Es una apuesta

Ganaste

Tengo que dejar de pensar por un segundo. Dejar de pensar en los inconvenientes, en el miedo y en lo extraño que es todo esto. Me pido a mí misma olvidarlo y solo dejar que pase.

—Quiero que sea enorme... —digo, sintiéndome un poco más segura con respecto a toda la situación. Ahora soy yo la que puede hablar como se le dé la gana y decir lo que quiera—... el algodón de azúcar.

Suelta otra carcajada ante mi comentario.

—Está bien —responde simplemente.

Comienza a recorrer de nuevo mi cuello con la mano y a acariciar mi cabello.

Por lo menos me sigo sintiendo segura mientras no estoy de espaldas a él. Sé que no hay mucho que pueda hacer. Pero eso no evita mi necesidad de seguir respirando profundamente para proseguir.

—Pero no creo que vaya a haber algodón de azúcar para ti —dice en voz baja.

—Oh, yo estoy segura de que sí.

Mis palabras parecen desencadenar sus acciones.

Lo primero que hace es volver a acomodar mi cabello muy lentamente sobre mi hombro derecho para dejar libre el izquierdo, que es el que tengo más cerca de él.

Con este movimiento no olvida rozar sus dedos contra mi piel.

Bueno Alex, sigue así y voy a terminar acostumbrándome a tus dedos pasar por mi cuello. Ya ni sentiré el tacto. Los escalofríos definitivamente se están yendo. Perfecto para mí.

«¡Oye...!», me sobresalto cuando de pronto siento su respiración muy cerca.

Comienzo a preocuparme cuando hunde su cabeza en el hueco entre mis hombros y mi cuello, a la vez que recorre su mano a lo largo de mi brazo desde arriba hasta llegar a mi mano y de regreso.

—Tienes que relajarte —dice casi en una orden que apenas alcanzo a escuchar, puesto que las palabras no van dirigidas a mi oído. Sé que su boca se dirige a otro lado.

Mierda, mierda, mierda.

Sin embargo, el primer movimiento que siento es el de su mano pasar a mi cintura y solamente quedarse ahí.

«Bueno, ¿era eso necesario?»

En algún momento cambio de estar recargada sobre él a parecer una tabla sentada con la espalda recta, aunque el espacio entre los dos no se agranda. Sin que me dé tiempo de procesar su agarre en el costado de mi cintura, siento su nariz rozar mi cuello y por consiguiente sus labios posarse sobre él.

«Maldición»

Cierro los ojos para dejar de pensar. Pensar en los mil motivos por los cuales preferiría saltar de esta cosa que sigue a fácil 15 metros sobre el suelo.

Su respiración ahora es más pesada, y no puedo simplemente ignorar el extremadamente lento movimiento de sus labios al pasar por mi hombro e intentar subir hasta debajo de la nuca. Es casi un roce, de hecho. «Y yo un manojo de nervios»

Prácticamente solo siento la comisura de sus labios pasearse por ahí, y de vez en cuando presiona más fuerte en un leve movimiento. Esos escalofríos que pensé que se irían volvieron con una magnitud mil veces peor. Todo lo tiene pensado, cada movimiento es exacto. Puedo notar cuánto se está esforzando por ganar esta maldita apuesta.

Ahora ha dejado su boca en un mismo sitio por varios segundos, lo que acaba por ponerme más nerviosa.

Sin embargo, rápidamente vuelve a moverla suavemente sin despegarla del todo, recorriendo hasta llegar más arriba, casi hasta el comienzo de mi mandíbula. Pero para esto, y para que mi cara quede más a su alcance, ahora está buscando mis piernas con el brazo que no me rodea la cintura y se inclina un poco para encontrarlas.

Quiere que yo deje de darle la espalda, pero sabe que si nos giramos nuestras piernas chocarían y crearían un espacio entre nosotros. Primero me resisto porque no quiero quedar más de frente a él, pero si el reto es que yo no lo bese, significa que eso no pasará a menos que yo pierda.

Entonces cedo y él acaba por subir mis piernas a su regazo, mismas que se acomodan para usar las suyas como si fuera el asiento.

Así seguimos sentados, pero cerca. Demasiado cerca.

No ha dejado de rozar sus labios con mi mandíbula, y ahora, además de que me sostiene de la espalda, con su otra mano comienza a acariciar mi mejilla ahora que nuestras caras están básicamente de frente. A excepción de que la suya está besando el costado inferior de la mía.

Esperen, ¿qué? Esto no está bien. ¿Cómo llegamos a esto?

«Algodón de azúcar, recuerda el algodón de azúcar»



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En el texto hay: apuesta, amor, chicomalo

Editado: 29.07.2019

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