Que sabe la flor acerca de la soledad si siempre está llamando la atención por su belleza. Que sabe la piedra de la compañía si siempre está solo, pérdida en el tiempo.
Cuando se encontraron no hablaban el mismo idioma, pero se complementaban, uno aportaba locura y el otro paz, no siempre tu alma gemela es el amor de tu vida, ya que algunas veces la misma vida no hace posible ese amor.
La piedra quedó embelesado por la belleza de la flor, y la flor admiraba la firmeza de la piedra, más un día el viento soplo y arrancó a la flor y se la llevó consigo. Desde ese día la piedra y la flor solo viven en el recuerdo de su ya perdido amor.
Vanessa R. Morales
Alex
Un año después...
Y aquí estoy, otra vez siempre en el mismo lugar y haciendo las mismas cosas, no lo pensé dos veces para traer a Corina al Coffee Prince, este lugar en donde todo me recuerda a ella, ella que caminaba con paso ligero por estos pasillos, con esos ojos oscuros algo perdidos, con esa voz suave, pero a la vez resonante. Oh! Cuanto la extraño! veo los labios de Corina moviéndose pero su voz no llega a mis oídos, estoy nuevamente viajando en el tiempo y allí esta ella radiante con sus escritos en mano, corrigiendo un poema arrugando la frente y llevando el bolígrafo a la boca, quisiera detenerla y alisar esa frente, extiendo mi mano pero no la alcanzo, ella solo desaparece.
Tu ausencia me produce escalofríos, al volver al presente Corina ya no está, buena jugada Alex lo volviste a hacer, estas rompiendo todos los récords de arruinar citas. Veo a Samara, siempre con esa sonrisa en el rostro, como puede estar así como si nada, ella era su mejor amiga, ni siquiera está enojada o algo decaída, no lo entiendo, como pueden vivir como si nada hubiese pasado, como si Amambay jamás hubiese existido.
Yo la extraño cada maldito segundo, a veces cierro los ojos y la veo, hasta puedo abrazarla de nuevo, no entendió por qué tuvo que suceder aquello, acaso no pensó que con ella se llevaba un pedazo de mi alma, las últimas semanas fueron algo extrañas y lo admito fui un cobarde, tenía miedo porque me había dado cuenta que la amaba demasiado y el miedo se apoderó de mí.
El solo pensar pasar el resto de mi vida con ella, sabía que ella también me amaba esos ojos la delataban, pero que pasaría si el amor no era suficiente para los dos.
Éramos tan distintos y parecidos, ella espontánea y yo calculador, ella seria y yo risueño, ella con sus aires de adulta y yo con mis aires de niño, ella con su lápiz y yo con mi pincel.
Aún puedo escuchar su voz diciendo que las princesas son unas aburridas y que las brujas eran más interesantes. Así nunca pude encontrar un seudónimo adecuado, solo el de extraña.
Fuiste la extraña más extraña que conocí, en un solo momento pusiste de patas arriba mi vida y la complementaste perfectamente. Tú no te has ido, porque te sigo sintiendo aquí caminando a mi lado, sentada bajo tu lapacho blanco observando la fuente de la esperanza.
Recuerdo que bajo el lapacho habíamos enterrado una mechita de nuestros cabellos, el hoyo no era profundo, si la desentierro tendré una pequeña parte de ti conmigo, una evidencia de que exististe alguna vez.
Al abrir la caja veo nuestros cabellos y un sobre, no recuerdo que hayamos enterrado este sobre, la abro lentamente y distingo su letra.
Hola Extraño
Alex si estás leyendo esto es porque ya no estoy en el mundo de los vivos, y tú de seguro estarás pensando cómo fue que sucedió. No tengo las agallas suficientes ni siquiera para escribir las razones. Creo que la muerte siempre será misteriosa.
No puedo despedirme aún de ti y sé que tú no me dejarás ir tan fácilmente. El corazón se me acelera tan solo de pensarte, en verdad tu amor me hizo feliz, el mundo se tornaba maravilloso a tu lado, tenía tanto miedo de que mi oscuridad te apagará, a ti que con tan solo sonreír hacías que el sol brillará.
El tiempo que pasamos juntos fue muy corto, hay muchas cosas sobre mí que no pude contarte, hay demasiadas cosas que quisiera haberte dicho, por eso dejé cartas esparcidas por todos los lugares en los que estuvimos juntos, en cada lugar encontrarás una carta, y la cual te llevará a la siguiente.
El día en que te conocí te mencioné un libro, ahí tienes tu pista, un libro inconcluso para una vida inconclusa, concédeme este deseo de poder despedirme de ti.
Por favor no llores y recuerda que te amo
Amambay