Es Prohibido Amarte

Capitulo #13 Venganza

El sol, como un titán ascendente, desplegaba sus rayos dorados y naranjas en el vasto lienzo celeste, pintando un paisaje de esperanza y renovación. Maximo emergió del umbral del hotel con paso seguro y mirada fija, envuelto en una determinación que parecía emerger de lo más profundo de su ser.

La brisa matutina, fresca y vivificante, acariciaba su rostro como una caricia divina, infundiendo en él una energía revitalizante. Cada paso que daba, resonante y firme, resonaba en el pavimento con la certeza de un guerrero audaz que se adentra en una batalla crucial. Su corazón latía con fuerza, mezclando el torrente emocional de la emoción y el miedo, como si ambos fueran compañeros inseparables en su travesía.

Las calles de la ciudad despertaban a su paso, cobrando vida en una sinfonía urbana de transeúntes apresurados y vehículos que surcaban el asfalto en un ballet caótico. Maximo avanzaba con la solidez de un guerrero solitario, ajeno a las miradas curiosas que lo observaban con asombro y admiración.

El viento, mensajero incansable, soplaba en sus oídos palabras de aliento, susurros de valentía y esperanza. Cada bocanada de aire, como un elixir ancestral, infundía en su ser una fuerza imparable que lo impulsaba hacia adelante. Era consciente de que el camino que yacía ante él estaba sembrado de desafíos y adversidades, pero no permitiría que el desaliento lo derrotara. Sophia lo aguardaba, y su amor por ella era el faro que iluminaba su sendero.

Mientras avanzaba por las calles familiares, los recuerdos del amor compartido entre él y Sophia inundaban su mente como destellos fugaces de un pasado radiante. Momentos de felicidad plena y miradas cómplices se entrelazaban con la cruda realidad del presente. Una mezcla de añoranza y resolución se entremezclaba en su ser, alimentada por la certeza inquebrantable de que el lazo que los unía aún persistía.

El encuentro en Dubai, como una revelación divina, había dejado una huella imborrable en el corazón de Maximo. A pesar de las circunstancias adversas y el abismo del temor que amenazaba con separarlos, él sabía en lo más profundo de su ser que Sophia aún lo amaba. Era esa certeza inefable, como un fuego eterno en su interior, la que lo empujaba a seguir adelante, a enfrentar cualquier obstáculo que osara interponerse en su camino.

Empapado de una valentía inquebrantable, Maximo se adentró en las calles de la ciudad, determinado a desentrañar el paradero de Sophia. Su primer destino fue la guarida de sus conocidos y amistades, aquellos que podrían tener alguna pista que lo guiara hasta ella.

Con paso decidido, Maximo atravesó las bulliciosas calles, ondeando su presencia como un estandarte de determinación. Golpeó las puertas de antiguos camaradas, cuyas miradas se llenaron de sorpresa al verlo frente a ellos, imbuido de una misión urgente y ardiente.

En cada encuentro, Maximo planteaba su búsqueda con palabras cuidadosamente elegidas, tratando de no revelar demasiado sobre su intento de contacto con Sophia. Sus rostros reflejaban una mezcla de asombro, curiosidad y la precaución de quien sabe que hay secretos que deben permanecer ocultos.

Escuchó relatos fragmentados, susurros de información que solo insinuaban la existencia de Sophia en algún rincón de la ciudad. Algunos dieron señales vagas, mencionando encuentros fortuitos o conversaciones fugaces, mientras otros prefirieron mantener el silencio, preservando así su seguridad y la de la mujer que buscaba.

No se desanimó por los obstáculos que encontró en su camino. Su determinación crecía con cada intento fallido, cada mirada evasiva y cada respuesta enigmática. Sabía que debía escalar las paredes de la incertidumbre y la resistencia para encontrar la clave que lo llevaría hacia Sophia, su anhelado reencuentro.

Continuó su búsqueda en los lugares más insospechados: cafés silenciosos, callejones ocultos y parques abandonados. Cada nuevo encuentro con conocidos y amistades era un paso más cerca de desentrañar el misterio que los mantenía separados.

En cada conversación, el eco de su amor resonaba en sus palabras, una melodía nostálgica que se aferraba a su voz y se dispersaba en el aire. El tiempo parecía detenerse mientras las historias de Sophia se tejían en la red de testimonios y recuerdos compartidos..

Tras una serie de encuentros infructuosos, Maximo llegó a la morada de un familiar, en busca de respuestas sobre el paradero de Sophia. El corazón latía con la esperanza de obtener información vital que lo acercara a su amada. Sin embargo, no sabía que esta visita inocente desencadenaría una traición inesperada.

Impulsado por el anhelo y la incertidumbre, se aproximó con cautela al familiar. El sol, testigo silente de aquella escena, arrojaba su luz dorada sobre el rostro del traidor, iluminando su sonrisa maliciosa.

—"Te suplico, en nombre de nuestra amistad y de todo lo que alguna vez compartimos, que me reveles cualquier indicio que poseas sobre el paradero de Sophia. Estoy dispuesto a emprender cualquier camino, a enfrentar cualquier obstáculo, solo para tener la certeza de su bienestar."— Maximo le platicaba con cautel pero con la voz da determinacion.

El familiar, movido por la avaricia y la lealtad distorsionada, deslizó su mirada sobre Maximo, evaluando las posibilidades que se presentaban ante él. Con una sonrisa pérfida, comenzó a tejer sus palabras con maestría manipuladora.

Con un tono tetrico el familiar le contesta;

—"Querido Maximo, ¿no comprendes que en este mundo todo tiene un precio? Nada es gratuito, ni siquiera el amor perdido. Sin embargo, podría considerar compartir mis conocimientos sobre Sophia, pero solo si obtengo una recompensa digna de mi sacrificio."—

Maximo frunció el ceño, su mirada oscilando entre la indignación y la angustia. El viento, testigo de aquel tormentoso diálogo, susurraba susurros cargados de advertencia y duda. No obstante, la llama de la esperanza ardía con fuerza en su pecho, incitándolo a tomar una decisión.




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