A la mañana siguiente, por supuesto, no me pongo su ropa. Digo, ¿qué tan difícil podría ser para mí ingeniármelas para parecer hombre? No es nada que unos jeans desgastados y una camiseta grande no puedan remediar. No necesito de su ropa ni de la de nadie más.
Lo que sí hago es tomar la bolsa que cerré prácticamente con candado para no tener que volver a ver su contenido y la introduzco en mi mochila para entregarla a Alex en cuanto lo vea.
Como era de esperarse, él no está por ningún lado cuando llego al colegio. No aparece por los pasillos ni los salones; definitivamente no hay un chico usando mi vestido azul. Sin embargo, eso no significa que todos sean tan cobardes como él, puesto que el corredor está infestado por chicos con globos como pechos y pelucas ridículas de todos los colores. Incluso algunos están ingeniándoselas para caminar con tacones.
En verdad no sé a qué clase de escuela asisto.
La imagen es muy graciosa, aunque supongo que era demasiado para alguien como mi vecino. Niego con la cabeza, pues algunos chicos por lo menos improvisaron con un moño en la cabeza... Él simplemente no se presentó.
Qué gusto me da no haber usado su ropa tan solo para que me dejara plantada y quedara yo en ridículo.
El día pasa con rapidez y, efectivamente, Alex no apareció. No logro evitar rodarle los ojos en mi mente por no haber tenido los... el valor para aparecerse aquí y cumplir con su reto.
Mi última clase del día marca su fin con un timbre bastante molesto y me dirijo al estacionamiento, pues es ahí donde me recogerá mi mamá el día de hoy.
El movimiento en el estacionamiento es muy diferente, pues en él se reúnen todos los chicos "cool" con coche y los de sexto, cuyos disfraces son sin duda los mejores, se aglomeran en una esquina para platicar.
Me encamino a buscar el auto de mi mamá y no puedo evitar sentir cierto tipo de vergüenza por buscar un coche en el cual ocuparé el asiento del copiloto con mi mamá como conductora. Me gustaría tener unas llaves en mi mano y abrir los seguros desde aquí. Sería mucho más independiente si tuviera coche, en especial cuando mis papás se dan el lujo de hacerme esperar por horas u olvidarse de mí.
Por suerte éste no es el caso el día de hoy, pues alcanzo a ver el carro al fondo junto a un árbol. Apresuro mi paso, justo antes de que una molesta bocina comience a distraerme. Sé que no me están tocando a mí, pero no puedo evitar voltear hacia los lados.
Otra vez suena.
Continúo caminando.
—Psst —escucho demasiado cerca.
Me detengo por un momento pero sin duda sigo mi camino, en especial porque mi mamá acaba de hacerme una seña con la mano.
—¿Quieres ver o no? —Me freno en seco cuando distingo la voz. Y luego su carro—. No vine hasta acá para que te vayas sin presenciar tu reto cumplido.
Dudo a la hora de acercarme, pero pronto decido que vale la pena ver mi vestido en él sin tonterías de camisas debajo.
Suelto una carcajada.
—Sal de ahí —expreso cuando veo que sigue prácticamente escondido detrás del volante.
—No voy a salir. Solo ven a ver que cumplí tu reto y ya.
—¿Por qué no vas a salir?
—Porque tú no traes mi ropa.
Lo siento, pero mis ganas de verlo usando un vestido son más grandes que las que tengo de discutir. Me aseguro de que mi mamá no me ve entrar al carro del chico, pues gracias al Cielo hay una horda de gente pasando frente al coche, y abro la puerta para tomar asiento y reírme un rato.
Cubro mi boca para ocultar una sonrisa triunfadora.
—Así sí te ves bien, ¿sabes? Con esa mirada de: no te acerques demasiado a mí porque me da pena que me veas.
—Ja-ja —dice sarcásticamente—. Qué graciosa eres.
—No, en serio. Te ves linda, deberías usar ese escote más seguido —digo a modo de juego.
En verdad se ve muy gracioso. Es chistoso cómo se marcan sus músculos debajo de una prenda tan delicada.
—No, yo decía que qué graciosa eres porque a mí nunca me da pena que me veas. Admírame lo que quieras.
Aquí vamos con su forma de ser.
—Claro, porque te ves tan deseable con esos tirantes de encaje.
Se echa a reír y se le marcan los hoyuelos. ¿Ya me había dado cuenta de que tenía hoyuelos?