¿es negocio o es amor?

Capítulo 3: El acuerdo y la boda.

–¿ Como es eso que te casas Franco?– Pregunta mi amigo Piero.

– Si, en exactamente 2 horas– estas cordialmente invitado; además te necesito allí como mi abogado para que revises que toda la documentación este en orden– Créeme Piero este es el negocio de mi vida, por tener el control absoluto de Sugasti Enterprise vale la pena dar la milla extra  

–¿Milla extra, amigo? estas loco estas son como mil millas extras; te vas a casar con una mujer que nunca has visto, y si es fea?  ¿si es una lunática o psicópata? y si te mata en tu noche de bodas para quedarse con toda tu fortuna?– Contesta mi amigo Piero, evidentemente nervioso. 

–No pasa nada viejo, ya veras todo estará bien y bueno en algo si puedes tener razón  seguro es una mujer realmente fea, ya que necesita que su padre le busque un esposo;  y si para rematar es una cabeza hueca pues la pobre deberá vivir agradecida de poder haber sido mi esposa al menos por un año– ¿No crees Piero?. Estoy felíz nisiquiera,  toda tu histeria y  preocupación  logrará  hacerme dudar de que he hecho tremendo negocio– termino diciendo. 

Llegamos al lugar donde me citaron para el protocolo del matrimonio, creo que mi futura esposa aún no llega porque las damas que se encuentran aquí son bastante agraciadas. Me anuncio con la recepcionista y esta nos pide que esperemos unos minutos y que pronto nos hará pasar.  

Poco tiempo después, la chica se  nos acerca y nos indica a donde debemos pasar, mi amigo Piero y yo, aprovecho para preguntarle por la señorita Sugasti y me responde que la misma acaba de llamar para informarle que esta un poco retrasada,  pero que ya se encuentra en la entrada del edificio. ¡Esto es el colmo! además de fea también es impuntual. Pienso para mis adentros pero prefiero no decir nada. 

Aprovecho los minutos a favor para que Piero revise el acuerdo, haciéndole énfasis en que se asegure que la cláusula  que estipula que el  control absoluto de Sugasti Enterprises pasa a mis manos este incluída,  así como de que al término de un año podremos divorciarnos, ah y que además no es necesario que tengamos descendencia,  cualquier otro detalle de esta negociación es irrelevante para mí.  

Piero y yo estamos completamente absortos revisando el acuerdo, cuando de pronto escucho una melodiosa voz que da los buenos días y pide disculpa por la tardanza. Levanto  la mirada y me quedo embobado mirando la belleza de cabello castaño, ojos verdes y piel blanca que acaba de entrar al despacho. Es una mujer realmente hermosa y con una sonrisa que hipnotiza. La dama dirige su atención al hombre sentado detrás del escritorio y  extiende su mano y se presenta.

– Mi nombre es Marisa Sugasti y estoy aquí para contraer nupcias con el señor Franco Dometti.

Mi amigo Piero me mira y me susurra entre dientes. 

–Lo de fea queda descartado amigo. Falta ver si es lunática o psicópata. 

 Dirijo nuevamente mi atención a la recién llegada y con dos largas zancadas quedo de pie a su lado y con la voz más varonil posible le digo: 

–Querida, te estábamos esperando.  

Su cara de asombro me hace gracia, pero de repente se recompone y de la manera mas elegante posible contesta:  

–Pues ya llegue cariño.  

La persona encargada, lleva a cabo todo el protocolo de la boda; al momento que corresponde el intercambio de los anillos, me doy cuenta que nisiquiera pensé en eso.

 Procedemos a firmar el acta de matrimonio así como el acuerdo que estipula las claúsulas que regirán el mismo. La mirada asesina de mi ya esposa, impide que intente siquiera acercarme para besarla cuando el juez dice: “ puede besar a la novia” a lo que de manera jocosa contesto.

–  Preferimos dejarlo para cuando estemos solos. Ganándome con esto una mirada de desconcierto de parte del oficiador de la ceremonia.   

Al terminar el acto, el juez nos pide que esperemos una minutos y que en breve regresa para entregarnos un ejemplar sellado de la documentación firmada.  

–Marisa, digo sin esperar mucho tiempo. Necesito que le indiques a mi chofer a donde debe ir a buscar tus cosas para que te mudes hoy mismo a mi casa.  

La mencionada quien se encuentra casi en la puerta de la entrada del despacho, levanta su mirada al escucharme y con una sonrisa burlona en sus labios  da tres pasos hasta llegar a mí.  

–Cariño, empecemos por el principio–Digo coqueta

Extiende su delicada mano para estrechar la mía y con toda la elegancia del mundo dice. 

–Mi nombre es Marisa Sugasti, un placer conocerle señor Dometti. 

Su cercanía hace que su perfume me envuelva, pero como machito que soy me recompongo enseguida y extiendo mi mano y digo: 

–Mucho gusto, soy  Franco Dometti.  

–Bien,  hechas ya  las presentaciones de rigor; podemos pasar a aclarar puntos importantes.  contesta Marisa.

– En primer lugar, no tengo porque mudarme a su casa señor Dometti, ya que el acuerdo que firmamos no dice nada al respecto, segundo y esto lo hago a manera de propuesta, en virtud de que nuestro reciente matrimonio se ha llevado a cabo de manera, como diríamos tan poco convencional y en absoluta discreción, sería realmente ventajoso para ambas partes que lo sigamos  manteniendo en el anonimato. Claro esto lo hago pensando más que nada,  en su credibilidad como hombre de negocios,  no sea que la gente piense que este matrimonio es puramente por conveniencia, ya que usted acaba de llegar al país hace poco menos de 2 semanas y hoy ya esta casado con la única hija y heredera de su nuevo socio el señor León Sugasti.  

Sus palabras me dejan de una sola pieza, que se ha creído  esta mujer de los mil infiernos para querer amedrentarme, pero no puedo negar que en algo tiene razón;  mantener este matrimonio en el anonimato no es tan mala idea. Luego de meditarlo por unos minutos decido aceptar la propuesta.   

–Ok, estoy de acuerdo con.usted Marisa– Respondo serio.

Una sonrisa de autosuficiencia se dibuja en sus labios, esta mujer está mas que felíz porque acepte que nadie sepa que es mi esposa. Creo que podría sentirme hasta ofendido, la mayoría de las mujeres que conozco querrían gritar a los cuatro vientos que estamos casados y esta se pone felíz porque acepto ocultarlo. Pero bueno,  recuerdo que esto es solo un negocio y toda la incomodidad desaparece.  

El juez regresa y nos entrega los documentos, de manera cordial se despide y nos desea un felíz matrimonio, antes de que este abandone el despacho le hablo. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.