Dedalera
Archie
Me quedé paralizado viendo a mi hermana siendo tragada por aquel charco de agua, en el que también anteriormente había temido caer. Grite su nombre tantas veces, sin conseguir que me escuchara. Parecía estar dentro de un trance, hipnotizada y completamente sumida a lo que fuera que la hubiera atraído.
― ¡Quítate! ― El desagradable cambiaformas me hiso aun lado con un jalón brusco e impulsivo que ejerció sobre mi brazo, el mismo que sostenía la espada que amenazaba su cuello. El arma filosa en cosa de segundos resbalo de mi mano y cayó al piso.
La distracción de mi hermana siendo succionada por aquel extraño ojo de agua, fue suficiente para que perdiera toda determinación frente al cambiaformas desagradable.
― Perdimos nuestra oportunidad. ― Exclamo la hembra herida que lo acompañaba.
― Lo dudo, todavía lo tenemos a él. ― El coronel se volvió hacia mi y me sonrió con malicia.
― Ni lo pienses. ― Visedra salió en mi defensa colocándose entre el cambiaformas y yo, evitando que el macho se acercara con aquellas malas intenciones que parecía tener hacia mí.
― Debo encontrar a mi hermana. ― Fue lo único que dije antes de intentar sumergirme en aquel charco de agua, por el que Briana desapareció.
― Lo harás, pero primero debemos encontrar una vía fiable que nos guie hacia ella. ― Me Tranquilizo Visedra.
― Podemos seguirla a través de eso. ― Apunte al ojo de agua que se encontraba a solo a unos pasos de nosotros.
― ¡No puedes! los conductos a las tierras subterráneas se cierran una vez son utilizados y atravesados. Aunque puede que reaccione a ti, no estoy muy segura de que lo haga. La isla hasta ahora solo ha respondido a la presencia de tu hermana. ― Explico la hembra ligada a mí. ― Buscaremos una nueva entrada.
― El humano no ira a ninguna parte, sin que yo lo permita. ― Espeto el arrogante cambiaformas.
― No dejare que le impidas llegar a su hogar. ― Visedra se acerco a el y con una daga que saco de entre su ropa, apunto a su cien.
Mientras ella sostenía la fina y afilada arma en la cabeza del cambiaformas, la otra hembra y el muchacho a su lado se acercaban con sigilo.
― ¿Cómo te atreves? ― Pregunto arrastrando las palabras la hembra de ojos amarillos.
― Da un paso atrás Aiora o te juro que le atravesare la daga a tu amo. ― la amenazo mi compañera. ― Mi príncipe, tu y tu amigo deberían salir de aquí. ― Dijo dirigiéndose a mí.
― No te dejare atrás. ― Le sostuve.
― No lo harás, estaré justo detrás de ti.
― No podrás con ellos tu sola. ― Exprese mi preocupación a través del vínculo.
― Mientras Home no sienta maldad en mí, no me atacara. Aiora esta lastimada y no se atreverá a volver atacarme cuando sabe que no ganará. Ella conoce sus límites. Fafkernin puede que sea un problema, pero nada que yo no pueda controlar.
Por favor toma a tu amigo y sal de aquí.
Me debatía entre seguir mis instintos o la sugerencia de Visedra cuando ella volvió a comunicarse conmigo a través de nuestro vinculo.
― Se que te preocupo mi príncipe, pero debes de confiar en mí. No soy débil y no cederé cuando se trate de protegerte, y créeme cuando digo que en este momento mi única prioridad eres tú. Ni Fafkernin, ni Aiora deben llegar a Veril profundo, si eso llegara a suceder seria una sentencia de muerte para muchos de nosotros. Nuestro rey lo envió lejos por una razón. El conocía muy bien la pretensión que ocultaba el codicioso y oscuro corazón de este cambiaformas, y se anticipo a ello.
Cuando le lance una fugaz mirada al hombre delante de Visedra, supo de inmediato que nuestro vinculo telepático estaba cargado de veneno hacia él. Fafkernin azoto una carcajada que obligo a mi compañera a prestarle más atención de la necesaria.
― Parece que la unión es mucho más fuerte de lo que pensé. El sobreprotector hermanito está preocupado por alguien, que no es su hermana. ― Se burlo.
― ¡Cierra el hocico! ― Sin medirme le estampe un puñetazo en la cara, que le giro la cabeza y le provoco un sangrado intenso en la nariz.
El macho molesto se limpio la sangre con el puño de su camisa y luego volvió a centrarse en mí.
Cuando sus ojos cambiaron bruscamente de tonalidad, supe que lo había cabreado. Camine en retroceso cuando el grito de Visedra me forzó hacer caso a su sugerencia.
― ¡Sal de aquí! ¡Ahora! ― Esas palabras de mi compañera tomaron forma lejos de nuestro vinculo y entonces comprendí, cuanto la había cagado al atreverme a enfurecer al macho delante de mí.
El coronel por primera vez adoptaba su forma bestial delante de mí, solo lo contemple un par de segundos antes de tomar el control de mi cuerpo y obligarlo a desplazarse.
― Vámonos Ford. ― Exclame con un tono entrecortado por la adrenalina que se había apoderado de mí.
Ford como siempre me siguió de inmediato. Nos unimos en una carrera sin reparo, un último vistazo a mi espalda me dio la fuerza suficiente para seguir corriendo.
Visedra se transformaba en aquella encantadora y preciosa bestia blanquecina, cuando un par de individuos surgieron de la nada y se unieron a la batalla que estaba a solo pasos de empezar. Los recién llegados cambiaron su aspecto humano por la de unas magnificas bestias aladas que no podían rivalizar con el poder y la belleza de ningún dragón común que hubiera conocido antes.
Editado: 23.11.2025