Es una apuesta

No prometo nada

De pronto Alex suelta una risita nerviosa y su mirada se desvía. 

¿Acabamos de intercambiar papeles o qué está pasando? 

Sin embargo, pronto suelta el aire y recobra la compostura.

—¿Entonces...? —interrumpo el silencio—. ¿Aceptas? 

Lo piensa por unos segundos pero yo comienzo a desesperarme. Como que estoy medio borde, irritable y acelerada desde ayer. 

—¿O es mucho para ti? —lo presiono porque no voy a estar así todo el día.

—Sabes muy bien que no —responde cuidadosamente llevando su mano a la barbilla—. Es solo que no conocía esta faceta tuya. 

—¿Qué faceta? Si no vamos a hacer nada ahí. No me estoy lanzando encima de ti, ¿sabes?. 

—Casi... —ladea la cabeza y se encoge de hombros—. Ese armario es muy pequeño —me informa como si yo no supiera.

—Ya comprobamos que nuestros retos los gano yo. —Doy pequeñas vueltas al vaso para revolver su contenido y acerco mi nariz. «Vaya, esto está fuerte»—. Pero esta vez te queda totalmente prohibido hacer lo de la rueda de la fortuna. Te vas a quedar quitecito —Ese día habíamos quedado en algo y fue él quien me besó.

Le doy un trago a lo que tengo ahí y hago una pequeña mueca.

—No prometo nada —dice con una sonrisa torcida.

—Entonces no hay trato —me doy media vuelta haciendo el ademán de salirme del cuarto. Aun cuando yo ya sabía que me iba a tomar del brazo para evitar que me fuera. 

Me recorre con la mirada por un momento y alza la vista.

—Sabes que acabaría aceptando cualquiera de tus condiciones. 

—Me doy cuenta —vacío el líquido llevándolo directito a mi garganta y por un momento no puedo creer que esté haciendo esto. Tomando como si no pasara nada. 

Pero pues al final es cierto, no pasa nada. 

—¿Te estoy corrompiendo o algo así? —me mira con sorpresa cuando le doy fondo al vaso.

—No te sientas tan importante.

(...)

Justo después de esto él entra al baño y regresa con un vaso de vidrio lleno del líquido restante de mi vaso. 

—¿No lo habías tirado? 

Pensé que lo había echado por el lavabo hace rato. 

—¿Desperdiciarlo? —me levanta una ceja—. Para nada. Pero tampoco te iba a dejar tomarlo todo —afirma robándome mi vaso rojo y pasando un poco de contenido a éste—. Además de que también es mi preferido. —Hace la misma mueca que yo cuando lo toma y me río un poco. Pensé que él ya era todo un experto o algo así—. Okay eso debería más que bastar —sacude la cabeza y cierra los ojos—. ¿De dónde sacaste tal cantidad de tequila, Alana? Aquí adentro todavía hay para una fiesta completa.

Creo que sí me pasé llenando todo un vaso. Ni se diga dos. Nótese ahí mi poca experiencia en el alcohol. Creo que no sé calcular.

—Bueno, mejor. Tráetelo y si crees que no fue suficiente con lo que tomé para comprobar lo que quieres comprobar tomo lo que sea necesario. —Creo que esa frase fue demasiado rebuscada.

«¿Tomo lo que sea necesario?»

¿Tan enojada estoy con los del estúpido concurso de danza aérea? 

Alex está un poco sorprendido. Pero claro, no me detiene de tratar al tequila como si fuera agua, ¿verdad? Otra razón más para pensar que no le importo yo ni el hecho de que esté haciendo locuras por mi actual inestabilidad mental.

«Por eso me cuido yo sola»

Vacía lo que queda del vaso del baño y lo pasa al de plástico. Todavía es como la mitad y yo ya comienzo a sentir mis piernas adormilarse.

—Vamos pues —le digo dirigiéndome al clóset.

—Hay que esperar unos minutos más —dice firmemente—. No vale si no te ha hecho efecto.

Pongo mis ojos en blanco y me dejo caer sobre la cama.

—Como quieras. —Me acuesto en la orilla boca arriba y cubro mi rostro con los brazos para descansar un rato.

Escucho un poco de movimiento a mi alrededor durante lo que son unos tres minutos y me sobresalto cuando comienzo a escuchar música electrónica salir de un celular.

—¿Qué rayos es eso? —abro los ojos en busca de lo que supongo será el teléfono de Alex.

—Puse una playlist de Spotify —informa y yo hago mis mejores esfuerzos por levantarle una ceja—.
Ya sabes: Mix "encerrándome con una chica en el armario". 

Abro mucho los ojos y sin pensarlo le lanzo una almohada que tengo junto. Le da en el costado y se ataca de risa.

—Ya, ya —esquiva mis miradas asesinas sin apagar su sonrisa—. Es para ponerle ambiente. No son solo el tequila, la persona y el armario los que te despiertan las hormonas en este jueguito. Es también la música. Estoy recreando la escena de una fiesta, ¿sí?

Lo miro divertida.

«El León, La Bruja y El Ropero...»

Okay, ya se me subió.

—Y échale aguacate si quieres. No vas a conseguir nada. —Me levanto de la cama sin hacerle caso al mareo y voy directito al vaso que Alex tiene en la mano para darle un buen trago, sin quitárselo.

O sea, sí. Literal tomo el vaso con todo y su mano y lo llevo a mi boca. Ambas rozan pero él no hace ningún intento por soltarlo. Y yo... Pues ya ni modo.

—¿Ahora sí podemos empezar? —lo miro expectante y me alejo un poco.

Levanta la vista hacia mí lentamente y luego gira el vaso lo más que puede hasta posar su boca en el punto exacto donde mis labios tocaron el vaso.

«¿En serio?»

A partir de ahí también da un trago para después sonreírme mostrando los hoyuelos.

—Que comience el juego.

(...) 

Oigan... ¿Qué mierdas es esto?

Lo siento por la palabra... Pero está más pequeño que el de mi habitación.

Y obviamente parece la cueva del lobo aquí adentro. Lo único que me salva es que, por suerte, está casi vacío. Digo, hay como una chamarra y una camiseta, y hasta ahí. Solo por eso hay un poco de espacio vital acá adentro.

Aunque, a decir verdad, cuando propuse esto tenía en mente un armario tamaño Hannah Montana.

«Es el closet de un hotel, ¿qué esperabas?»



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En el texto hay: apuesta, amor, chicomalo

Editado: 29.07.2019

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