Gracias al cielo la encuentro rápidamente, de hecho fue más fácil de lo que esperaba. Está en el jardín, acostada en el pasto.
Esperen, ¿acostada en el pasto? ¿Por qué no está bailando o algo así?
Corro en su dirección para averiguar qué está pasando y me la encuentro soltando unas estruendosas carcajadas para ella misma, pero entonces descubro que la están acompañando varias personas de nuestro grado, entre ellas Bruno, con quien desapareció hace rato.
Solamente están en el piso, recostados a varios metros los unos de los otros.
—¡Ally! —grita muerta de risa mi amiga.
Ay no. Ni su estado ni los vasos rojos tirados junto a ella son buena señal.
Me acerco un poco más, y con todo y que también mi mundo da vueltas, hago el esfuerzo de ayudarla a ponerse de pie. Al principio se resiste, pero acaba cediendo, tropezando varias veces en el intento.
—Jade, ¿cuánto tomaste? —la examino preocupada mientras nos dirigimos a la sala.
—Dos.. Tres.. —voltea un poco perdida, pero con mucha diversión en sus ojos—. ¡Botellas! —termina por decir y yo la miro impactada—. Brooooma, broooma. Casi nada —se sigue riendo para sus adentros.
—Oh Dios, ¡Jade! ¡Vas a manejar! —exclamo cuando recuerdo que ni ella ni yo pensamos en eso. Por lo general viene alguien por nosotras.
—Ya, ya, pues. Déjame ir por vodka y lo arreglamos —agrega tropezando con una persona y luego vuelve a enderezar rápidamente su columna, no sin antes tomar mi muñeca e intentar llevarme a la barra de bebidas.
—Oh no, de eso nada. Tú te vas a quedar aquí conmigo y esperaremos a que se te baje cada gota de alcohol que hay en tu sistema —digo bastante maduramente para la bebida que yo misma tomé. Creo que cuando te toca cuidar a alguien más, el alcohol en tu cuerpo desaparece mágicamente.
No reprocha tanto como pensé que haría, pues me sigue con fluidez por el pasillo hasta que llegamos al sillón de la sala y me siento junto a ella. No planeo dejar que tome más, así que me espera una larga noche aquí sentada, pues tampoco nos podemos ir.
Como sea la sala es agradable y no hay nadie más en los sillones. Lo único que siento es un bulto de bolsas de mano debajo de mí, mismas que hago a un lado para poder sentarme cómodamente.
Las dos seguimos bien despiertas, pero agradecemos la comodidad del sillón mostrando una sonrisa de aprobación.
—Allyyyyy —grita mi amiga alargando demasiado el corto diminutivo de mi nombre—. Ally hermosa y preciosa... Quiero a un hombre ahorita —agrega riendo como tonta y yo no puedo evitar reír con ella.
—¿Pues qué no acabas de cambiarme por Bruno hace un rato?
—No me refiero a Bruno... Es muy niño bueno. No agradarme —dice medio coherente.
—Bueno entonces...
—¡Allyyyy! —continúa mientras juega con mi brazo—. ¿Te cuento un secreto?
Volteo a verla y está medio sonrojada, ahora solo su abdomen se mueve por la risa, pero sus ojos le prestan más atención a lo que va a decirme.
—Ally... Creo que me gusta —agrega volviendo a reír como loca y posando sus dos manos sobre su estómago.
—¿Quién te gusta? —pregunto con una sonrisa en la cara. Es curioso ver a Jade en este estado, nunca me había tocado.
Unos chicos pasan tropezando delante de nosotras, pero siguen su camino una vez que se estabilizan.
Jade se acerca mucho a mi oído, se lleva una mano a la boca y me susurra:
—El más guapo sexy hermoso Dios griego del colegio.
Y por alguna razón sospecho que es...
—¿Alex? —pregunto mirándola mientras arrugo mis cejas.
—Sííí —chilla cubriendo su cara con las manos como si le diera pena que la viera—. Tráelo aquí por favooooor —golpea el asiento que está a su izquierda—. Dile que veeengaaaa —solloza.
—Jade, él no está aquí. Y además ya te dije que es el típico chico superficial que...
—Me importa un pepino. Tiene un cuerpo de muerte, el cabello más precioso del mundo y... ¡esos ojos! —divaga mirando al techo con ensoñación.
Bueno, como ya dije, el alcohol distorsiona nuestra perspectiva de las personas. Así que hasta que no me diga eso mismo estando sobria, no tengo por qué corregirla y hacerla entrar en razón. Solamente le sonrío y la dejo desearlo y hablar todo lo que quiera sobre él.
—Pero sí está aquí —me susurra divertida.
(...)
—¿En serio? No lo he visto, quizá te confundiste. No creo que sea de los que vienen a estas fiestas —explico muy sinceramente.
—Por favor ve a buscarlo —me ruega con ojos de gatito—. Dijiste que le hablarías sobre mí.
—Y concluimos que no era buena idea.
—Andaaaa, ya no me importa eso. Ve por él.
—No lo he visto, no sé dónde está —digo ligeramente.
—¡Que sí está! Pasó por el jardín hace un rato. ¡Ve a buscarlo!
Le ruedo los ojos y la dejo divagar un rato más. No planeo levantarme y dejarla sola de nuevo.
—Bueno entonces yo iré —agrega mi amiga intentando levantarse pero la detengo.
Hace un nuevo intento pero ya no puedo con ella.
—Sale pues, vamos a caminar un rato —le informo rindiéndome. Mientras me mantenga a su lado todo va a estar bien.
(...)
Paseamos sin rumbo por un rato hasta que nos damos cuenta de que nos hemos estado moviendo en círculos todo este tiempo y nos echamos a reír.
Supongo que Jade ya olvidó su propósito de buscar a Alex... Además de que es claro que por aquí no está.
Entramos a la pista de baile, ya que decidimos que moviéndonos podremos sacar el alcohol de nuestro sistema.
Intentamos pasar entre la gente, pero cuando por fin creo que lo logramos la pierdo de vista.
Maldición, ya perdí a mi amiga.
Comienzo a buscarla como loca, pero debió haberse separado de mí hace un buen rato.
Lo primero que se me ocurre vigilar es la mesa de bebidas, pero afortunadamente no está ahí.
Luego salgo al jardín y comprendo que tampoco la encontraré. De hecho veo a Bruno y a los demás, pero no hay rastros de Jade.
Tampoco puedo pedirle ayuda a Fernanda, pues hace rato que no la veo. Quizá incluso se fueron de la fiesta.