Escamas de plata

Treinta

Aproximación

Nos rodeábamos mutuamente esperando el mejor momento para lanzarnos al ataque. Una espada de acero, delgada y filosa era la que Aiora mantenía en su mano. ¿De dónde la obtuvo? Me pregunte sacando mis propias conclusiones al ver lo bien preparada que estaba. Fue como si la cambiaformas supiera de antemano que Derek le permitiría ser mi contrincante.

Intentaba no perderla de vista ni por un segundo, estaba claro que al menor descuido la cambiaformas arremetería con todo, en contra de mí.

Una carcajada sonora me obligo a desviar la mirada y centrarme en el petulante de Derek qué observaba la escena con esa diversión muy característica de él. Solo un fugaz instante basto para que Aiora tomara la delantera. En un abrir y cerrar de ojos la tuve encima de mí, lanzando golpes y estocadas qué inconvenientemente apenas logré frenar.

—¡Eres débil! — Escupió con aires de grandeza.

—Eso está por verse. —Espete en medio de un choque de espadas qué salpico chispas al contacto.

— ¡Asúmelo! No eres más que un grano en el trasero. — Esta vez Aiora aprovecho la distracción de mis palabras para lanzarme tierra a los ojos.

— Si soy tan débil como dices... ¿Porque entonces juegas sucio? ¿No será que temes qué te gane? — Arrugando la vista me atreví a seguir enfrentándola. —Estoy muy segura que incluso con los ojos cerrados podría derribarte.

Un golpe directo y derecho al rostro con el pomo de su espada, me hizo arder de furia. La intrépida hembra estaba aprovechando mi desventaja para posicionarse como ganadora, pero no se la pondría fácil. Le daría la pelea, aunque muriera en el intento.

Aun con el ardor en los ojos me permití abrirlos con dificultad. Cuando la vi correr nuevamente hacia mí, esquive sorpresivamente su golpe y al ver su reacción fue obvio deducir que no se lo esperaba.

Blandí mi espada y le estampe un nuevo golpe en el rostro qué le provoco sangrado. Apenas el líquido cálido toco sus labios, Aiora se relamió para luego escupir la viscosidad carmesí al suelo. La hembra se limpió el sudor y la sangre del rostro, con una pequeña parte de la diminuta prenda que cubría su pecho.

Con el corte aún sangrante y la cólera en sus ojos. Aiora se fue encima de mi empuñando su espada con toda la intención de clavármela en el pecho. Lo hubiera logrado si Derek no se precipita a detenerla.

— ¡Basta! Ahora me encargo yo. — Derek le lanzo una mirada aguda de advertencia a la hembra que no dejaba de observarme con hostilidad.

Aiora se alejó gruñendo y maldiciendo. Por otra parte, Derek remplazo las espadas reales por unas de madera qué a mi juicio eran completamente inútiles.

— Con esto evitaremos lastimarnos mutuamente. — Hizo una pausa para adoptar una posición de ataque. —Te permitiré dar el primer golpe. Muéstrame lo que tienes ratoncito. — Ronroneo interrumpiendo la misma intención que tenia de esperar por un ataque de su parte.

Derek imita mi postura, con esa sonrisa sarcástica dibujada en su rostro.

—Voy avanzar lentamente y te atacare. Tu deber es detener el ataque. ¿Entiendes?

—No soy una niña, se luchar. No pretendas enseñarme lo básico cuando lo aprendí antes de aprender hablar.

El cambiaformas inclino la cabeza hacia atrás para mirarme a los ojos. Me estudio con atención antes de entender que no estaba entrenando a una novata.

— Bien, se hará como tú lo prefieras. — Añadió con suavidad. — Solo abstente de no lastimarme con esa espada. — Su mirada pétrea se oscureció cuando tome la espada que hace solo unos segundos permanecía enterrada en la tierra.

— ¿Sentiste miedo de que tu lacaya saliera lastimada? — Me atreví a preguntar cuando estuvimos cuerpo a cuerpo arremetiendo el uno contra el otro. — Apuesto a que sentiste pánico cuando la viste sangrar. — Una suave carcajada de nerviosismo remplazo las palabras.

— Porque no admites que estas celosa de Aiora.

— ¡Jamás! Uno porque no podría importarme menos alguien como ella y en segundo porque no siento celos por ti. — Espete en medio de una danza sincronizada de golpes y estocadas.

Derek callo de bruces al suelo y yo aproveche para montarme sobre él y tomar la delantera.

— ¡Esto me gusta! Mi preciosa pelirroja. Si sabes que esos ojos tuyos son capaces de ponerme de rodillas. — Estaba a punto de levantarme cuando la palma de su mano rodeo mi cintura, y me impidió moverme. Derek me atrajo más hacia él, inmovilizando por completo.

—¿A que juegas? Tú y yo somos enemigos ¿Lo recuerdas? — Su cercanía era tan asfixiante que apenas podía pronunciar palabra.

— Tú me ves como enemigo. Pero... ¿Has pensado que tal vez no lo somos? — Me encogí de hombros sin atreverme a responder. Estaba convencida de que cualquier cosa que dijera, tarde o temprano sería usado en mi contra.

— ¡Briana! — El grito cargado de furia de Archie me obligo a ponerme de pie tan rápido que apenas tuve noción del tiempo que pasé de estar sobre Derek a estar de pie frente a mi hermano. Con el rostro rojo de vergüenza me quede inmóvil esperando que Archie y el resto de los hombres que le seguían se unieran a nosotros.

Mi hermano alterno la mirada entre Derek y yo, y por mi parte debo decir que no me atrevía a mirarlo a los ojos, no sé si por vergüenza o por temor a la reprimenda qué estaba segura me daría.



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En el texto hay: magia y dragones, enemystolovers, romantasy

Editado: 17.12.2025

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