Escalera al cielo

Capítulo IX

 

Yo aquí con ganas de encerrarte en mi inestable universo y tú allá afuera formando galaxias con tan sólo sonreír.

Mario Benedetti

 

Pasarás por mi vida sin saber que pasaste.
Pasarás en silencio por mi amor, y al pasar,
fingiré una sonrisa, como un dulce contraste
del dolor de quererte... y jamás lo sabrás.

Soñaré con el nácar virginal de tu frente;
soñaré con tus ojos de esmeralda de mar;
soñaré con tus labios desesperadamente;
soñaré con tus besos... y jamás lo sabrás.

Quizás pases con otro que te diga al oído
esas frases que nadie como yo te dirá;
y, ahogado para siempre mi amor inadvertido,
te amaré más que nunca... y jamás lo sabrás.

Yo te amaré en silencio, como algo inaccesible,
como un sueño que nunca lograré realizar;
y el lejano perfume de mi amor imposible
rozará tus cabellos... y jamás lo sabrás.

Y si un día una lágrima denuncia mi tormento,
-el tormento infinito que te debo ocultar-
te diré sonriente: "No es nada... Ha sido el viento".
Me enjuagaré la lágrima... y jamás lo sabrás.

Y así fue como Buesa escribió mi plan B en su poema del renunciamiento, debo confesarte que el plan A era odiarte y lo cumplía de maravilla. Te detestaba por el simple hecho de andar sonriente, no soportaba mirar esa cara risueña, andabas tan ligero, como esas plumas que flotan en el aire.

No toleraba que me miraras y tú lo hacías sin ningún tipo de vergüenza, sospechaba que tenías una maravillosa vida y te envidiaba, envidiaba no poder haber vivido una vida de amor, no tener unos brazos que me recibieran en los días de tormentas.
Cada viernes llegabas con una nueva filosofía de vida, la vida es un mar de posibilidades decías, ¿qué posibilidades? pensaba, si yo solo he conocido el sufrimiento, no te culpaba de mis desgracias pero te odiaba por relatar las posibilidades que yo no veía.
Pero del odio al amor hay solo un paso, yo lo comprobé; recuerdo que un viernes llegaste con el espíritu un poco decaído y con una sonrisa algo forzada, pensé algo anda mal, ese no era el Alex al que conocía y odiaba.

Al terminar la reunión saliste al pequeño parque, observé como depositabas cuidadosamente una moneda en la fuente de la esperanza, al acercarme vi tu rostro, esos encantadores ojos derramando lágrimas, mi corazón dejó de latir por un instante y supe que lo que más odiaba en la vida no eras tú si no el verte llorar, no supe que hacer ni que decir pero tú me envolviste con tus brazos, apoyaste tu cabeza sobre mi hombro izquierdo.
Entonces algo extraño sucedió, mi visión comenzó a nublarse, en la oscuridad de mis ojos vi un punto luminoso en tu hombro izquierdo, entonces lo supe y te envolví también en mis brazos, después de tantos años había derramado una lágrima.
Eres como esos suspiros que dan vida, tocas las plantas y las haces florecer, las rosas esconden sus espinas para poder rozarte en tu pasar. Hacías posible el milagro de la vida y te quise encerrar en mi universo, en mi caos para que nadie pudiera intentar robar mí adorado tesoro, lo malo es que no te opusiste, te daba miedo un poco la vida, más bien te daba miedo errar.

Pero alma de mi alma, yo te digo que en el caos está el orden, del caos nacieron las estrellas, los planetas y las galaxias, del caos nacimos tú y yo. Tú eres un caos andante porque por donde pasas brindas vida, que no te importe el qué dirán, haz lo que te haga feliz y haz feliz también a los demás.

El no amarte ya no era una opción, mi corazón latía en tu nombre, debí renunciar a ti y amarte en silencio, debí soltar tu mano y dejarte pasar, pero ¿cómo hacerlo? Si eras tú.
Si lees esta carta, es porque te he roto el corazón, estas llorando vida mía y lo que más odio es verte llorar, he sido egoísta pude haberte ahorrado este sufrimiento pero no lo hice, me mantuve todo este tiempo a tu lado, sabiendo que era una bomba de tiempo y que en la explosión tú al que más quiero saldría herido.

Puedo enumerar millones de tal vez o quizás, pero no cambiará lo que ya está hecho. Al cerrar los ojos puedo visualizarte sentado bajo el lapacho blanco observando la fuente de la esperanza.

Si buscas bajo la fuente verás una mediana grieta, ahí se encuentra la cuarta carta, además de la caja plateada, ¿la caja que contiene mis sentimientos? Si, además de recuerdos, millones de recuerdos, momentos en los que fuimos felices.
Mi adorado Alex, ya no llores, no llores porque terminó, más bien sonríe porque sucedió.

Te adora

Tu Amambay.



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En el texto hay: resiliencia, amor dolor y muerte

Editado: 25.08.2018

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