Es una apuesta

Ya sé por qué

Estoy sentada en una mesa detrás de alguna calle cerca de mi casa. No sé si lo he mencionado antes, pero probablemente sea mi lugar favorito. Casi no hay gente, es como otro mundo bastante cerca del mío. Sin embargo, es uno donde no tengo que prestarle atención a nada ni a nadie. Y a veces necesito de estos momentos.

En la mesa de al lado hay una chica con su computadora, junto a otra que usa un collarín. Ellas están conversando, aunque, sinceramente, la primera parece hacerle más caso a la pantalla.

Por otro lado, hay unos chicos sentados en el pasto que no se preocupan por intentar conversar. Simplemente traen sus audífonos puestos, lentes de sol y se acuestan ahí, uno al lado de otro.

Vaya, no es que casi no haya gente. Pero, mejor dicho, no hay gente que yo conozca, lo cual es casi lo mismo. Aquí no necesito aparentar nada ni me preocupa lo que piensen. No me importa que me vean sola, como suele suceder cuando estoy rodeada de personas que conozco. En realidad, la soledad la define la relación que guardas con las personas a tu alrededor y no el hecho de estar sola en sí. Es la profundidad de las conexiones.

Para mí, todos necesitamos momentos de soledad, sin conexión.

Después de un rato decido regresar a mi casa y encuentro a mi hermano sentado en la sala rodeado de carpetas, libros, papeles, una taza de café y la computadora encendida.

—¿Todo bien? —pregunto con una pequeña risa por la imagen.

Como no recibo respuesta o una mirada siquiera, continúo a la cocina y me sirvo un vaso con agua. Desde la barra vuelvo a preguntar.

—¿Alonso?

—¿Eh...? —responde despegando la mirada de la pantalla, totalmente despistado. Me río levemente y recargo el vaso en la encimera.

—¿Qué haces?

—Hermana, te presento a la vida universitaria —responde habiendo ya volteado su mirada hacia la computadora de nuevo.

Ruedo ligeramente los ojos con una pequeña sonrisa y me dirijo a mi cuarto. No sé por qué, pero solía pensar que mi hermano no estudiaba o algo. Por lo menos jamás lo había visto haciéndolo aquí en casa.

Entonces subo a mi cuarto y me pongo a leer para luego hacer tarea y al final meterme a bañar. Ya han de ser las 8 de la noche y decido prender Netflix un rato antes de bajar a cenar. Después de 26 minutos de Black Mirror recibo un mensaje en mi celular que decido ignorar hasta que diez minutos después llega otro. Cuando lo tomo observo en la pantalla dos mensajes de Alex.

«Alex, ¿por qué siempre quiere algo?»

El primero dice: Ya sé por qué

El segundo es un emoji de cabra (🐐) que seguro mandó para que mi teléfono sonara dos veces.

Entonces escribo: ¿Qué cosa?

Y él contesta: Ven al departamento.

Yo, obviamente, le digo: Jajajaja no.

Decido ignorarlo porque en verdad no sé cuál es el asunto con Alex, es una persona demasiado extraña y definitivamente no voy a ir a su departamento, menos con todos estos enigmas. ¿"Ya sé por qué"? ¿De qué habla?

Vuelvo a darle play a Netflix y cuando el episodio termina bajo a hacerme unas quesadillas con frijol acompañadas de jugo de naranja. Después regreso a mi cuarto y me meto en la cama con el celular en la mano.

Por supuesto, otro mensaje: Abre la ventana.

Maldita sea. ¿Qué es esto? Es ridículamente cliché que se aparezca en mi ventana a las 10 de la noche, por no mencionar que ya lo ha hecho antes.

¿Es en serio que estás en mi ventana?, escribo con nada de ganas de pararme, mucho menos de abrirle, pero ya me estoy resignando a levantarme de la cama y rodarle enormemente los ojos. Por lo tanto, me arrastro por la cama y comienzo a dar lentos pasos.

Entonces contesta: Jajajaja no.

Ahora sí frunzo el ceño y doy un fuerte suspiro, pero también debo admitir que me causó un poco de gracia que imitara mi mensaje anterior... ya saben. Buena jugada.

Le mando el emoji de cabra 🐐 (o lo que sea este animal) y regreso a mi cama.

Pero ya en serio, sí te necesito decir algo. Te veo en el parque.

Eso es lo que dice su último mensaje, al que contesto: ¿qué me quieres decir?

Obviamente no quiero verlo en el parque y menos a esta hora, cuando ya estaba por dormirme. No es el parque en el que estaba hace rato, sino uno con juegos infantiles y toda la cosa a dos minutos de mi casa. Pero aun así, ¿a esta hora? ¿Qué podría ser tan importante?



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En el texto hay: apuesta, amor, chicomalo

Editado: 29.07.2019

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