—¿Difícil? Ya quisieras —respondo y, muy a mi pesar, me acerco incluso más.
La canción que está sonando es realtivamente lenta, por lo que, a diferencia de la música electrónica de hace rato, se presta para bailar en pareja.
«Exacto, en pareja» No en "señor insoportable + chica cansada que ya no quiere estar aquí".
Al principio me resisto un poco. Mi mandíbula está tensa al igual que mis hombros y mi mente. Sin embargo, pronto decido rodear su cuello con los brazos provocando el tacto de su tibia piel. Antes de poder siquiera asimilarlo, siento su agarre rodear mi cintura con firmeza y me veo en la necesidad de tragar saliva múltiples veces. Esto es muy incómodo y no sé hacia dónde dirigir mi mirada.
Primero opto por observar el suelo. Pero cuando lo hago siento su mano izquierda desprenderse de mi espalda y llevar el dedo índice a mi barbilla para obligarme a mirarlo a los ojos. Como aquí son pocas las luces que caen, éstos se ven más oscuros, además de que puedo reparar en que su piel es extremadamente perfecta.
¿Cómo es eso siquiera posible? La poca luz rebota en su cara y me confirma que esa piel es muy suave. Del mismo modo, sus gruesas y oscuras cejas me permiten volver a reconocer la iluminación de sus ojos claros, ya que hacen un perfecto contraste incluso en la oscuridad.
«Ya se me subió el alcohol», confieso riendo para mis adentros cuando me sorprendo teniendo esos pensamientos. Así me pongo en las fiestas cuando ya tomé más de dos tragos pequeños. Sí, así de rápido.
Siempre comienzo a ver a todos los chicos más hermosos. Digo... No que esté viendo a Alex hermoso. Simplemente se me olvidó por un segundo que es odioso.
—¿Qué pasa? —pregunta él sacándome de mis pensamientos. «Por suerte».
—¿Eh...? —contesto separándome ligeramente de él, pero no me suelta—. Nada. ¿Por qué pasaría algo?
—Porque estuviste examinando mi rostro como por dos minutos seguidos —hace crecer su sonrisa y se encoge rápidamente de hombros todavía con las manos en mi cintura—. No esperaba menos, pero pensé que la apuesta se prolongaría un poco más.
Sacudo mi cabeza.
—No he hecho nada para demostrar lo contrario —explico, a la vez que opto por recargar mi cabeza en su hombro.
¿Por qué hice eso?
Para no tener que ver su rostro.
¿Fue la mejor decisión que pude tomar?
Para nada.
Él va a interpretarlo como algo más, pero en realidad lo hice para no tener que mirarlo. Y porque estoy cansada. Y porque... ¿por qué no?
Hundo mi cabeza sobre su chamarra y me es inevitable aspirar su colonia.
«Huele demasiado bien»
Repito: si había tomado poco alcohol, éste ya se había se había esparcido hasta nublar cualquier razonamiento lógico. Porque de pronto comienzo a pensar que probablemente exista una buena persona debajo de toda esa apariencia de chico malo y mujeriego.
Quizá la apuesta es algo tonta, ¿quién quita y me sorprende? Probablemente en verdad quiere una oportunidad. No está tan mal salir a divertirse.
—Pero miren nada más —exclama un chico alto y moreno a nuestras espaldas—. Si Alex no estaba mintiendo.
Entonces lo separa de mí y le da unas palmadas en la espalda.
—¿O es que a ella la encontraste en la fiesta y nos quieres tomar el pelo? — comenta riendo junto con otros dos chicos que se incorporan a la conversación.
—Eh... —Pasa una mano por su cabello y me señala, pero no me mira—. Ella es Alana.
Comienzo a mirar a mi alrededor en busca de respuestas, no entiendo si esto es normal.
—¿Es ella de quien nos hablaste? —cuestiona el chico con mirada retadora y firme.
«¿Qué?»
Alex parece dudar por un momento antes de contestar, pues voltea a verme con ojos entrecerrados y cierta agitación, pero rápidamente regresa al muchacho.
—Sí —dice por fin.
«¡¿Qué?!»
—Eso espero, cachorro —dice el joven en tono ciertamente amenazador y un tanto alarmante.
¿Qué. Está. Pasando?
Cuando se alejan, Alex intenta desviar la mirada. Pero ahora soy yo la que lo enfrenta.