Escalofrios

LA CARRETA DE LA MUERTE

1. EL ORIGEN DE LA CARRETA

No siempre fue solo una leyenda.

En los viejos archivos del pueblo, encontré menciones de ella en textos centenarios. Un sacerdote español, durante la colonia, escribió sobre un "Carruaje de sombras" que los indígenas temían incluso antes de la llegada de los conquistadores. Decían que era el vehículo de Mictlantecuhtli, el señor de los muertos, o quizá algo más antiguo, algo que ni siquiera tenía nombre.

Pero con el tiempo, la carreta adoptó formas más familiares. En el siglo XIX, los campesinos juraban verla tirada por caballos esqueléticos, con un cochero sin rostro que llevaba un libro donde anotaba los nombres de los condenados.

Y siempre, siempre, se detenía frente a la casa de quien estaba por morir.

2. EL JUICIO

- EL INTERIOR DE LA CARRETA -

Nadie del pueblo había visto el interior... hasta que el viejo Jacinto agonizó.

Su nieta, Mariana, juró haber espiado por la ventana de la carreta cuando se llevaban su alma. Lo que describió me dejó sin aliento:

Dentro no hay bancos ni asientos. Solo un vacío infinito, como un granero maldito cuyas paredes se estiran hacia la oscuridad. Y en ese vacío, las sombras de los ya juzgados se arrastran por el suelo, susurrando argumentos a favor o en contra del recién llegado.

Pero lo más aterrador son los Jueces.

- LOS TRES JUECES SIN ROSTRO -

Mariana contó que vio tres figuras altas, envueltas en harapos negros, sentadas en tronos hechos de huesos viejos. No tenían rostro, solo huecos donde deberían estar sus ojos y bocas, pero aun así hablaban:

- El Primer Juez lleva una balanza de hierro oxidado. Pesa los pecados visibles: asesinatos, robos, traiciones. Su voz suena a cuchillo afilado.

- El Segundo Juez sostiene un espejo roto. Refleja los pecados ocultos: los deseos oscuros, las mentiras no dichas, las cobardias. Sus palabras resuenan como susurros dentro de tu cráneo.

- El Tercer Juez no tiene manos. En su lugar, tiene garras de cuervo que te abren el pecho para sacarte el corazón y olerlo. Juzga lo que podrías haber sido.

Si al menos dos te absuelven, la carreta te deja caer en algún lugar del mundo, listo para renacer.

Si dos te condenan...

- EL CASTIGO DE LOS CONDENADOS -

Los que no son dignos de otra vida no van al infierno.

Se quedan dentro de la carreta.

Mariana vio a Don Eulogio, el borracho que mató a su mujer hace años, atorado en las paredes de madera, como si la carreta lo hubiera absorbido. Su boca se abría en un grito eterno, pero no salía sonido.

Otros se convertían en parte de los caballos, sus rostros retorciéndose bajo la piel de las bestias, tirando del carro por toda la eternidad.

Y los peores... los mucho peores...

Se transformaban en Jueces.

- LA PEOR PARTE DEL JUICIO -

No es el miedo. No es el dolor.

Es que te hacen ver todo de nuevo.

Cada mentira. Cada golpe. Cada vez que pudiste ayudar y no lo hiciste. Los Jueces no solo te lo muestran... te hacen sentirlo desde el otro lado.

- El panadero que robó a su hermano sintió el hambre en sus huesos.

- La mujer que abandonó a su hija vivió el frío de la calle en su piel.

- Y yo...

- LA VERDAD FINAL -

Ahora lo sé. La carreta no viene solo por los que mueren.

Viene por los que mienten.

Por los que fingen ser buenos. Por los que esconden sus crímenes tras sonrisas.

Y a veces... solo a veces...

Se lleva a alguien vivo.

Para darle una última oportunidad de redimirse antes del juicio final.

¿Cuantas mentiras has dicho hoy?

3. LOS QUE REGRESAN

- NO ESTÁN COMPLETOS -

Los que la Carreta devuelve no son humanos. No del todo.

Regresan fríos, con una palidez de pescado varado. No respiran, pero hablan. No comen, pero a veces los encuentras en la cocina a medianoche, oliendo la comida con nostalgia.

Y siempre, siempre regresan con algo menos:

- El niño de Rafael ya no tenía huellas dactilares.

- La abuela Villalobos volvió sin pestañas.

- Y el tío Ramón... Dios, el tío Ramón regresó sin dientes, aunque sonreía igual.

- LO QUE TRAEN CONSIGO -

Nadie nota al principio el olor.

Es leve al comienzo: a tierra de cementerio, a madera vieja. Pero con los días se vuelve más denso, hasta que las moscas empiezan a seguirlos.

Y luego están los sueños.

Los familiares comienzan a soñar con la Carreta. Siempre el mismo sueño: están dentro, y los Jueces les muestran por qué su ser querido regresó.

– Es un préstamo – susurra el Tercer Juez mientras rasguña el suelo con sus garras de cuervo. – Y todo préstamo... se paga con intereses –

- LAS CONDICIONES -

Los que regresan vienen con reglas:

1. No pueden ver su reflejo. Los espejos en la casa se empañan o se rompen solos.

2. No deben tocar a un bebé. Los hacen llorar hasta que sangran por la nariz.

3. Y jamás, jamás deben decir en voz alta que tienen frío. (El hijo del herrero lo hizo. Al día siguiente lo encontraron en el granero, congelado desde dentro, la boca llena de astillas de la Carreta).

- EL VERDADERO PROPÓSITO -

No son almas incompletas.

No son errores del juicio.

Son espías.

Los Jueces los envían de vuelta para observar. Para tomar notas. Para decidir quiénes más en el pueblo merecen un viaje en la Carreta.

Por eso siempre los encuentras en los velorios, oliendo el miedo de los dolientes.

Por eso susurran cosas a los moribundos.

Y por eso, cuando crees que están dormidos, los ves levantarse para mirar fijamente la luna... esperando la orden de volver.

- CÓMO SABER SI ALGUIEN REGRESÓ -

Fíjate en sus zapatos.

Nunca tienen barro, aunque hayan caminado bajo la lluvia.

¿Estás seguro de que tu abuela es la misma desde que se recuperó de esa enfermedad?

4. LA ÚLTIMA PARADA

- NO ES SOLO UNA PARADA, ES UNA INVITACIÓN -



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En el texto hay: relatos de terror

Editado: 15.09.2025

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