Tal como prometió, detiene su moto junto a un árbol a, fácil, cuatro metros de mi casa. En realidad es ridículo, no sé por qué me hace caminar más. Sería mil veces mejor dejarme en mi puerta y ya.
Me bajo de su moto y volteo para encontrarlo poniéndola de nuevo en marcha. Se despide de mí levantando dos dedos de su frente hacia afuera.
Solamente niego con la cabeza y comienzo a caminar. No puedo evitar pensar en su montaje, en cómo pensó en hacer parecer que estoy volviendo de un día cansado.
Me parece algo tonto, pero podría no ser tan aburrido imaginar que mi vida es interesante por una noche.
Que soy una chica común de diecisiete años que no puede esperar a que sea de noche para escaparse de casa con su novio. Que me encantan las fiestas y siempre soy el centro de atención. Que me castigaron el fin de semana pasado pero aun así desobedeceré a mis papás y llegaré a las cuatro de la mañana para que se enojen aún más. Así que, a excepción de que el rol del novio será interpretado por Alex en esta película, todo lo demás puede salir bien. Porque en verdad tengo ganas de que las cosas no sean tan monótonas y aburridas en mi vida.
Saco mis llaves del bolsillo de la chamarra y camino hasta estar enfrente de mi puerta. Parece no haber nadie en casa, así que prendo las luces de la sala para ver por dónde camino. Me dirijo a mi cuarto después de subir las escaleras y comienzo a sacar literalmente toda mi ropa. Pero cuando me doy cuenta de que no sé ni a dónde vamos me detengo a tomar aire. ¿Por qué insistir en que sea una sorpresa? Las chicas necesitamos saber cómo vestirnos.
Me quedo mirando un vestido y lo coloco encima de mi cama. Es prácticamente el único que tengo, además del que compré la última vez que salí con Alex. Escucho de pronto mi puerta rechinar y doy un brinco cuando observo una sombra entrar por mi habitación.
—¡Me asustaste! —suelto un grito a mi hermano.
—Alguien estará muy preocupada planeando una escapada entonces —añade señalando la ropa en mi cama.
—Para nada —intento pensar en una excusa—. Sólo arreglo mis cajones.
Levanta las cejas.
—Bien, sí, voy a salir —agrego rápidamente al entender que no puedo mentirle por completo.
—¿A?
—A una parte.
«¿Qué? Es verdad, ni yo sé a dónde voy a ir».
—¿Con quién?
«Bien, eso sí lo sé».
—¿Por qué el interrogatorio? —pregunto a la defensiva.
—Porque nunca te había visto tan nerviosa. —Fija en mí aquellos ojos paternales y sobreprotectores que tiene.
Solamente desvío la mirada. No pienso decirle que saldré en una cita con un mujeriego que ni siquiera me gusta.
—Voy con unas amigas nada más. Igual no es como que tú me mantengas actualizada acerca de tu paradero. ¿No se suponía que te quedabas hoy en el campus? —pregunto para desviar la atención.
—Cambio de planes. Igual por mí mejor que salgas porque invitaré a unos amigos.
—¿Una fiesta en casa? —lo miro extrañada. No es muy de él hacer ese tipo de cosas.
—A nadie le importa de todas maneras.
Doy un fuerte suspiro. Me hiere que se refiera a mis padres como unos despreocupados. No digo que no lo sean, pero aun así duele. Claro que si llegasen a enterarse de una fiesta en casa nos colgarían. La cosa es que sería muy difícil que lo supieran porque nunca están.
—¿Mamá no va a regresar hoy o qué?
—Fue a cubrir en San Fernando, está a fácil dos horas entonces se quedará en un hotel y regresa mañana o el domingo.
Bien, no podré ser la chica mala que llega a las cuatro de la mañana y sus papás la castigan, porque no hay papás que me castiguen. No se puede ser mala si nadie se entera.
Sin embargo, ahora mismo tengo otro problema: Mi hermano está aquí y no hay modo de que no me vea salir de casa en la moto de Alex.
No quiero que haga preguntas, no quiero que piense que si estoy saliendo con él es porque me gusta. Tampoco me gustaría que supiera que estoy saliendo con alguien que no me gusta. Menos quiero que se entere de mi apuesta con un mujeriego. Simplemente no tiene caso, una vez que la apuesta termine todo volverá a la normalidad.