Escamas de plata

Dieciocho

Jungla

Derek me permitió montarlo, después de quejarse durante horas antes de decidir concederme la oportunidad de volar sobre él. A Home la decisión del cambiaformas le causo un stock de diversión tan contagioso que incluso yo, me digne a sonreír. Aiora por otro lado, mostro una incomodidad que no pasó desapercibida para nadie.

Rodeamos la isla central dos o tres veces antes de que Derek llegara a la conclusión de que el camino era seguro. Les había observado en reiteradas oportunidades lanzarse indirectas con señales que no logre reconocer.

En nuestro constante paseo sobre el cielo, el encuentro con algunas especies de dragones se volvió habitual. Como la clase escarlata que sobrevolaba muy cerca del cráter del volcán, pese a que el parecido con Aira, la dragona del comandante era asombro, muchos de ellos la superaban en tamaño y magnitud.

Otro espécimen de fuego de un tono granate brillante se sumergía bajo el manto abrazador de lava. Criaturas aladas de clase dos, con poderes tan destructivo como cualquier desastre natural.

Ninguno de ellos nos atacó, incluso podría atreverme a decir que se sentían cómodos ante la presencia de los cambiaformas revoloteando cerca de ellos.

Mas abajo en el nacimiento del volcán un nidal de dragones escamosos que se difuminaban entre las grandes rocas del mismo color que su cuerpo.

― Vine aquí por un dragón y no he tenido ninguna oportunidad de acercarme a alguno de ellos. ― Me queje, obligando a los dos cambiaformas que volaban junto a Derek a prestarme atención.

Aiora me regalo un bufido cargado del gas venenoso cristalino que emanaba a manera de amenaza, la observe con desdén sin importarme en absoluto lo poderosa que fuera o las consecuencias que pudiera conllevar el desafiarla.

Home por otro lado se dedico a observarme con aquellos ojos brillantes como plata liquida, con una diminuta pisca de desconcierto.

Estaba preparándome para abrir la boca nuevamente cuando la voz de Derek invadió mi mente como tentáculos al asecho.

― No necesitas a ningún dragón, más que a mí.

― Vincularme a ti es lo último que deseo. ― Exprese sin miedo a que el plateado dragón me arrojara de las alturas.

― ¡Oh cariño! Pero si ya estamos ligados tú y yo. ¿Cómo crees que puedo meterme en tu mente? Solo la unión nos permite compartir algo tan íntimo y preciado como los pensamientos.

Me atragante con el pedazo de fruta que recientemente me había llevado a la boca.

― ¿Qué demonios dices? ¿No es posible vincularme a un cambiaformas si yo no lo he deseado? Me has permitido montarte por tu propia voluntad. ― Espete molesta.

― ¿Y?

― Y… en primer lugar la unión entre cambiaformas y humanos no existe. En segundo el vinculo solo se forma si el jinete logra domar a la bestia elegida y por último jamás te he elegido.

― Numero uno, hasta hace un par de días creías a mi especie extinta ¿No es cierto? ― El imbécil tenía un punto. ― Numero dos, dudo que siendo habitante de la ciudadela tuvieras acceso a las historias que hablan de nosotros. Y aunque hubieras vivido en el páramo la información hubiera sido la misma, porque hasta donde recuerdo Helión destruyo todos los registros que mencionaban a los cambiaformas en sus páginas. Son muy pocos los que hoy, conocen la manera de vincularse a un cambiaformas. ― ¡Mierda! el bastardo una vez mas me dejaba callada. ― Y, por último. ― Se burlo a través de ese lazo invisible que nos permitía comunicarnos íntimamente. ― Basta con que yo te elija, para que la coalición funcione.

Me lleve una mano a la boca después de llegar a la conclusión más lógica de como el cambiaformas me había reclamado como suya. Aprete las piernas al lomo del dragón con toda la intención de hacerle daño, pero solo logre que se regocijara en la petulancia.

La reacción del cambiaformas ante el inútil intento de lastimarlo, fue inmediata. Se lanzo en picada hacia el suelo, dando tres giros letales en el aire. Sin importarle en absoluto si lograba o no, mantenerme en su lomo.

La estabilidad que había mantenido sobre él, comenzaba a romperse haciéndome resbalar de su cola hasta el punto de permitirme apenas sostenerme de él. La velocidad con la que se movía el dragón me impedía abrir los ojos con normalidad, pues la ventisca que levantaba a su paso me cegaba. Derek movía tanto el rabo, que estaba convencida que buscaba arrojarme una vez más desde las alturas.

Pero no le daría en el gusto…

Cuando el dragón plateado volvió a su postura natural sobre el cielo, me atreví a lanzarme con un salto imprudente hacia la parte mas gruesa y áspera de su cola, lográndolo con astucia y precisión. La poca suavidad de esa parte de su cuerpo me ayudaría a mantener la estabilidad necesaria para no volver a deslizarme y caer.

Me aferré con todas las fuerzas que pude a la anotomía del dragón, hasta que finalmente decidió descender. Muy cerca de un riachuelo Home, Aiora y Derek tomaron nuevamente su forma humana. A diferencia de ellos estaba tan agitada que apenas conseguía respirar.

Toci un par de veces antes de recuperarme completamente. Cuando mis vías respiratorias estuvieron despejadas, me centre en el petulante cambiaformas que solo se había dedicado a observarme con diversión. Una sonrisa ruin se mantenía estampada en su cara, como si el hecho de hacerme sufrir, fuera su propio placer.



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En el texto hay: magia y dragones, enemystolovers, romantasy

Editado: 23.11.2025

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