Inquebrantable
Era la primera vez que observaba a mi hermano tan tranquilo después de saber que no solo no éramos huérfanos, sino que también nuestros padres permanecían en algún lugar remotamente desconocido.
― No se puede iniciar una guerra solo porque sí. ― Debatían Archie y Fergus en medio de una polémica sin precedentes. ― ¿Confías en este chico? ― Le pregunto mi hermano a nuestro tío, refiriéndose despectivamente al cambiaformas que solo lo ignoraba.
― Reconozco que no eres de mi agrado. ― Le respondió un tranquilo Jan, jugueteando con un mini coctel de langostinos que una joven hembra había traído para nosotros. El macho lo observaba con una de sus cejas arqueada, lo olía y lo degustaba con desconfianza y desagrado, luego simplemente volvía a colocarlo sobre la charola plateada encima de la mesa.
― Jameson. ― Ronroneo Fergus incitándolo a cerrar la boca.
― No, el debe saber. ― Pese a que nuestro aparente tío era el soberano del lugar, guardo silencio ante la orden de Jan. ― Mi misión siempre fue proteger a tu hermana, no a ti. Me disculpo si no te agrado o no soy de tu confianza, pero debes saber que no me importa.
― No puedo tolerar que me hable así. ― Mi hermano furioso se fue encima del cambiaformas sin importarle en lo más mínimo que la mitad de la taberna lo estuviera observando.
Fergus con una precisión que me impacto se puso de pie y evito que Archie iniciara un conflicto innecesario. Una disputa a la que yo, seguramente también seria arrastrada.
― Primero escúchalo y luego juzga por ti mismo querido sobrino. ― Argumento Fergus con una tranquilidad contagiosa.
A nuestro alrededor y por los rincones de la taberna los Jinn y los cambiaformas disfrutaban de un momento agradable, bebiendo y riendo como si no hubiera un mañana. Muchos de ellos ignoraban el enfrentamiento a escasos metros de ellos y otros observaban de manera disimulada, ocultándose tras sus copas de licor.
En tanto nuestra charla con Fergus, Archie y Jan se tornaba intensa, una hembra de pajoso cabello se acercó depositando sobre la mesa tres nuevas charolas con curiosos aperitivos.
Cogí un pequeño canapé relleno de crema de avellana y me lo llevé a la boca. Fergus al verme disfrutar los manjares de su tierra sonrió, fue una sonrisa genuina que le achino los ojos, y le dio un aspecto tierno a su semblante.
Mi tío se aparto de ambos machos y volvió a tomar su lugar frente a mí.
—Entiendo que esto sea nuevo para ustedes, pero por favor confíen en mí. — Expreso Fergus, dirigiéndose en todos los sentidos al mayor de nosotros.
—Es el, en quien no confío. —Susurro tajante Archie, tomando una jarra de licor con brusquedad de la mesa.
No necesitaba adivinar a quien se refería, bastaba con verlo observar a Jan con desconfianza. El macho aguerrido frente a él, expreso su opinión con orgullo, incomodando un poco más a Archie que lo miraba como si quisiera matarlo.
Jan le devolvió la mirada y lo observo divertido por un prolongando tiempo, antes de atreverse a responder.
—¿Supongo que tu desconfianza nació aquella noche? — Le pregunto Jan, con un tono de diversión.
—Veo que lo sabes. Entonces no puedes culparme por no fiarme de ti. — Le respondió mi hermano con el tono cargado de sarcasmo.
La poca tolerancia de ambos era una situación incómoda para cada uno de nosotros. Pese a ello, nadie se atrevió a interrumpir su discusión.
—Tu desconfianza está mal enfocada, no fui yo quien les siguió esa noche. —Canto con calma Jan. —Deberías prestar atención a los que te rodean, no todos son tus amigos.
—Eso no tienes que recordármelo. Yo mejor que nadie se, que la gran mayoría de los Alféreces me odian. —Archie parecía cada vez más propenso a perder la paciencia.
—Eso no está en discusión, pero si te hubieras molestado, aunque sea un poco en observar mejor, sabrías que esa noche fue Devin quien los siguió a ti y a tu hermana a través del bosque. Mi misión siempre fue protegerlos a ambos, pero siempre me enfoque más en tu hermana que en ti. Quizás nunca los escolte por mi cuenta, pero me mantuve cerca y eso fue lo único que pude hacer por ustedes. ¿Por qué desconfiar de mí cuando soy uno de los pocos que conoce lo que son desde siempre? —Ahora dime Briana… — Se dirigió a mí de pronto. —¿Recuerdas lo que le susurraste a Devin en la segunda prueba?
Me quedé muda unos segundos, intentando recordar a que se refería. Entonces una fugaz evocación llegó a mi memoria.
—Le hable sobre el colorido y envolvente poder que sobresalía del cetro del rey. —Me mordí el labio sabiendo muy bien a donde quería llegar Jan.
—Todos los alféreces teníamos ordenes de capturar a cualquiera que manifestara dones como el que le revelaste a Devin aquel día. Pero… ¿Por qué no lo hizo? ¿Por qué se unió a vuestro grupo cuando no es un misterio para nadie que no te soporta? —Le regalo una mirada de soslayo a mi hermano, quien lo observaba perplejo ante tanta revelación. —Siempre me quedo la duda del porqué su repentino cambio de actitud contigo.
—Dímelo tú, fuiste tu quien se quedó a su lado y continúo el camino hacia Veril con Devin a su lado. — Carraspeo la garganta Archie como esforzándose por no atragantarse con el licor qué recientemente había bebido.
Editado: 23.11.2025