Cuando Alex comienza a caminar en dirección a la ventana no puedo evitar rodar mis ojos.
—¿Qué haces?
—¿Salir? —responde después de voltear a verme, esbozando una ligera sonrisa y mirando al techo mientras estira su cuello, lo cual me permite ver su pronunciada manzana de Adán.
—Mis papás no están, ¿sabes?
—¿Y cómo voy yo a saberlo? ¿Por qué crees que entré por aquí?
Entonces me río suavemente y desvío mi mirada al piso.
—Igual no puedo salir así si vamos a una fiesta- añado señalando mi ropa después de observar el pantalón deslavado que traigo puesto.
—¿Y por qué no puedo ir saliendo? ¿Querías que me quedara a ver cómo te cambiabas? —dice levantando una ceja con cinismo.
—Espera, tengo una mejor idea —agrego espontáneamente antes de siquiera procesar su comentario.
Él fue el que hizo mención de que yo sería su "novia falsa". Bien, si eso es lo que quiere es lo que tendrá.
—Antes tenemos que ir de compras —digo regodeándome con una sonrisa.
—Estás loca —responde él sin tomarme en serio.
—Hey, esto es lo que tú querías. A las chicas nos gusta ir a comprar ropa, y me vendría bien un compañero, aprovechando la situación.
Hace un leve gesto de desagrado frunciendo sus cejas y entrecerrando sus ojos, por lo cual añado: -Además, eso puede ser parte de mi premio.
—No has ganado —me dice acercándose un poco a mí.
—Pero lo haré —añado para concluir con nuestra pequeña discusión levantando la barbilla para que quede en evidencia mi aire de superioridad.
Si íbamos a hacer esto, ¿por qué no hacerlo bien?
Alex me observa por unos segundos para luego mostrarme sus blancos dientes por demasiado tiempo para el tipo de comentario que yo le acabo de hacer.
—Está bien —responde sin perder su sonrisa, lo cual me desconcierta un poco.
—Perfecto —termino por añadir.
Entonces apago la tele y me quedo analizando la rareza de que este chico a quien conocí hace unos días esté en mi cuarto de nuevo.
—Vamos —señalo la puerta con mi cabeza y tomo un bolso improvisado. En éste meto mi celular, unas cuantas piezas de maquillaje que se encuentran abandonadas en un cajón de mi tocador y me conformo con lo demás que hay adentro, lo cual se quedó ahí la última vez que usé esta bolsa café.
Una vez abajo tomo mi cartera y las llaves de la casa.
—¿Dónde está tu moto? —pregunto al rodear la calle con la mirada y no encontrarla.
—Hoy no está mi moto.
—¿Por qué? —cuestiono mientras seguimos caminando en dirección contraria a mi casa.
Alex saca unas llaves del bolsillo de su pantalón y apunta a un coche gris cuyas luces se prenden inmediatamente.
—Estoy lleno de sorpresas —añade después de abrirme la puerta.