Se queda mirándome por unos segundos más y aparta la vista lentamente.
—Vamos —cambia el agarre de su mano y recarga su palma en mi espalda. Parte de mí se siente totalmente aliviada de no tener que caminar de la mano de Alex.
—¿Por dónde empezamos? —pregunto saliendo del shock, simplemente caminando, aún sintiendo el calor de su mano a través de mi suéter.
—El espectáculo de ópera no estaría mal —dice sin un programa en la mano o algo que pueda guiarlo.
—¿Cómo sabes qué atracciones hay? —cuestiono con interés. ¿Será que ya ha traído a otras tres chicas, o algo así?
—Tengo mis trucos.
—No soy la primera a la que traes, ¿cierto?
Él continúa avanzando y mira al piso con una sonrisa en el rostro. Se toca la barbilla con los dedos y entrecierra los ojos.
—No lo puedo creer —agrega.
—¿Qué? —desacelero el paso.
—Que además de dártelas de desinteresada no puedes esconder tus celos.
Me freno apartándome de él para quedar de frente.
—¿Disculpa? ¿Celos? Eso sí que n...
—Hey, lo sé, tranquila —dice dando un paso hacia mí y rodeando la parte trasera de mi cuello con su mano como si lo estuviera protegiendo.
No me animo a mirarlo a los ojos porque incluso temo chocar con su rostro al levantar el mío debido a la cercanía que estamos manejando en estos momentos.
—La había visitado en otra ciudad —escucho mientras observo su pecho cubierto por su camisa. Pongo mis manos sobre éste y lo empujo suavemente hacia atrás.
Ahora sí lo miro a los ojos y digo:
—No estaba celosa.
Caminamos en dirección al tal espectáculo de ópera. No entiendo el chiste de éste, pero nunca he ido a uno, así que no puedo juzgar.
—¿Otra ciudad? —comento cuando ya habíamos dado por terminada esa conversación—. ¿Cómo es que el programa es igual aquí que en otra ciudad?
Mete las manos a sus bolsillos y se encoge de hombros.
—Lo que sucede es que ésta no es cualquier feria. Es de una compañía que se dedica a recrear cosas del pasado, momentos clásicos... Para viajar en el tiempo, o lo más similar a eso. En este caso, trajeron una feria clásica. A veces montan un mercado medieval o quizá obras de teatro como en la época de Shakespeare... puedes sentir como si estuvieras en su Wooden O.
—Eso suena muy bien...
—¿Verdad? —responde con cierto entusiasmo. Tanto que hasta sus ojos se iluminan en la noche.
—¿Te gustan las cosas antiguas?
—Me gustan muchas cosas —añade primero con sinceridad, pero luego lo arruina completamente cuando se da cuenta de que esa frase puede también utilizarse como él siempre utiliza las frases. Por eso levanta sus cejas hacia mí y me guiña el ojo.
Genial, es como si no fuera capaz de preocuparse por mis ojos, que viven rodando tras sus comentarios. Es en serio, ya duelen.
Me resigno a que simplemente así es él y continuamos con nuestro recorrido hacia la carpa.
—¿Estás seguro de que es por acá? —lo cuestiono cuando comienza el área de comida.
—No —echa a reírse.
—¿Qué? Genial, estamos perdidos.
—No podemos estar perdidos si no sabemos a dónde vamos.
—Mmm, te recuerdo que sí sabemos a dónde vamos.
—Yo no —ríe más.
—¿Qué? —Volteo a verlo, pero la rueda de la fortuna me deslumbra.
—Lo siento, tenía 8 años cuando fui a la otra feria.
—¡Alex! —grito y no puedo evitar reírme un poco también.
—Aunque recordara y el espectáculo siguiera vigente, nada me aseguraría que estuviera en el mismo lugar de antes.
—¡Exactamente! ¿No pensaste en eso?
—Alana, querida, yo pienso en todo. Simplemente quería caminar otro rato antes de que quedes absorta por la belleza de estos espectáculos y ya no vayas a hacerme caso a mí.