Escalera al cielo

Capítulo IV

(Alex)

Me había quedado pensando en lo que Amambay me había contado la noche del viernes, es curioso como el punto de vista o como en este caso algunas pequeñas historias pueden hacerte ver el mundo de otra forma, creo que ella no se ha dado cuenta aún que tiene un don especial con las palabras. Tomé mi cámara y me dirigí a la calle, veía como la gente caminaba apresurada, recordé lo que ella mencionó "los seres humanos somos historias", y tenía razón, somos historias caminantes, todos tenemos algo que contar, algo que aportar a los demás, lo malo es que todo el mundo anda apurado, corriendo sin prestar atención a lo que tiene a su lado o con miedo de mostrar su verdadero "yo" al pensar que se burlarán de uno, o por miedo a que utilicen su sensibilidad en su contra.
Debía ser eso lo que sucedía con Amambay, sólo una persona dulce podría haber dicho todo lo que ella me dijo pero esa mirada apagada, el tiempo que compartí con ella vi como había edificado a su alrededor una muralla, no me gusta sacar conclusiones pero imagino que su vida no fue fácil.


Ya eran las 3:00 PM, la mañana fue muy agotadora nada mejor que un café como recompensa,"Coffee Prince", nunca había entrado a ese café, se situaba en frente de un pequeño y pintoresco parque, había muchos niños con sus madres, mascotas, gente feliz en fin una vista espectacular. Entro y me siento en el asiento que se encontraba junto a la ventana, escuchó unos pasos que se acercan debe ser la mesera pero la vista es tan llamativa y graciosa que no volteó a mirar hasta que escuchó una voz familiar.
- ¿Amambay?, que sorpresa no esperaba encontrarte aquí. - Yo tampoco esperaba encontrarme aquí pero ya sabes cómo funciona el poder del hada madrina, se es princesa solo de 8 a 12 de la noche, después de eso le dices "hola" a la vida real, así que ¿puedo tomar su orden? - Si, por supuesto, una taza de café con dos cucharadas de azúcar por favor. - Ok, la orden ya viene enseguida. - Por cierto, Amambay, tu hada madrina es una tacaña, pienso que deberías ser princesa por más tiempo. - Eso es lo que siempre le digo.
Estaba ahí con una taza de café en mi mesa observando como dos escritoras se ganaban la vida tomando pedidos de los clientes del Coffe Prince, Samara era vida pura con esa pizca de picardía en su mirada pero Amambay seguía sombría, me preguntaba si sus 24 horas serían así con esa expresión de muerta en su rostro me intrigaba como una cara tan linda podía estar tan apagada, la llamo a mi mesa.


- ¿Desea algo más? –Si, pero lo que deseo no es café, sabes he estado pensando en lo que dijiste anoche y quiero enseñarte algo, ¿vendrías conmigo?
Antes de que Amambay pudiera abrir la boca, detrás de ella aparece Samara con un gran "Sí" y Amambay con una cara de confusión.


- Alex, llévatela he decidido ser una mejor hada madrina y Cenicienta merece otra noche o mejor dicho tarde con un príncipe, ya son las 6:00PM, Amambay tu turno ha terminado y no te preocupes de la malvada bruja, yo me ocuparé de ella.

La tenía parada en mi estudio de trabajo mirando el retrato en blanco y negro de Isabella, quién en vida había sido una niña de 8 años, pero el cáncer la había tomado como otra víctima. En ese mili segundo, una suave expresión se asomó a las ventanas de sus ojos, sentí como el corazón me palpitaba más rápido, no me consideraba un romántico pero me agradaba pensar que la vida o el destino siempre enviaba señales.
Todos deberíamos poder distinguir a nuestra alma gemela, como Arthur que pudo ver y amar el espíritu de Lauren; como el mago que divisó el punto luminoso situado encima del hombro izquierdo de su otra parte que era Brida. Teniéndola tan cerca no podía ver su brillo ni sentir la tibieza de su alma, pero esta sensación, con solo verla así se me aceleraba el corazón sentía como la sangre fluía por mis venas, sentía como me ardían las mejillas y como se secaba la garganta y los labios, esto debía ser una señal.
La primera la había recibido al quedar cautivado con su voz, pasar toda la noche y todo el día pensando en ella y ahora esta sensación de pura adrenalina, era una razón que la razón no entendía, una razón que mi corazón adoraba y una razón que mi alma abrazaba y apapachaba. La llovizna se tornó de repente en un huracán.
-Por lo visto aún no has encontrado a tu Rose DeWitt Bukater. - ¿Rose DeWitt Bukater? - Si, por favor dime que viste Titanic por lo menos una vez en tu vida. - Todos los seres humanos la hemos visto pero no tanto para recordar el nombre completo de Rose. - Que te puedo decir una chica tiene sus prioridades, ¿sólo pintas rostros? qué hay de los desnudos, los paisajes, ¿por qué sólo rostros? - Son los rostros, las expresiones faciales me transmiten muchos sentimientos y yo sólo quiero capturarlos. - Pues hiciste un grandioso trabajo con esta niñita rubia. - ¿Niñita rubia? Amambay, yo pinto sólo en tonalidades neutras. Mirando nuevamente al retrato, si sólo estaba imaginando el verdadero color que poseía esta niña.



#7762 en Fanfic
#29231 en Otros
#9384 en Relatos cortos

En el texto hay: resiliencia, amor dolor y muerte

Editado: 25.08.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.