Intentando calmar lo vivo, toma un vaso de agua. La sensación de vacío y desolado después de haber desarticulado el prostíbulo, pero el dolor de haber perdido a Isabel seguía siendo insoportable. A pesar de que la había conocido hace poco tiempo, se había enamorado de ella, no profundamente pero si con un verdadero sentimiento de amor, que se alojó a un lado del amor prohibido de Sophia, y ahora se sentía como si un pedazo de su corazón hubiera sido arrancado de su pecho.
Se sentó en su apartamento, sintiéndose abrumado por la soledad. Miró a su alrededor y vio los objetos que Isabel le había regalado, que ahora parecían burlarse de él, recordándole lo que había perdido. Cerró los ojos y se acurrucó en su sofá, tratando de ignorar el dolor que le atravesaba el pecho, quedando profundamente dormido y logrando salir del juego mental momentáneamente.
Al otro día, Maximo decidió recoger las pertenencias de Isabel que aun permanecían en el apartamento, queriendo limpiar emociones al alejar de su vista todo recuerdo de ella. Al revisar sus cosas, mientras las acomodaba en cajas para ser guardadas, encontró unas notas que le llamaron la atención. Eran mensajes no tan difíciles de descifrar, enviados por alguien desconocido, instándola a que se pusiera en contacto con él. La última nota decía que él era la única persona que podía ayudarla.
Maximo se preguntó quién podría ser el remitente. La nota estaba firmada con un seudónimo, por lo que no era fácil descifrar quién las había escrito. Pero en su interior, él tenía una sospecha.
—"¿Podría ser que alguien estuviera tratando de ayudar a Isabel a destruir ese mundo oscuro?” — en su mente plasmado la pregunta. Con muchas otras dudas.
Mientras tanto, su mente seguía atormentada por la pérdida de Isabel y las consecuencias de su lucha contra el crimen. ¿Valdría la pena arriesgar su vida por un amor prohibido? ¿Debería dejar todo atrás y empezar de nuevo en otro lugar?
Las dudas lo atormentaban, pero su instinto le decía que debía seguir adelante. Si alguien estaba tratando de ayudar a Isabel, tenía que averiguar quién era y qué información tenían. Si bien Sophia aún estaba en su corazón, sabía que debía cerrar ese capítulo de su vida y centrarse en su deber por arreglar el mal creado por el al ayudar a Pablo en adquirir terrenos de manera ilícita a los cual construyo prostíbulos ilegales.
No aguanto el empuje mental que cada vez creaba más dudas de lo que realmente pasa en su entorno, como todos lo utilizan para su veneficio propio, involucrándolo en el bajo mundo. Con la mente en un mal de pensamiento, decidió no quedar en casa, y salió a recorrer la ciudad, despejar la mente y mantener la cordura. Caminando por las calles concurridas, perdido en sus pensamientos. La muerte de Isabel lo había afectado profundamente y su mente estaba llena de dudas y preguntas.
—“¿Fue mi culpa por involucrarla en la lucha contra Pablo? ¿Cómo llegó ella a mi vida en primer lugar?” —
Mientras caminaba, se detuvo frente a una pequeña tienda. Miró a través del cristal, donde vio a una pareja sonriente comprando algunas cosas. Un sentimiento de envidia lo invadió mientras recordaba su amor prohibido por Sophia, la hermana de su mejor amigo, quien ahora estaba más lejos que nunca y la tristeza de como una persona puede cambiar por la avaricia del dinero y dejar a un lado el sentido de un verdadero amigo, al no dejarlo salir de ese mundo criminal.
De repente, su teléfono sonó. Era Sophia. Al contestar, pudo sentir la tensión en su voz.
—“Ho, ho hola, Sophia. ¿Qué pasa?” — la voz se sentía la emoción por saber de ella.
—“Maximo, necesito verte. Hay algo que tengo que decirte.” —
Maximo sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. ¿Qué podría ser tan importante? ¿Sería el fin de su amor prohibido o tal vez algo más peligroso? De inmediato contesto;
—“Claro, Sophia. ¿Dónde nos encontramos?” —
Sophia le dio la dirección de un lugar alejado del centro de la ciudad. Maximo sabía que era un lugar peligroso, pero estaba dispuesto a correr el riesgo por ella.
Mientras conducía hacia el lugar, su mente se llenó de dudas.
—“¿Podría dejar todo atrás por Sophia? ¿Qué pasaría sí mi amor por ella lo llevaba a una trampa mortal?” — Pero su corazón latía con fuerza, impulsándolo a seguir adelante.
Finalmente, llegó al lugar acordado y esperó a Sophia. La tensión en el aire era palpable, y Maximo se preguntó qué pasaría a continuación.
—“¿Sería el momento de tomar una decisión definitiva?” —
Sophia y Maximo se encontraron en un callejón oscuro, con una tensión palpable en el aire. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que se habían visto, y la situación no era la mejor.
—"¿Sophia, qué haces aquí?" — preguntó Maximo, sin poder ocultar su sorpresa.
—"Lo sé todo, Maximo. Sé que eres un mafioso, que has estado luchando contra mi hermano y su organización." — dijo Sophia con una mirada fría.