A las 5:43 de la mañana despierto abruptamente como si se hubiera activado una alarma interna y mi mente no tarda en abrumarse cuando recuerda todo lo que sucedió ayer.
Si en este momento me propusieran repetir los acontecimientos definitivamente me lo pensaría dos veces... Pero probablemente acabaría haciendo todo de nuevo, pues mi emoción comienza a crecer rápidamente cuando recuerdo que hoy iremos a Hollywood.
Además, tengo la sensación de haber hecho las cosas bien.
Aunque el plan era salir hasta las 10 de la mañana, no consigo dejar de dar vueltas en la cama. Debido a esto decido bajar a la cocina por algo de comer antes de que todos despierten.
Honestamente, la casa de Jordan es hermosa y no puedo esperar para explorarla a la luz del día en algún momento.
Por suerte no nos mandaron al sótano como llegué a pensar. Por el contrario, mi cuarto resulta bastante acogedor y aunque es pequeño me parece perfecto.
A eso de las 6:15 comienza a vibrar mi celular y no tardo en tomarlo para descubrir de qué podría tratarse. Para mi sorpresa, es nada más y nada menos que Alex.
—¿Hola? —pregunto al contestar.
—Buenos días —exclama con tanto entusiasmo que consigue sacarme una mueca de extrañamiento.
Ayer quedamos en que Alonso y yo iríamos en el coche con Sarhadi para después alcanzar a Alex en Hollywood y sigo sin asimilar que esto en verdad está sucediendo.
«Dios, mi hermano va a hacer tantas preguntas en el auto»
—Buenos...
—Mándame tu ubicación —suelta sin previo aviso. Sin embargo, yo me quedo callada mientras intento analizar sus palabras—. Anda, ya.
—¿Qué? ¿Para qué?
—Porque si llegas conmigo antes de las 9 de la mañana hay una sorpresa —explica—. Y si esperas hasta que los demás salgan de allá no podrás acompañarme —dice con un dejo de misterio y emoción en la voz. Sin duda alguna no puedo evitar preguntarme de qué se trata—. Sé que te gustará, ahora mándame tu ubicación.
—No puedo sólo irme sin ellos —replico con nerviosismo bajando el tono de mi voz para que nadie escuche. No sé qué tan delgadas sean las paredes en esta casa.
—Claro que puedes, nos alcanzarán más tarde.
—¿Qué va a pensar mi papá si...?
Cuando mis dudas empiezan a abrirse paso por mi mente ellas mismas comienzan a cuestionar su propia existencia. ¿De qué me sirven? ¿En verdad están aportando algo significativo a mi vida? No es como que me estén advirtiendo de algún peligro. Además, tan solo se dedican a obligarme a rechazar oportunidades.
No sé cuál sea la sorpresa pero el simple hecho de comenzar la aventura 3 horas antes suena demasiado tentador como para seguir dándole poder a mis temores.
—Olvídalo, ¿a qué hora llegas? —pregunto dejando ir el hilo de la oración anterior.
—Yes —exclama él como si acabara de ganar un premio—. En treinta minutos —dice antes de colgar.
Sin creer a lo que acabo de acceder comienzo a preparar el resto de la pequeña maleta a toda prisa y me termino el pan con mermelada de un solo bocado.
Cuando han pasado 25 minutos me acerco al cuarto de mi papá para asegurarme de que sigue dormido y comienzo a caminar sigilosamente por el pasillo.
En realidad, esto podría ser lo más emocionante que he hecho en toda mi vida y mis manos están temblando por la adrenalina. ¿Por qué se siente tan bien "escaparse"?
Aunque en teoría tenga permiso y ya le haya dejado una nota a Sarhadi explicando que me iré con Alex, sigue siendo demasiado necesario para mi vida no seguir todas los planes.
Faltando solo dos minutos para las 6:45 bajo a la sala y no puedo evitar hacer un poco de ruido cuando comienzo a buscar frenéticamente las llaves de la entrada. Intento con por lo menos tres juegos hasta que encuentro el correcto y el aire frío de la mañana me abraza en cuanto la puerta se abre.
Lamentablemente, no sé cómo conseguiré cerrar de nuevo sin sacar las llaves. Por lo tanto, cierro tan solo el botón que funciona desde adentro y ruego que este vecindario sea seguro.
No obstante, cuando estoy a punto de salir escucho unos pasos detrás de mí y no puedo evitar cerrar los ojos con la esperanza de haber alucinado.
Sin embargo, cuando volteo me encuentro con Maxwell, el chico que no dijo una sola palabra anoche. En realidad estoy a punto de dar algún tipo de explicación cuando lo encuentro mirándome con extrañeza desde las escaleras pero pronto decido que no es necesario, pues ni siquiera lo conozco.
Lamentablemente, él sigue mirándome con detenimiento y me es necesario armarme de valor para simplemente cerrar la puerta en su cara y esperar que no le diga nada a mi padre.
«¿Me acabo de ganar un enemigo durante mi primer día en California? Y en su propia casa»
Sin embargo, cuando encuentro a Alex esperándome afuera me olvido de aquel pequeño incidente por completo y corro a su auto. Sin pensarlo dos veces abro la puerta del copiloto y me siento a toda prisa con la emoción recorriendo mi piel.
Coloco la pequeña maleta sobre mi regazo sin decir palabra alguna, simplemente espero que mi sonrisa demuestre lo emocionada que estoy.
—¿No quieres dejarla en la cajuela? —pregunta Alex refiriéndose a mi maleta.
—No, ya, ¡vámonos! —exclamo con un desesperado movimiento de manos.
—¿Porque te estás escapando y no quieres que nadie te descubra?
Sí, probablemente esa hubiera sido la respuesta hace unos meses, quizá días. No obstante, hoy simplemente no era el caso.
—Porque ya quiero llegar —digo con una sonrisa mirándolo de reojo.
(...)
La carretera es tan hermosa y pacífica que me obliga a cerrar los ojos para aspirar su olor, sentir la suavidad de su pavimento y apreciar la música que nos hace compañía.
Lo más bello de todo es que el amanecer nos encuentra a medio camino detrás de los cerros y comienza a abrirse paso por las colinas mostrando un rosa tan suave que comienza a intersectar su color con el tenue azul de un nuevo día.
Un día lleno de experiencias, oportunidades y nuevos comienzos. Un día que he comenzado con la certeza de que algo en mí está cambiando y por fin puedo comenzar a respirar.
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Editado: 29.07.2021