Indómito
El valle carecía de vida al verse desierto sin los innumerables dragones que constantemente rondaban el claro. Solo el silbido suave del viento y algunas aves cercanas se lograban oír a lo lejos.
A medida que nos acercábamos al improvisado montículo de paja en donde Aiden se mantenía recostado y en la misma postara que lo habíamos dejado. El aire se volvía gélido y espeso por el calor infernal que a esa hora caía sobre el valle.
Ford corrió auxiliar a Aiden tropezando torpemente con piedras y raíces que sobresalían del suelo.
Mientras Ford intentaba darle a beber el elixir ambarino a un inconsciente Aiden. Archie y yo recorrimos el perímetro del abandonado campamento, aturdidos por la falta de vida que parecía haberse extinguido casi por completo.
Me lleve las manos a la boca al ver como un par de cuerpos en la misma posición de Aiden, yacían ya sin vida esparcidos y olvidados por todo el extenso valle.
A lo menos seis alféreces perecieron a causa de las mordeduras infringidas por las polillas de agua durante la segunda prueba, y otros tanto parecían estar a punto de seguir el mismo camino.
― ¿De verdad los olvidaron? ― Murmure, apretando los nudillos por la ira que emano de mí, al observar tan horrenda escena.
― Ayudemos a los que podamos. ― Archie con la mandíbula tensa y el corazón acelerado, tomo su pequeño frasco y recorrió el valle dándole a beber de la miel de Dionea a todo aquel que tuviera oportunidad de seguir con vida.
Le seguí los pasos, queriendo ayudar a los que se encontraban a una corta distancia de mí y así abarcar más terreno.
Me acerque a un muchacho inconsciente que no debía de tener mas de dieciocho años. El chico sufría espasmos y estaba cubierto completamente de un brillante sudor. Recorrí su rostro pálido y aprovechando uno de sus entrecortados jadeos le di a beber del elixir curativo.
Nuestra ayuda desinteresada se vio interrumpida por un fuerte grito de pánico proveniente de Ford. Su voz retumbo tan fuerte que por un momento creí confundirlo con el rugir de un dragón lejano.
Mi hermano y yo nos miramos preocupados antes de correr nuevamente en su dirección.
Apenas llegamos a su lado nos miró con el pánico reflejado en sus ojos.
― ¿Creo que el elixir no funciona? ― Su voz quebradiza por el pavor, me cristalizo el corazón. ― Ya le suministré todo el frasco y sigue en el mismo estado.
Archie rechino los dientes sabiendo lo que significaba y lo que tendría que hacer para ayudar a Aiden a salir de aquel estado débil e inconsciente.
― Vigila que no haya nadie cerca. ― Me ordeno mi hermano, dando tres pasos hacia Aiden.
Mientras se arrodillaba junto a él, Ford se puso de pie y lanzo fugaces miradas al basto territorio, incluido el cielo. Buscando alguna señal tanto de hombres como de dragones.
En cuanto Archie recibió luz verde, procedió a usar su habilidad curativa con Aiden. Tardo un buen rato antes de que el chico herido comenzara a responder a su tacto.
Apenas su respiración se tornó menos forzada, y un gemido suave se escapo de sus labios. Supimos que el chico había mejorado.
― Briana ocúpate de Aiden, mientras reviso al resto de los alféreces heridos. ― Obedeciendo a mi hermano, tome su lugar junto a Aiden el que parecía haber despertado.
Tomé mi cantimplora y le ofrecí beber de ella a lo que no se negó. Tocio un poco y luego con algo de incomodidad levanto la cabeza para observar justo detrás de mí, desde donde Ford lo observaba aun angustiado.
― Admiro tu lealtad como amigo Ford, pero realmente no quiero seguir.
La sinceridad con la que Aiden hablo fue una total sorpresa para Ford que lo miraba completamente perplejo.
― Conoces muy bien las leyes Ford, la única forma de regresas a casa con vida es desertar estando herido. ― Volvió a toser. ― Nunca tuve la intención de unirme a las lonas. Ese es tu sueño amigo, no el mio. Yo solo deseo regresar a casa y ocuparme de mi familia. Conoces muy bien mi posición Ford, si yo muero mi madre y mis hermanos pequeños quedaran completamente desamparados y no deseo dejarlos a su suerte. ― Por primera vez el chico se fijaba en mí.
A Ford le estaba costando bastante procesar el hecho de continuar el camino sin su mejor amigo al lado. Pero finalmente lo entendió.
― Puede que me haya curado, pero sigo herido del alma. ― Bajo la mirada con pesar. ― El peligro que corrí en esa segunda prueba, me ayudo a reflexionar y convencerme de lo verdaderamente valioso que es para mi estar con vida.
― Lo entiendo. ― Balbuceo Ford tragándose las lagrimas que estaba segura luchaba por reprimir.
― El comandante Olafsson quedo de venir por mi y el resto de los heridos para regresarnos a la ciudadela. Así que, ustedes pueden continuar.
Observaba a mi hermano moverse por el valle, arrodillándose cada vez que se acercaba al cuerpo inerte de algún alférez caído. Solo quería darles algo de privacidad a los dos amigos que se lanzaban miradas comprensivas unos a otros, Cuando un rugido gutural corto el aire.
Aiora se alzaba sobre nuestras cabezas imponente, formidable y magnifica. Levantando fuertes ventiscas con el batir de sus alas. Extrañamente la gran bestia purpura no albergaba sobre su lomo al fugitivo coronel.
Editado: 03.11.2025