El sol se alzaba majestuoso en el horizonte de Dubai, tiñendo de dorado el cielo y reflejándose en los cristales de los rascacielos. Maximo y Sophia caminaban tomados de la mano, sintiendo el calor del sol en sus rostros y la brisa fresca en sus cuerpos. Cada paso que daban juntos era como un sueño hecho realidad, después de tanto tiempo anhelando estar de nuevo juntos. Maximo miraba a Sophia con ternura, admirando cada rasgo de su rostro y sintiendo su corazón latir con fuerza en su pecho. Había extrañado su risa, su voz y sus hermosos ojos, y ahora que estaban juntos de nuevo, no podía estar más feliz.
Caminaban por un hermoso parque lleno de flores, el sol de la tarde bañaba sus rostros con su cálido resplandor. Mientras hablaban, las miradas de ambos se encontraban una y otra vez, y en cada encuentro, sus corazones latían más fuerte.
Sophia lucía más radiante que nunca, con una sonrisa que iluminaba su rostro y una belleza que parecía más intensa con cada minuto que pasaba. Maximo no podía dejar de admirarla, y se sentía afortunado de tenerla a su lado de nuevo.
Conforme hablaban, las risas brotaban y los recuerdos de sus momentos en que compartieron en el pasdo volvían a sus mentes. Habían tenido tantas aventuras juntos y habían pasado por momentos difíciles, pero siempre habían mantenido su amor vivo. Y ahora, al recordar todo lo que habían vivido, se daban cuenta de que nunca habían dejado de pensar el uno en el otro.
Maximo estaba feliz de que finalmente pudieran estar juntos sin peligros ni preocupaciones, lejos de su amigo Pablo el mafioso y de cualquier otro problema. En ese momento, solo importaba la felicidad que sentían en el presente.
Maximo miró a Sophia con ternura y tomó su mano, sintiendo su suave piel bajo la palma de su mano. Los problemas y las preocupaciones parecían desvanecerse en la distancia mientras se perdían en los ojos de la mujer que amaba. Había soñado con este momento durante tanto tiempo, y ahora estaba finalmente allí, a su lado. Agradeció al universo por permitirles estar juntos, lejos de los peligros que habían enfrentado en el pasado. Ahora, todo lo que importaba era la felicidad y la paz que encontraban en el presente, y Maximo estaba decidido a hacer todo lo posible para mantenerla así.
—"Estos momentos son los que me hacen sentir que todo vale la pena, Sophia. Cada minuto, cada segundo que he esperado para estar contigo de nuevo. Eres mi razón de ser, mi todo. No puedo imaginar mi vida sin ti, y estoy dispuesto a hacer cualquier cosa para mantenerte a mi lado para siempre. ¿Te quedas conmigo un poco más?"—
Sophia sonrió y asintió, emocionada por la propuesta de Maximo. Juntos, entraron en la habitación, sabiendo que ese momento era solo el comienzo de una nueva y emocionante etapa de su vida juntos.
Maximo acompañó a Sophia a su hotel, deseando pasar más tiempo con ella. Al llegar a la puerta de su habitación, se miraron a los ojos y supieron que querían estar juntos más tiempo. Maximo tomó la mano de Sophia y le dijo:
—"¿Te gustaría que mañana salgamos otra vez y exploremos más de la ciudad juntos?"—
Sophia sonrió y asintió con la cabeza.
—"Me encantaría. Ha sido un día maravilloso contigo, Maximo."—
Maximo sintió un cosquilleo en su estómago al escuchar las palabras de Sophia. Él sabía que no podía tenerla para siempre, pero por ese día, por ese momento, la tenía a su lado y eso era suficiente. Se despidieron con un abrazo y un beso en la mejilla, sabiendo que tendrían más aventuras juntos al día siguiente.
Sophia abrió la puerta de su habitación y giró para ver a Maximo una vez más antes de entrar. "Buenas noches, Maximo", dijo con una sonrisa.
—"Que descanses, Sophia."— respondió él antes de darse la vuelta para irse.
Mientras caminaba por el pasillo del hotel, no podía evitar pensar en el día increíble que acababa de pasar con su amor de juventud. Se sentía agradecido por tener esta oportunidad de estar con ella nuevamente, pero también sabía que había una realidad que no podía ignorar.
Maximo se detuvo en el ascensor y se quedó mirando el reflejo de su rostro en las puertas de metal. Había hecho algunas cosas que no estaba orgulloso en su pasado y sabía que podía poner a Sophia en peligro si se acercaba demasiado a ella. Pero también sabía que no podía resistir la tentación de estar con ella al menos por un tiempo.
El ascensor llegó a su piso y Maximo salió. Entró en su habitación y se sentó en la cama, pensando en Sophia y en cómo podría mantenerla a salvo mientras estuvieran juntos. Sabía que no podía contarle todo lo que había hecho, pero tampoco podía mantenerla en la oscuridad.
Maximo decidió que hablaría con ella en algún momento, pero no quería arruinar su tiempo juntos. Decidió disfrutar del momento y preocuparse por el futuro más tarde. Cerró los ojos y se durmió con la sonrisa de Sophia en su mente.
Ellos habían acordado encontrarse en el lobby del hotel temprano en la mañana para comenzar su día juntos. Maximo había llegado unos minutos antes y estaba ansioso por verla de nuevo. Cuando Sophia llegó, vestida con un hermoso vestido blanco que hacía resaltar su piel bronceada, Maximo quedó maravillado por su belleza. Sophia le sonrió y lo abrazó, y Maximo se sintió como en casa en sus brazos. Juntos, decidieron explorar la ciudad y crear nuevos recuerdos juntos.
—"¡Sophia, estás hermosa!"— exclamó Maximo mientras se acercaba a darle un abrazo.
Sophia sonrió y se ruborizó un poco.
—"Gracias, Maximo. Tú también te ves muy bien.— respondió mientras lo miraba de pies a cabeza.
Sophia sonrió mientras tomaba un sorbo de su café. "Siempre supe que ibas a tener éxito en lo que te propusieras, Maximo", dijo con admiración. "Eres un hombre trabajador y decidido".
Maximo sonrió y le tomó la mano con cariño. "Pero nada de eso importa si no tengo a alguien con quien compartirlo", dijo con sinceridad. "He pasado mucho tiempo buscando en el lugar equivocado, y ahora que te tengo aquí de nuevo, me doy cuenta de que siempre te he necesitado a mi lado".