Escalera al cielo

Capítulo XV

Ahora tengo que aprender a llevarte en el corazón y no de la mano

Marcus Versus

 

Querida Amambay

Recuerdo que eras pésima recordando fechas, para remediarlo captabas todo el momento, como los colores, olores, sonidos, sensaciones, sabores, podías recordar cada detalle, pero no la fecha, es irónico ¿no lo crees? Creo que esa cualidad me la has pasado, ¿recuerdas la última vez que estuvimos juntos? Porque yo no dejo de pensar en eso.
Recuerdo que fui a verte al mediodía, llevabas el cabello recogido en una coleta, tenías puesta la sudadera gris esa que te llegaba por encima de las rodillas y el jeans negro que acentuaba tus delicadas piernas, para mi estabas hermosa como cada día. Recuerdo que vimos la película A walk to remember, al finalizar la película te acurrucaste sobre mi pecho, estabas llorando sobre él desesperadamente, no sabía lo que estaba ocurriendo, pero sabía que debía protegerte así que te envolví en mis brazos y di tantos besos como pude en las mejillas quería aliviar tu dolor con mi amor.


Debí quedarme contigo ese día, pero dijiste que estabas bien y que no me preocupará que sólo estabas en tus días, que era sólo cosas de mujeres, te hice caso y salí de tu departamento hacía la plaza, esa que está frente del coffe prince.


No recuerdo ver un atardecer como ese, los rayos del sol se diseminaban por el cielo con un color rojizo muy intenso, recordaban al rojo de la sangre, recuerdo que en esa noche las estrellas estaban muy apagadas como si no quisiesen mostrarse, como si estuviesen tristes. A medida que la noche se adentraba, soplaba una breve brisa que me provocaba escalofríos y no podía parar de pensar en ti.


Sentía la necesidad de correr junto a ti, tomarte entre mis brazos tan fuerte para que sintieras como este corazón latía por ti, que te amaba tan profundamente, que eras como un sueño hecho realidad y que jamás te dejaría ir. De repente las primeras gotas de lluvias empezaron a caer y con ellas llegó la llamada que anunciaba tu partida.
A caso el sol, las estrellas, el viento, la lluvia y el cielo sabían que ya no estarías para verlas, el dolor que siento es directamente proporcional al amor que te tuve. Con tu partida te llevaste todo lo bueno y me dejaste en este desierto, tan solo y asustado.
¿Cómo se supone que debo vivir esta vida sin ti? Muchas veces eras tan dura contigo misma que ni siquiera ahora lo entiendo, si supiera hacerte un regalo te regalaría la capacidad de verte a través de mis ojos, no para ver por qué te amo tanto, si no para que vieras la increíble persona que fuiste y que siempre serás, entenderías entonces que tú tenías mucho más poder que yo, tus palabras eran magia y tu amor un regalo maravilloso. No sé en qué momento tu mundo se oscureció, pero desde entonces no te quitaste la venda de los ojos para ver la luz, sin embargo, sobreviviste a esa oscuridad y cada vez que el cielo se oscurecía, las gotas de agua ascendían por el cielo y tú caías al suelo como la lluvia, de esas lluvias que calman el calor, que apagan el dolor.

El día en que te fuiste caíste como lluvia sobre mi rostro, entonces supe que una parte de ti seguía conmigo, que acudías a mí para acallar este dolor, hasta el día de hoy sigues cayendo para renovar mi alma y enjuagar mi corazón con tus recuerdos. Nuestro amor sigue sonando al ritmo de la lluvia, sigues cayendo, me sigues inundando.

Te amo

Alex



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En el texto hay: resiliencia, amor dolor y muerte

Editado: 25.08.2018

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