Ya hemos avanzado considerablemente con el proyecto de esta clase, pues cada integrante de mi equipo se encargó de hacer un protocolo de nuestro progreso e investigar algunos datos extra, además de realizar entrevistas a sus familiares.
—¿Por qué decías que no traes disfraz, Ally? —me reta de nuevo Samara cuando estamos reunidos en la mesa para continuar con el trabajo.
—Lo olvidé —digo por lo bajo, rodando los ojos ante su insistencia.
—Me pregunto cuál irá a ser tu castigo —dice con malicia—. Pero no te preocupes, conozco a algunos chicos de último grado y seguro los convenzo para que no sean tan malos contigo —me guiña el ojo pero luego luego voltea a ver a Alex.
Él se limita a torcer una sonrisa ante el evidente comentario de Samara para... ¿ponerlo celoso? ¿para casualmente mencionar que tiene amigos en último año? Quién sabe.
Rápidamente buscamos desviar, o más bien, volver a encarrilar la conversación para definir los siguientes aspectos de nuestro trabajo.
En teoría debíamos entregar todo esta semana, pero la parte de proyecto que aún tenemos que realizar fue extendida y ahora tenemos más tiempo.
¡Genial! Más clases de escuchar cómo Samara intenta hacerse la interesante enfrente de Alex.
—Me decías que tienes un plan para el trabajo, Alex —comenta aleteando sus pestañas y acercándose bastante a él.
—Sí, Alana y yo habíamos... —comienza.
—¿Sabes qué? ¿Por qué no nos reunimos... no sé... en tu casa, Alex?
Hago un intento por levantar una ceja, y aunque creo que no me salió nada bien, la intención fue real.
—Eh... Sí... Bueno no creo que sea la mejor idea —dice un poco incómodo.
Esto es bastante gracioso, puesto que está claro que a Alex no le gustó la idea pero tampoco parece poder negarse.
—¿Por qué no, Alex? Somos vecinos, quedaría perfecto —digo rápidamente con la intención de ver qué dice. Me fijo en cómo traga saliva y su mandíbula se tensa. No sé por qué no quiere que nos reunamos ahí.
—¿Vecinos? —escucho casi en un chillido, mezclado con una sonrisa fingida por parte de Samara.
Decidimos pasar por alto su pequeño ataque de celos y yo me vuelvo a reír para mis adentros.
—Claro... Si quieren... Puede ser en mi casa... —dice finalmente, buscando las palabras adecuadas sin éxito, pues ninguna de las dos nos la creemos. Obviamente prefiere que nos veamos en otro lado.
—¡No! ¿Sabes qué? Mejor ven a mi casa. Tengo jacuzzi, barra libre y una sala de cine —dice con voz seductora, y casi me siento demasiado incómoda para recordarle que si sigue hablando del trabajo en equipo yo también estoy incluída.
Pero lo hago.
—Bien, entonces nos vemos en tu casa, Samara —digo y puedo notar la molestia recorrer hasta el último rayo de sus ojos.
Claramente quería estar sola con Alex... Ni modo.
—Sí... —suspira con disgusto. Obviamente arruino sus planes de conquista, pero no pienso dejar de hacer el trabajo para complacer a esta chica.
—¿Quieren hacerlo de una vez hoy? Porque en realidad solamente tenemos que organizar lo del proyecto y ponernos de acuerdo... Estaría bien hacerlo ya para... —articulo pero soy interrumpida rápidamente.
—El miércoles a las cinco—aclara ella.
(...)
Después de un rato el timbre suena y Samara escribe su dirección en un papel floreado de su libreta, mismo que le entrega a Alex para luego salir del salón.
Yo solo me río de lo ridícula que se ve insinuándosele de ese modo a Alex.
—Guárdala tú —me sonríe y me entrega la hoja.
Si Sam Sam supiera que su adorado no va a llegar a enmarcar la hoja con su dirección...
Nos ponemos de pie y salimos del salón, él detrás de mí. Una vez que ya crucé la puerta para dirigirme al pasillo, siento su mano tomar gentilmente mi muñeca y cambiar mi dirección.
No me da tiempo ni de hacer preguntas, pues el recorrido es corto.
Ahora estamos en la pequeña terraza que hay junto a los baños, donde prácticamente nadie pasa y ya habíamos hablado anteriormente él y yo.
Siento el aire frío a comparación del del salón y estoy casi segura de que llovió mientras estábamos en clase, porque puedo aspirar la humedad en el aire.