De ser posible Braam hubiera tomado la calle que va por detrás de VHS Evening para ir a trabajar; era un local pequeño, incómodamente estrecho, atestado de organizados casetes VH en sus estantes. De no ser por sus escasos tres metros sería para Braam un laberinto de cintas en blanco y negro, sin embargo, Netflix era algo que llenaba su corazón de calidez cada vez que hacía a la población mundial perder el interés en esta clase de cosas viejas. Era reconfortante lo solitario y tranquilo que siempre estaba.
Braam hubiera doblado hacia abajo en la siguiente calle de haber sido posible, y lo era, pero algo muy adentro de él tenía la necesidad de pasar a saludar a Kate. Siguió de largo con la vista fija en el letrero enorme de luces amarillas intermitentes que bordeaban de forma llamativa el nombre del negocio. Se preguntó cuánto había pasado desde la última vez que pisó el VHS Evening, y se sorprendió al tener solo una vaga idea del rostro de Kate.
—Gracias por su visita, vuelva pronto— dijo Kate mientras despedía a un hombre de edad avanzada. Braam rió para sus adentros ¿Quién más vendría a este sitio? Ah, claro, él.
—Vaya, estás mejor de lo que pensaba— le dijo en tono de burla cuando estuvieron solos. Ella sonrió como si le trajesen en brazos un cachorro— Creí que te estarías retorciendo en pobreza.
—Bueno ahora soy cincuenta doláres menos pobre— ondeó los billetes en el aire y peinó su cabello detrás de la oreja.
Kate tenía el cabello rojizo, o al menos eso quería hacerle pensar a todos; para Braam el tono de su pelo siempre fue más bien anaranjado. Contó las pecas que recorrían sus mejillas, luego su camisa rasgada en los hombros, y le pareció increíble cómo esta chica lograba ser tan arraigada a los noventa y verse tan fresca a la vez.
—Tengo una caja de cintas de Tarantino esperando ser abierta por cierto albino introvertido— sus palabras iban como flechazos directos hacia él — Digamos que seré otros cien doláres menos pobre.
—Otro día será, no he venido a alquilar nada— Braam se apoyó en el mostrador y con una sonrisa malvada recorriendo su rostro— Si es por mí seguirás pobre.
—Eso es muy cruel de tu parte— Kate le dio un suave manotazo y revolvió su pelo. Braam recordó unos años atrás, cuando se veían más a menudo. Kate siempre había sido como la hermana mayor de los Dekker, y por alguna razón que no definía bien aquello terminó.
«Las personas crecen, obtienen sus propios asuntos y se distancian. Es algo normal»
Kate rondaba los veintiséis años -no estaba seguro- ahora tenía otras cosas a las que ponerles empeño, como por ejemplo, mantener el negocio a flote, que a su entender, era más un hobby y ganas de servir que una forma de vida.
— Me alegra tanto verte tan...— dijo Kate y Braam alzó una ceja esperando a que terminara. Parecía no tener palabras para describirlo, pero estaba visiblemente emocionada— animado.
Él soltó un bufido.
—Dentro de lo que cabe— corrigió ella.
Braam se dejó caer sobre el mostrador, solo sus brazos cruzados reposaban en este, y su barbilla encajaba perfecta en el centro. Sintió ganas de contarle a Kate sobre todo lo que había sucedido, y es que si existía una persona a la que pudiera confiarle semejante cosa era ella.
— Puedo dejarte alguna, en serio son de Tarantino— lo sacó de sus pensamientos mientras señalaba hacia unas cajas al fondo
—No, está bien, igual no tengo televisión — Braam le dedicó una sonrisa ladeada y pospuso todas sus dudas, no era el momento ni el lugar. — Debería ir a trabajar, se me hace tarde.
Se incorporó peinando hacia adelante su cabello y movió la mano a modo de despedida.
—Braam— lo detuvo Kate justo en la entrada— ¿Qué te parece ir el fin de semana a tomar algo? Hay muchas cosas que quiero mostrarte.
—¿Tiene que ver con alienígenas y vampiros?— preguntó Braam con cierto tono divertido, pero muy en serio.
—Más o menos... bueno, sí — afirmó Kate sonriendo sin argumentos para negar— Eres la única persona que me creerá si le digo que los altos mandos del mundo son enviados reptilianos.
—Pongámoslo como que soy el único que escucharía todo el monólogo sobre conspiraciones y hombres lobo.— su rostro mostraba indiferencia y muy pocas ganas de aceptar, incluso lo veía como algo innecesario; sin embargo, era el momento perfecto para hablar con ella. — Esta vez aceptaré la invitación, solo porque creí escuchar que tu pagas.
—Que poco caballeroso— Kate fingió molestarse y estalló en risas a los pocos segundos— Adoro tu incapacidad para negarte. Nos veremos el fin.
El resplandor debió pegarle fuerte en la cara al salir, y es que la iluminación de VHS Evening es terrible, opacada por las estanterías; pero, en cambio, era suave y acogedora la luz del sol, como disfrutar el mediodía en pleno invierno. Le pareció raro estando a mitad de junio, sin embargo, siguió concentrado en cosas que creía más importantes. Tiró de la costura de su sudadera y ahogó un estornudo. Estaba enfriando.
Intentó alejar los pensamientos que llevaban rondándole desde hacía unos días, y es que Braam, lejos de ser sincero consigo mismo, sabía que la verdad tras haber pasado a visitar a Kate era que prefería tomar esta calle. Habían muchas probabilidades de encontrarla si tomaba esta calle.
Hacía un semana que no veía a Frans.
Realmente no le importaba mucho, incluso veía todo con más tranquilidad, ralentizado si era más concreto, pero algo dentro de él gritaba que no quería más esa vida. Braam estaba conteniendo esa parte de sí sin estar seguro de por qué lo hacía o por qué la tenía, solo se preguntaba que estaría haciendo Frans en esos momentos.
«Friendo algo de jamón en la cocina de alguna mansión, luego quizás pase a la del frente a darse una ducha»
Contuvo una sonrisa ante ese pensamiento.
Se sintió algo decepcionado cuando llegó a Haan & Haas sin haberse cruzado con ella. Tenía en su mente un perfecto plan para cuando la viera: le soltaría algún chiste que la incomodara y luego le preguntaría por la semana que estuvo lejos, siempre sin demostrar interés. Se detuvo y sacudió su cabeza, no sabía que hacía pensando tanto, gastando tanta energía en una chica irritante. Entró.