Una vez que pasamos el suelo en movimiento y otra sala llena de almohadas para hacer una pelea con ellas (cosa que obviamente me rehusé a hacer), nos encaminamos directamente a otra fila que se forma frente a un canal de agua. En él comienzan a pasar una especie de botes, bastante modernos, en forma de corazón, que se pierden detrás de un túnel una vez que la pareja se subió en ellos.
Esperen, ¿así que apenas esto es el túnel? ¿Qué hay de todo por lo que acabamos de cruzar, que a mi parecer fue suficiente?
Cuando nos encontramos frente al nuestro, Alex me cede el paso extendiéndome una mano. Decido tomársela dado mi historial de caídas en pisos endebles dentro de este juego.
El bote tambalea un poco, lo que me hace apretar más fuerte su mano para encontrar estabilidad y él responde con más fuerza haciéndome sentir como si yo estuviera a punto de caer de un acantilado y de la presión aplicada en su mano dependiera si voy a caer o no. En serio Alex, no tienes que dejar tu vida en ello, no moriré aquí. Él mismo se da cuenta de esto y la suelta una vez que ya estoy dentro de la lancha. Entonces tomamos asiento.
Al darme cuenta de lo lento que va esta cosa, decido ponerme cómoda. Pero lo único que logro es preocuparme por el tiempo que tendremos para hablar.
—No voy a discutir lo de la apuesta ahora, ya te dije que eso será en la rueda de la fortuna —comento al ver sus intenciones de seguir con el tema.
—¿Porque planeas lanzarme cuando estemos en lo más alto?
—Sí, exacto —digo sarcásticamente.
Ambos reímos.
—Bueno, si no quieres hablar de eso entonces cuéntame cualquier otra cosa.
—¿Qué quieres que te cuente? Que no involucre mi vida amorosa... O mi vida en general.
—¿Por qué te rehúsas a que te conozca, linda?
—Porque me llamas "linda". Justo por eso.
—Sí, bueno, no dejaré de hacerlo. Porque creo que esa palabra fue inventada en tu honor.
Me ruborizo sin poder evitarlo.
—¡Eres de lo peor! —le digo.
—¿Porque te hago sentir cosas que nunca antes habías sentido?
—Quisieras —respondo con una creciente incomodidad que hace que cruce los brazos.
—Te encanta que te diga esas cosas.
—Tú no sabes lo que me encanta.
—Pretendo averiguarlo —dice guiñándome el ojo, y estoy segura de que no se refiere a mi color favorito.
Tengo unas ganas inmensas de lanzarme al agua, pero estoy segura que no lo vale si debo arruinar mi calzado.
—Pensé que ya estabas controlándote un poco —digo todavía de brazos cruzados—. Es porque dije que me saldría de la apuesta, ¿verdad?
—¿Por qué sería esa la razón?
—Para recordarme por qué entré en ella en primer lugar. Lo tienes todo planeado.
—Quizá —responde con una media sonrisa, buscando burlarse de mí.
—¿Sabes algo? De una vez deberíamos... —alcanzo a articular mientras siento cómo mi asiento comienza a moverse acercándome más y más a él.
¿Qué rayos es esta porquería?
De pronto una música "romántica" comienza a sonar y el bote dentro del que estamos empieza a formar una cápsula a nuestro alrededor, la cual parpadea en un tenue color violeta.
Bueno, al parecer, más que un bote, esto es uno de esos carros futurísticos que cambian de forma.
Repito, ¿qué rayos es esto?
Nuestros asientos comienzan a acercarnos lentamente y lo único que se me ocurre es seguir con nuestra conversación, ya que no se puede quedar así. Y pienso ir en contra de las jugadas románticas de esta tonta atracción inútil.
¿Qué no tienen consideración por chicas que entraron aquí por una apuesta? ¿Eh?
Aun así yo intento voltear mi cuerpo pero me es algo difícil, dado que estoy usando un cinturón que me impide darle la espalda. No sé si los creadores de este recorrido tenían en mente un momento de intimidad donde los participantes podían besarse apasionadamente. Pues no es el caso, más bien parece un intento de secuestro.
Completa invasión del espacio personal.
—De igual modo no creo que quieras seguir perdiendo el tiempo si ya te quedó muy claro que... —Soy interrumpida por la palma de su mano que suavemente se posa sobre mi boca y puedo sentir sus dedos jugar con mis labios delicadamente en lo que es casi una fracción de segundo.