Escamas de plata

Cuatro

Lonas

En la oscuridad de la noche solo el rugido de algunos dragones dispersos en el cielo, somnolientos y cansados sobresalían en la nada. Cada uno de ellos albergaba entre dos a tres alféreces entre sus patas.

Al menos no han dejado caer a nadie… Pensé mientras sobrevolábamos los cielos en la misma dirección como una bandada de pájaros que acaban de migrar.

Aun en la oscuridad pude reconocer a Archie sujeto a las patas de un perfecto y majestuoso dragón de color caqui. El ejemplar era tan grande que cubría con su cuerpo gran parte de la luna llena, que a esa hora de la noche parecía estar en su punto más alto.

― Es una cola de maza. ― Balbuceo el chico que había corrido con la misma suerte que yo, de volar entre las garras de la dragona del comandante. Parecía haberse percatado casi de inmediato de mi particular interés, en la bestia que volaba a nuestro lado con tres alféreces a cuestas entre sus patas. Entre ellos Archie. ― Si lo es, mira su cola. ― Interrumpe nuevamente el chico después de cerciorarse de que sus ojos no le habían engañado y que de verdad se encontraba a escasos centímetros de distancia, de un ejemplar como aquel.

Solo por cortesía o mejor dicho con el propósito de parecer amigable decidí seguir su entusiasmó y mirar en su misma dirección. Efectivamente la larga y estrecha cola del dragón terminaba en una gran bola de púas.

― ¿Sabías que esa pequeña bola puede triturar los huesos de cualquier ser vivo con el que haga contacto? Solo si el dragón tiene la intención de lastimar de gravedad a su oponente, recurre a ella. ― Su voz sonaba agitado como si el hablar sobre las alturas fuera dificultoso para él.

― Lo sé, conozco las características de cada dragón que existe. ― Cuando acabe la frase le lance una mirada audaz y rápida a Archie, anticipándome a su taciturna y particular mirada de reproche. Debe haber sido la presión de las alturas o el cotilleo de algunos alféreces a nuestro alrededor, pero mi hermano parecía estar inmerso en sus propias preocupaciones, así que simplemente le ignore y continue hablando con mi agradable compañero de vuelo. ― También sé que el color caquis en su cuerpo es característico a su poder y se debe al gas que procesan dentro de su estómago, es una de las pocas especies que pueden lanzar acido por su boca. ― Sigilosamente recorrí el rostro del chico para encontrar alguna clase de impacto por la información entregada, pero no, no encontré absolutamente nada que indicara que se sintiera superado por mí en cuanto a información.

― Es lógico que algunos de nosotros nos sintamos atraído por las historias y leyendas sobre los dragones. Pero déjame decirte que hasta hoy no había conocido a nadie que se refiriera a ellos con tanta precisión. ¿Puedo saber tu nombre camarada? Quizás en el futuro podamos ser buenos amigos, si logamos salir vivos de esta cacería. ― Musito.

¡Rayos! No quería mentirle, parecía un chico sincero, amable y bastante amigable, pero no tenía opción. No me quedaba más remedio que seguir fingiendo ser Gunter Thurston, más aún cuando me encontraba tan cerca del comandante Olafsson. Cualquier movimiento en falso de mi parte y todo se vendría abajo.

― Gunter Thurston, un placer. ― Le sonreí con cortesía intentando mirarle a los ojos para que supiera que de verdad era un placer.

Me preguntaba si sería igual de cavernícola que el resto de la escuadra de alféreces, la mayoría de estos tipos eran lo bastante cuadrados en cuanto al machismo y permitir una mujer entre ellos estaba lejos de ser una posibilidad.

― Es un gusto conocerte Gunter Thurston, yo me llamo Jameson Chapman, pero todos me dicen Jan ― Aquella sonrisa genuina que tironeo de su rostro me provoco náuseas y no porque me sintiera enferma, más bien por lo patética que me veía mintiendo. ― ¿Has escuchado de los cambia formas? ― Me pregunto en un leve susurro casi inaudible. La pregunta me tomo por sorpresa, pero el interés que rugió dentro de mí por el tema, amenazó con expandirse de manera descontrolada.

Recordaba todas las leyendas conocidas sobre la existencia de dragones cambia formas y no porque hubiera tenido oportunidad de escuchar y prestar atención a los cuchicheos de la gente en la ciudadela de Helión. Gran parte de la información que poseía la había obtenido escabullendo de vez en cuando en la pequeña biblioteca de la ciudad, o prestándole oído a los desvaríos de algún borracho con el que me cruzaba en las tabernas que solía frecuentar, cuando buscaba ganarme algunos pesos trabajando.

Se decía que los cambia formas habían desaparecido al mismo tiempo que el anterior rey.

― ¿Qué sabes al respecto? ― Me intuición me gritaba a todo pulmón que Jan estaba deseoso de poder debatir el tema.

― Solo que los cambia formas… ― Apenas abrió la boca para hablar, El rugir retumbante proveniente de las entrañas de Aira, ahogo la frase que acababa de salir de los labios de Jan. Intento continuar con la plática apenas el rugido ubo cesado, pero la dragona volvió a evitar que se llevara a cabo, lanzando esta vez pequeñas bolas de lava como advertencia. Tal parecía que su propósito era eludir con cualquier método nuestro peculiar tema de conversación.

― Bien, bien ya entendimos. ― Le hice saber de una forma tan elocuente que no lanzar una carcajada me fue imposible.

― ¡Gunter! ― Exclamo Archie obligándome a levantar la vista para prestarle atención. Jan también le devolvió la mirada con la misma rapidez que yo.



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En el texto hay: magia y dragones, enemystolovers, romantasy

Editado: 13.10.2025

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