Después de la despedida de Sophia y Maximo, la mafia rival de Pablo descubrió que Sophia era el amor prohibido de Maximo. Vieron la oportunidad de utilizar esa información para destruir a Pablo y a su organización. Un día, mientras Maximo estaba en su casa, recibió una llamada de un miembro de la mafia rival.
Maximo se sentía atrapado en medio de una guerra de mafias que no era suya. Había logrado escapar con vida de su relación prohibida con Sophia, y ahora estaba decidido a mantenerse alejado de ella y de todo lo relacionado con la mafia.
Pero cuando la mafia contraria a Pablo descubrió la relación de Maximo con Sophia, lo buscaron para pedirle ayuda en su lucha contra Pablo. Maximo se sintió presionado y no sabía qué hacer. Por un lado, quería desistir de la ayuda y seguir con su vida, pero, por otro lado, no podía ignorar la gravedad de la situación.
Una llamada inesperada, un numero desconocido, pensando que era ella pensando que quería volver a verlo. Contesta la llama y al otro lado de la misma, se sorprendió al escucha la voz de gruesa de un hombre;
—"Maximo, sabemos quién es tu verdadero amor y podemos ayudarte a acabar con Pablo y su organización." — dijo con una voz fría y calculadora.
Maximo estaba sorprendido y asustado al mismo tiempo. Sabía que había una gran posibilidad de que esto fuera una trampa, pero también sabía que no podía dejar pasar la oportunidad de salvar a Sophia y a él mismo.
—"¿Qué quieres que haga?" — preguntó Maximo con una voz temblorosa.
—"Queremos que nos ayudes a obtener información sobre Pablo y sus operaciones. Si nos ayudas, te prometemos que te mantendremos a ti y a Sophia a salvo."— respondió al otro lado de la llamada.
Maximo sabía que estaba poniendo en riesgo su vida y la de Sophia al aceptar la oferta de ese hombre, pero sentía que no tenía otra opción. Prometió ayudarles y comenzó a espiar a Pablo y su organización, enviando información a la organización rival de Pablo.
Al entregar los documentos a la organización de la mafia contraria, en medio de una conversación querían más de Máximo. Se sentía la tensión en la habitación, mientras Maximo se negaba a la propuesta de la mafia rival.
—"Lo siento, pero no puedo ayudarlos más." — dijo Maximo firmemente, intentando mantener su compostura.
—"¿No puedes o no quieres?" — preguntó uno de los hombres de la mafia, claramente frustrado.
—"No quiero ser parte de su guerra. No quiero poner a Sophia en más peligro de lo que ya está." — respondió Maximo.
—"¿Qué es más importante para ti? ¿Tu amor por Sophia o tu miedo a la mafia?" —preguntó otro hombre, con una mirada penetrante.
—"Es más complicado que eso. No puedo simplemente elegir uno u otro. No quiero poner a nadie más en peligro." — explicó Máximo mientras tomaba un poco de agua.
—"Entonces, ¿estás dispuesto a abandonarla? ¿A dejar que Pablo la tenga y la use para sus propios fines?" — preguntó el líder de la mafia rival, con una sonrisa maliciosa en su rostro.
Maximo se sintió como si estuviera en una encrucijada imposible. Sabía que no podía ayudar a la mafia, pero tampoco podía dejar a Sophia en manos de su hermano.
—"Lo siento, pero no puedo ayudarlos." — dijo de nuevo Maximo, sabiendo que esto solo empeoraría las cosas.
Maximo se mantuvo firme en su negativa a ayudar a la mafia rival, pero estos no estaban dispuestos a aceptar un "NO" como respuesta. Fue entonces cuando uno de los miembros de la mafia se acercó a Maximo y le habló en un tono frío y amenazante.
—"¿Crees que puedes negarte a nuestra oferta? Sabemos que estuviste con Sophia. Podemos hacerte pagar muy caro tu rechazo.” — Un paso adelante quedo frente a máximo para preoseguir señalándolo con firmesa; — “y no solo a ti podemos hacer daño, sino también a la chica que te gusta. Podemos hacerle sufrir tanto que desearías no haberla conocido nunca." — dijo el hombre con una sonrisa malvada en su rostro.
Maximo sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al escuchar esas palabras. Sabía que la mafia rival no se andaba con juegos, y que, si decidían atacar a Sophia, ella estaría en peligro real. Pensó en todas las cosas terribles que podrían hacerle y se sintió impotente ante la situación.
—"No voy a hacer nada que ponga en peligro la vida de Sophia." — dijo Maximo con determinación en su voz.
—"Entonces prepárate para las consecuencias." — dijo el hombre antes de darle la espalda y marcharse.
Maximo se quedó allí, temblando de miedo y rabia. No sabía cómo iba a salir de esta situación, pero estaba seguro de que no dejaría que Sophia sufriera por su culpa. Miró alrededor, buscando alguna salida o plan de escape, pero todo parecía estar cerrado. Por primera vez en mucho tiempo, Maximo se sintió verdaderamente atrapado
en medio de una telaraña mortal, sin saber a quién acudir o cómo salir de la situación. Se le hacía imposible llamar a Sophia, sabiendo que la pondría en peligro. Además, no podía recurrir a su amigo Pablo, quien ahora era su enemigo después de haberle cerrado el prostíbulo.
Maximo caminó por las calles oscuras de la ciudad, su mente buscando desesperadamente una solución. Pero todas las opciones que se le presentaban eran demasiado arriesgadas, y todas parecían llevar a la muerte de alguien o a una guerra entre bandas.