ME LLEVA LA...
¿Alguien me explica por qué demonios hay una combinación de amanecer, cama y Alex dormido junto a mí en este instante de mi vida?
Ah, claro, Alana. Eso te lo puedes responder tú solita, porque no hay alcohol en tu sistema que sirva como excusa para fingir que no recuerdas nada.
Es solo que estoy en esos minutos justo después de despertar durante los cuales comienzas a cuestionar cada decisión que tomaste y todo te parece mucho más alarmante.
Pero poco a poco va pasando.
Mi mejilla siente el contacto con una almohada y a mi cuerpo lo cubre un edredón delgado, perfectamente acomodado sobre mí.
Comienzo a sentir la tela de las sábanas, y al pasar mi mano por ellas me incorporo en la cama.
Lanzo un enorme bostezo al mismo tiempo que no dejo de observar a Alex.
Bien, esto es extraño. Muy muy extraño.
Él está de lado, dándome la espalda. Las cobijas no lo tapan, pero es evidente que sigue dormido.
Pero por más extraño que sea, no siento que yo vaya a armar una escena o ponerme como loca por haberlo venido a buscar, como hubiera sucedido hace unos días.
La diferencia esta vez es que fue mi idea. Fue mi idea aprovechar que él estaba aquí.
Bueno, es que por una razón u otra no deja de haber escenas comprometedoras entre nosotros cuando no debería haberlas.
Trato de buscar mi celular en la bolsa de mi pantalón, pero para mi mala suerte, estoy segura de que lo dejé en mi habitación.
A juzgar por la cantidad de luz, parece que apenas acaba de meterse la luna, por lo que no creo que sean más de las siete de la mañana. Me quedan por lo menos otras tres horas para salir al concurso.
Me pongo de pie y a través de los calcetines siento la textura de la alfombra.
«¿Me quitó los zapatos?»
Comienzo a palpar con la mano debajo de la cama hasta dar con mis tenis.
Ato mis agujetas recargándome en la orilla de la cama pero hago un movimiento muy brusco al ponerme de pie.
Volteo rápidamente a ver a Alex, pero sigue más que dormido.
Bueno, ¿cómo puede tener el sueño tan pesado este hombre?
No es que me esté escapando de la habitación, ni que quiera que despierte y me vea... Pero sí necesito ir a bañarme y alistarme.
Me acerco a la puerta pero incluso a todavía unos metros de ella, puedo escuchar las voces colándose por el pasillo.
Hay mucho movimiento allá afuera. Gente entrando y saliendo, cerrando y abriendo puertas, y no tardo en reparar en que seguramente son algunas de las mamás quienes, como comentó Lis, cambiaron de habitaciones con sus hijas.
¡Bravo! Aunque, internamente, me gustaría que mi mamá me viera ahorita. No obstante, si hay algo de lo que definitivamente sí me arrepentiría sería de ser vista por todas las tutoras de mis compañeras saliendo del cuarto de un chico.
Porque quién sabe cuántas de ellas no tienen bien checadito que ésta es la habitación de Alex. Y definitivamente no me voy a arriesgar.
Probablemente en un rato, cuando todas estén desayunando, sea el momento oportuno para salir. Pero por ahora creo que lo mejor será quedarme aquí un rato. Y si Alex no se despierta, mejor.
Paso al baño a lavarme la cara, enjuagarme la boca y hacer un poco de tiempo, pero éste se acaba.
Así que regreso a la cama, me quito los zapatos y acomodo la almohada contra la cabecera para sentarme.
Aquí el gran error es que no tengo mi celular para leer un rato.
Abro los cajones que tengo a un lado, en busca del control de la televisión, pero lo encuentro en la mesita que está junto a Alex.
Me estiro lo más que puedo y paso encima de él para alcanzarlo.
Él sigue más que dormido.
Lamentablemente, hace siglos que no veo la tele. En ella no puedes elegir tus series, pausar ni hacer todo a tu antojo. Por eso mismo extraño Netflix ahora, pero quizá logre encontrar algo que me entretenga. A fin de cuentas existía vida antes de Netflix.
(...)
Ahora sí tengo que vaciar mi vejiga. No lo quise hacer antes porque simplemente era muy extraño. No es mi cuarto...
Pero mientras sigan las voces en el pasillo eso ya no importa. Todavía estoy a fácil una hora de apenas tener que ir a desayunar y bañarme, pero tal parece que las mamás no se han ido, ¿por qué no se encierran en su cuarto o se mueven?
Aunque tampoco es como que me urja salir de aquí. Al fin y al cabo tengo este sentimiento de poder cuando soy yo quien decide hacer las cosas. ¿Si Alex puede sentirse dueño del mundo por qué no comienzo a hacerlo yo también?
Definitivamente mi perspectiva y mi seguridad están cambiando. ¿Será que la tristeza te modifica el carácter? ¿Lo endurece?
Pero cuando regreso a retomar la serie que encontré, y que de hecho me gusta bastante, Alex ya no está.
Típico, se levanta justo cuando me meto a su baño.
Aunque como yo estoy en esto de sentirme despreocupada, me recuesto en su cama de nuevo sin importarme dónde pueda estar. Al fin y al cabo a él sí lo pueden ver salir de su habitación.
—Buenos días —dice una voz ronca que emerge del otro extremo de la recámara.
Veo a Alex salir con una sonrisa detrás del compartimiento del clóset. Hay un hueco ahí que desde aquí no se ve, y lo sé porque supongo que sigue la misma lógica que mi cuarto.
De ahí sale él con la vista hacia abajo cerrándose unos jeans, dejando entrever sus bóxers pues aún estaba medio abierto el pantalón cuando comencé a presenciar la escena.
Y obviamente es ahí cuando comienza a incomodarme la poca atención que le presté anteriormente a la rareza de la situación.
Mi decisión o no, esto se está volviendo extraño.
—¿Por qué me dejaste dormir aquí? —suelto abruptamente para no pensar en que, si por algún motivo yo hubiera salido antes del baño, él hubiera tenido el descaro de dejarse ver sin camisa y quien sabe qué más.
—Si una chica que te vuelve loco viene a ti no la dejas ir, ¿o sí? —me mira y termina con su rollo del pantalón.