Escalofrios

LOS OJOS DE MI PERRO

Nunca debí subestimar el poder de una maldición.

Todo comenzó con Ricardo. Él siempre tuvo un temperamento oscuro, pero después de que terminé con él, algo en su mirada cambió. No era solo rabia, era algo más profundo, más antiguo.

Vas a pagar por esto — me dijo aquella noche, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.

No solo tú... todo lo que amas sufrirá — Pensé que eran palabras vacías.

Pero entonces, Thor empezó a cambiar.

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Thor era mi pastor alemán, mi compañero desde hacía seis años. Leal, protector, siempre tranquilo. Pero después de la maldición de Ricardo, comenzó a actuar de manera extraña.

Al principio fueron cosas pequeñas: se negaba a entrar a ciertas habitaciones, especialmente al baño, donde gruñía con el pelo erizado, como si algo estuviera agazapado en la bañera. Luego, empezó a seguirme a todas partes, incluso cuando dormía. Si me movía, sus ojos se abrían de inmediato, fijos en la oscuridad, como si vigilara algo que yo no podía ver.

Una madrugada, desperté con un sonido húmedo, como de algo arrastrándose por el suelo. Thor estaba en medio de la habitación, rígido, mirando hacia el rincón más oscuro.

— ¿Thor? — llamé, encendiendo la luz.

No hubo respuesta. Solo un gruñido bajo, casi un gemido.

Y entonces lo vi.

En la pared, justo donde Thor miraba, había marcas. No eran arañazos de perro, sino algo más fino, más deliberado... como si alguien hubiera trazado símbolos con las uñas.

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Los días siguientes fueron peores. Encontré manchas de barro en el piso, aunque no había llovido. Pequeñas huellas, como de pies descalzos, que iban desde la puerta principal hasta mi cama. Thor las olfateaba, luego levantaba la vista hacia el techo, como si algo estuviera arrastrándose por arriba.

Una noche, me desperté con un peso en el pecho. No podía moverme. Parálisis del sueño, pensé, hasta que escuché un susurro cerca de mi oído:

Él no puede protegerte para siempre.

Thor saltó sobre la cama, gruñendo ferozmente hacia la nada. De repente, algo lo arrojó contra la pared con fuerza. Grité, encendí la luz... y solo vi a mi perro, jadeando, con un hilo de sangre saliendo de su hocico.

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Desesperada, fui a ver a Doña Carmen, una vieja curandera del pueblo.

Tu perro está absorbiendo la energía —dijo, mirando fijamente mis manos, como si viera algo en ellas.

Los animales son protectores. Ven espíritus, demonios... cosas que los humanos no podemos percibir

—¿Y cómo lo detengo? —

Podría intentar un amarre, pero... — hizo una pausa — La maldición ya está muy avanzada. Si tu perro muere, esa cosa pasará a ti

Sentí un frío en el estómago.

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La última noche fue la peor.

Thor ya no podía levantarse. Respiraba con dificultad, como si algo lo estuviera aplastando por dentro. Sus ojos, antes brillantes, ahora estaban nublados, pero seguían mirando más allá de mí, hacia algo que se movía en la habitación.

No... por favor... — le rogué, acariciando su pelaje, que ahora estaba frío y húmedo.

De repente, sus pupilas se dilataron. Un gruñido escapó de su garganta, pero no era de advertencia... era de terror.

Algo invisible lo agarró.

Vi cómo su cuerpo se contraía, cómo sus patas se retorcían como si manos invisibles lo estuvieran despedazando. Grité, intenté agarrarlo, pero una fuerza me empujó contra la pared.

Y entonces, en el espejo del fondo, lo vi.

Una figura oscura, encorvada, con dedos demasiado largos hundidos en el lomo de Thor. Sus ojos (si es que eran ojos) eran solo dos pozos negros, pero sabía que me miraba.

Thor emitió un último gemido... y se quedó quieto.

La habitación se llenó de un silencio espeso.

La figura en el espejo se enderezó lentamente. Y entonces, sonrió.

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Ricardo murió una semana después. Un accidente de tráfico, dijeron. Pero yo sé la verdad.

Porque ahora, cuando miro al espejo en la oscuridad, a veces veo reflejos que no deberían estar ahí.

Y Thor... mi pobre Thor... ya no es el mismo.

Lo veo en los sueños, acechando en las esquinas de mi visión. Su pelaje está enredado, sus ojos ya no son cálidos, sino hambrientos.

Porque las maldiciones no se rompen.

Solo se transfiere.

Y ahora, él tiene sed de venganza.



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En el texto hay: relatos de terror

Editado: 21.07.2025

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