Coronel
El comandante me arrastro al campamento junto a el, sobre el lomo de Aira. Según argumento temía que aquel depredador de dos patas volviera a por mí. Ilusamente le creí. Pese a mi intuición de no aceptar su ayuda le permití llevarme de regreso junto al resto de alféreces sin protestar.
Aunque fue poco el tiempo que compartimos juntos sobre la espalda de la dragona escarlata, fue mas que suficiente para atreverme a preguntar, lo que tanto había temido preguntar antes. Quizás porque no había tenido oportunidad de hacerlo, o tal vez era el temor a su reacción lo que me frenaba.
― ¿Cuál es su propósito al protegerme comandante Olafsson? Esta es la segunda vez que lo hace y para serle sincera no encuentro ninguna razón lógica para que lo haya vuelto hacer. ― Mi voz segura y firme por primera vez no se oía temerosa frente a un individuo de alto rango.
― ¿Qué te hace pensar que tengo algún interés de por medio al hacerlo? ― Mascullo mientras hacia descender a la majestuosa bestia hacia los pastizales del valle.
― ¿Es obvio no? Estoy segura de que ningún otro alto mando se hubiera atrevido a interferir en medio de una competencia, mucho menos frente a las narices del rey. ― Le asegure.
― No tengo ninguna doble intención contigo Briana. Si es verdad que desde un principio supe quien eras, la orden de salvarte de aquella caída en el rio de lava la recibí directamente del rey. ― respondió escogiendo muy bien sus palabras.
Antes de que Aira culminara su aterrizaje, se acercó con sigilo a un cerdo que pastaba no muy lejos de donde planeaba descender y de un solo bocado lo agarro con sus puntiagudos dientes y sin el más mínimo esfuerzo termino por tragarse al pobre animal por completo.
¡Rayos eso si que fue sádico! Pensé mientras la dragona volvía a retomar el rumbo al prado mas cercano del campamento.
― ¿Por qué el rey querría salvarme? ― Pregunte retomando el tema buscando de alguna forma olvidar el gran banquete que Aira se había dado de un solo bocado.
De seguro ese pobre cerdo solo había sido un pequeño refrigerio para ella.
― ¿Por qué no lo haría? Después de todo… Tu y tu hermano son gemelos ¿No?
Por fin la dragona había tocado tierra y con la ayuda del fornido hombre a mi lado, logre desmontarla sin ninguna complicación.
Poniendo mis pies en el piso pregunte.
― ¿Qué tiene que ver el hecho de que Archie y yo seamos gemelos, con el interes del rey de protegerme? Además, en la primera prueba el rey Helión aun no conocía mi identidad. Entonces… ¿Como pudo el, ordenarte semejante tarea? Es absolutamente absurdo. ― Culmine.
― No, no lo es. En cuanto a tu primera pregunta será mejor que te pongas a leer las historias detrás de la rebelión y estoy seguro que con un par de días de estudio lo comprenderás. y en cuanto a lo segundo… debes saber que el rey ya estaba al tanto de que teníamos una dama infiltrada en las pruebas, lo sabia porque yo se lo había dicho. ― Respondió con tranquilidad.
La decepción que me lleve después de oírlo ventilar sin ningún arrepentimiento, ni pudor su audaz traición erradico y diluyo cualquier buen sentimiento que haya podido nacer en mí, por él.
― Ya se lo que estas pensando, que soy un traidor ¿No? Pero déjame decirte que yo solo protejo mi contraparte al igual que tú, lo harías por la tuya. ― Explico y aun así no logre entender absolutamente nada de lo que quiso decir.
― ¿Qué coño significa eso?
― Sera mejor que dejemos esta conversación para después, sería buena opción también que le preguntes a alguien más dispuesto a responderte y espero que ese alguien te diga la verdad sin tapujos ni omisiones. ― En medio de la conversación sus ojos se desviaron en dirección al otro extremo y supe porque nuestra interesante charla había llegado a su fin.
Dejando un alboroto tras sus pasos Archie corría hacia nosotros con el rostro impregnado de ira.
― ¡Demonios! ― Susurre mas para mi, que para el comandante que no dejaba de mirar en dirección a mi hermano.
No quería ni imaginar lo que mi desaparición del radar había provocado en el lunático de mi hermano.
― Los dejo. ― Dijo Olafsson antes de volver a montar su dragón y perderse en los cielos.
― ¡Maldita sea Briana! ¿Dónde demonios estabas? ― La voz de Archie me llego fuerte y destructiva. Estaba claro que aquel sermón iba hacer uno de los peores de la historia.
― Fui por un chapuzón. ¿Qué no te lo dijo Abelia? ― Bromee de manera estúpida, a ver si así, lograba calmar los nervios del mal humorado y siempre tan reacio Archie.
― No me parece gracioso Briana. y si, Abelia me informo tu paradero en cuanto llegue al campamento. Lo que no entiendo es el porque de tu regreso en los brazos del maldito comandante.
― ¿Disculpa? Yo que sepa monte su dragona, no sus brazos. ― Le corregí.
― Es lo mismo Briana. Cabalgabas su dragona que en este caso es igual que cabalgarlo a él, sin mencionar que el muy bastardo te traía a su lado. ― Refunfuño tan molesto que podía divisar aquellas arrugas que se le formaban entre las cejas cuando gritaba.
― En vez de preocuparte por Olafsson, deberías dirigir tu furia al imbécil que me hizo esto, ese maldito cambiaformas parece tener un interés peculiar en mí y no entiendo por qué. ― Si el estaba furioso, pues yo lo estaba aún más, mostrándole todas las heridas y los moretones que la caída había provocado. Incluidos los dos orificios que el muy zorro me había dejado sobre el cuello, intente desviar la conversación hacia la verdadera amenaza y no hacia el comandante que pese a delatarme con el rey, solo había intentado ayudarme desinteresadamente.
Editado: 03.11.2025