Es miércoles.
Día de clase de deportes (que no me gusta nada). Día de entregar la tarea de matemáticas. Día de comenzar a escribir el ensayo de historia si pretendo pasar la materia.
Día de ir a una cita en el súper.
Tengo esta tendencia a crear imágenes en mi cabeza de cómo será el resto de mi día, me cuesta trabajo no ver con claridad las cosas que sucederán. Si no logro hacerlo me siento totalmente fuera de control. Y en este momento lo estoy, porque ¿es acaso posible imaginarse una cita en el súper? No lo logro, en verdad no puedo. ¿Alguien puede?
Durante clase de deportes me golpean fácil tres veces con la pelota mientras jugamos quemados. Por lo general, suelo correr detrás de algún compañero de mi equipo para crear una barrera humana y encogerme como si aquello fuera a evitar el golpe. Por lo general así transfiero mi ansiedad. Pero en estos momentos estoy tan ansiosa que mi existencia consiste en moverme torpemente y recibir golpes. No puedo hacer nada.
Lo peor es que no es ansiedad de la buena, señores. Es ansiedad nivel presión en el pecho y estar al borde de un ataque de pánico. Me tiene de nervios mi existencia en este momento. Punto.
También durante el recreo, mientras estoy comiendo mi sándwich, percibo mi pierna moviéndose a mil por hora en lo que intento prestar atención a Dana, una compañera de algún equipo (que francamente ahora no recuerdo... ¿del trabajo final de inglés quizá?).
Hace una hora recibí un mensaje de Alex, diciendo que pasaría por mí a las 4:45. Por alguna extraña razón, al leerlo mi ansiedad creció y casi me impulsó a correr a mi cama y fingir que estoy enferma.
«Hace mucho que no me enfermo, podría ser un buen día»
Es que es en serio, algo está presionando mi pecho y no parece irse. Lo peor es que estoy segura de que mejoraría si solo le digo que no a Alex. Todo era más sencillo antes de conocerlo, no sentía que las cosas estuvieran fuera de control. Ahora me siento ajena a mis propios pensamientos.
Sin embargo, esta cita es un cierre. Puede que, en teoría, la apuesta continúe por unas semanas más, pero él mismo la llamó "una última cita". Y creo que sí lo es.
—Te veo allá —recibo en un mensaje de texto sin más explicación.
—¿No ibas a pasar por mí? —respondo algo sorprendida y, para ser honestos, disgustada.
—Nop.
¿Es en serio? Lo único que podía haber convertido esto en una cita era que él pasara por mí. Y ni siquiera eso. ¿Qué le sucede?
Es más, en ese caso ni haré el esfuerzo de arreglarme. Tan solo tomaré mi pequeña bolsa y me dirigiré al supermercado más cercano. Si no es ahí donde está Alex, ni modo.
Una hora después estoy saliendo del coche de mi hermano para entrar por las puertas del lugar. Sí... Tuve que pedirle a Alonso que me llevara porque Alex no quiso pasar por mí. Qué tontería.
—¿Me compras jamón serrano? —suelta antes de que yo cierre la puerta del copiloto.
—Eh... Claro —respondo para no tener que decirle: en realidad vengo aquí para una cita.
Me despido y espero a que se vaya para ponerme en marcha. Al entrar paso por aquellos detectores que tienen en las tiendas, mismos que suenan para darme la bienvenida. Me quedo un rato ahí parada observando lugar; pasillo de lácteos, de frutas y verduras... No hay modo de que esto sea una cita. Después de 5 minutos comienzo a pensar que se trata de una broma. Aunque en teoría podría decirse que yo lo propuse... ¿Quizá yo estoy haciendo la broma? Me río de mi pensamiento.
—¿Ya llegaste? —leo en el celular y sacudo mi cabeza.
—Estoy en la entrada —escribo sin mucho ánimo.
—Sal al estacionamiento, a la derecha.
Ruedo los ojos y regreso a donde estaba hace unos minutos, pero ahora giro a la derecha y lo busco entre la poca gente que hay por ahí.
—Hola —se aproxima casi sigiloso cuando voy caminando por una pequeña banqueta cerca de una salida de emergencia.
Entonces volteo y lo encuentro a mi lado con una rosa en mano y su brillante sonrisa a tope. Casi olvido que lo primero que pretendía hacer al verlo era preguntar por qué no había pasado por mí. Sin poder regresar a aquel plan, extiendo la mano y simplemente tomo la flor.
—¿Por qué...? —lo miro extrañada pero también con una pequeña sonrisa.