Es una apuesta

Yo nunca nunca

—¿Conoces a mucha gente aquí? —decido preguntarle tras identificar que el chico de la entrada no es el único al que conoce.

Se queda unos segundos sin contestar mientras caminamos en dirección a lo que parece ser un sótano.

—Algo así —dice por fin.

—¿Cómo que algo así? —pregunto llena de dudas.

—Conozco a algunos —confirma algo cortante—. Hey, mira —añade cambiando completamente de tema y señalando con el dedo índice un punto de la sala—. Aquí están jugando cartas. Por allá hay billar, beer pong, y múltiples juegos que involucran alcohol, de los cuales supongo no querrás saber nada. Pero podemos buscar algo más.

Lo interrumpo levantando una mano y haciendo fruncir mis cejas.

—¿Y quién dice que no quiero jugar? —reprocho sabiendo que me acabo de contradecir de manera masiva. Todo por no darle la razón ni dejarlo leerme con tanta facilidad.

—¿Estás hablando en serio? —lleva las manos a su cadera y niega con la cabeza—. ¿Qué sucede contigo, mujer? —expresa con una sonrisa de incredulidad.

—Es diferente —entrecierro los ojos y estiro mi columna—. Una ronda de "yo nunca nunca" no me matará.

—Porque el shot de la entrada sí iba a hacerlo —expresa con sarcasmo y diversión.

Le ruedo los ojos como si quisiera darle a entender que no comprendió la situación por su falta de inteligencia y percepción, cuando en realidad sé que soy yo la bipolar.
Lo que sucede es que en realidad sí me quiero divertir. Ya estamos aquí. Y si yo llevo el ritmo todo está bien.

 

De todos los grupos de juegos, aquél parece el más tranquilo. He ahí por qué lo propuse.
Cabe mencionar que con tranquilo me refiero a que no involucra quitarse la ropa o beber una botella completa, como puedo observar en otros a mi alrededor. En éste tan solo tengo que servirme la bebida de mi elección y tomar de ella cada vez que alguien haga una afirmación que sea cierta para mí. Ejemplo, si alguien dice: "yo nunca nunca he comido un burrito", yo tendría que tomar de mi vaso porque sí he comido uno.

En teoría, la principal atracción aquí no es el tomar demasiado, sino ver cuándo los demás concursantes toman de su vaso, confesando indirectamente ciertos secretos.
No es como que yo conozca a alguien aquí, pero no estaría de más saber ciertas cosas de Alex.

Nos unimos al círculo después de tomar ambos una bebida dulce de la barra, preparada con vodka y varios jugos que encontramos. Los ocho concursantes nos reciben con los brazos abiertos.

Las confesiones comienzan siendo un tanto absurdas, hasta que llegamos a la parte que involucran sexo, drogas, y hasta crímenes. Sorpresivamente, dos de las chicas toman de su vaso cuando alguien dice: "yo nunca nunca he cometido un delito", y entonces me vuelvo a preguntar a dónde rayos me trajo Alex. Lo único que logro descubrir de él es que, obviamente, no es virgen y tampoco tenido una relación seria. Nada que yo no asumiera ya.

El grupo poco a poco va dispersándose hasta que solamente quedamos una chica de pelo morado, un muchacho un tanto flaco, Alex y yo. El juego pronto se vuelve poco interesante y la chica es la primera en hacer algo al respecto.

—Bueno, creo que esto se está poniendo aburrido —dice al tiempo que pasa sus brazos alrededor del cuello del otro chico y acaricia su pecho para comenzar a besarlo apasionadamente sin previo aviso.

Sin pensarlo demasiado, se sienta en su regazo y la situación comienza a ponerse aún más incómoda. Entonces volteo a ver a Alex, quien se pasa una mano por la nuca esbozando una ligera sonrisa, como diciendo: "no puede ser". Rápidamente me pongo de pie y escucho sus pasos seguirme en dirección a una puerta corrediza que da al jardín.

—¿Qué fue eso? ¿Por qué te fuiste? —reclama a mis espaldas sin voz de extrañeza. Más bien suena divertido.

—¿Bromeas? Ellos claramente querían su espacio —aparto un molesto mechón de mi frente cuando volteo a dirigirle una mirada.

Sus labios se curvan en dirección al cielo haciendo que su abdomen se contraiga por la pequeña risa que mis palabras le ocasionan.

—Querían que tú y yo hiciéramos lo mismo.

En eso, definitivamente soy yo quien suelta una carcajada. Siempre está buscando excusas para acercarse demasiado a mí y ganar la apuesta.

—Tú querías que hiciéramos lo mismo —confirmo como si el haberlo descifrado fuera una revelación.



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En el texto hay: apuesta, amor, chicomalo

Editado: 29.07.2019

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