio su cuero cabelludo con la punta de mis dedos. No me reclama por las carantoñas que le dejo, más bien, se mantiene a gusto. Al escuchar que la puerta principal se abre, aparto mi tacto de él al mismo tiempo que James sube su rostro para atisbar a la persona que hace acto de presencia.
— ¿Cómo están? —cuestiona papá al vernos. Sonríe abiertamente y esos huecos que tanta semejanza tienen a las de su hijo, aparecen. Le sacude la cabeza al chico a mi lado y deja un casto beso sobre mi mejilla. Aquel olor varonil que desprende de su piel me deja ida por unos segundos antes de alejarse para saludar "cortamente" a mamá.
Ellos son tan perfectos juntos que el papel de pareja ejemplar queda corto.
Tras unos minutos mis padres vuelven a la mesa y todos iniciamos a devorar la riqueza que mamá preparó. La mayoría del tiempo papá es el que cocina, sin embargo, Elena no le gusta sentirse inútil y prepara de vez en cuando un festín.
(...)
Cuando Elena y Axell deciden tomar una siesta a eso de las cuatro de la tarde, decido poner en marcha mi plan. Puede que sea un poco arriesgado porque tengo en mente que papá no le gusta que salgamos de casa sin avisar, sin embargo, esto lo vale; encontrarlo sobrepasa las preocupaciones que me causan estos momentos. James yace en su habitación y sé que por nada del mundo saldrá de aquella cueva para demostrarle el mal genio a su alrededor.
Me quito las zapatillas antes de salir de la casa y deambulo de puntillas por el pasillo para salir por la puerta principal. Me gustaría decir que tengo cerca de la ventana de mi cuarto un gran árbol del cual pueda escalar pero, papá fue consciente de quitar todo aquello con lo que pueda escaparme u otra persona entrar con facilidad a mi habitación. Astuto...
Tomo el pomo de la puerta y lo giro con una sutileza increíble, la abro y en silencio paso por la abertura que voy dejando. Al salir, la fría ventisca me arropa de una manera agradable y es ahí, en pleno bosque, cuando me siento viva, donde todos mis sentidos se activan y al olfatear sé que él está ahí, esperándome. Cierro y me dejo llevar por aquel aroma, aquel olor que me deleita y me deja con miles ensoñaciones. Suspiro entrecortadamente y el palpitar de mi corazón se desboca.