¡escapa!

Capítulo tres: Cuando la vida te da una segunda oportunidad

 

 

 

 

Los hermanos Douglas comenzaron a bajar las escaleras con lentitud en su accionar. Las cosas estaban muy extrañas, definitivamente la vida estaba dando un gran giro y ellos no lo sabían.

 

La vida de muchas personas iba a cambiar. Todo el mundo estaba obstruido, solo un par de personas sabían lo que estaba por ocurrir.

 

Emily observó con el ceño completamente fruncido aquel vestido que poseía y no le gustó, ella no quería usar eso, pero fue obligada.

 

La jovencita no quería pensar en nada de lo sucedido, pero el descubrir lo que se encontraba debajo del suelo no la deja pensar en nada más.

 

Su mente se encontraba pendiente de aquel misterio que debía resolver. Ella no podía pensar en nada más que eso, las cosas se estaban descontrolando, pero ella no lo sabía.

 

La mano de la niña acariciaba aquella madera de la escalera, le gustaba sentir todo lo que la rodea. Emily era una niña valiente, era dura con la realidad y las personas, pero ella sabía lo que deseaba.

 

Ella era una niña única, especial y mucho más con sus palabras; esas palabras que, muchas veces, no salen de sus labios, pero se encuentran dentro de su mente y, muchas veces, las logra sacar con la escritura. Esas letras, oraciones y párrafos que escribía cuentan una historia, cuentan muchas más cosas de las que alguna vez logró imaginar.

 

Quizás sus palabras no eran muy bonitas, no eran especiales o complicadas, pero eso no hace falta cuando tienes una mente única como la suya.

 

Emily lucia una sonrisa amplia, pero falsa a comparación de la de su hermano.

 

Las cosas que pasaban por su mente no eran cosas buenas, pero tampoco feas. Era algo único que solo ella sabía dentro de sí. Su mirada desolada desplazaba el dolor que siente a un lugar oscuro dentro de su corazón, un lugar donde solo ella sabía y sabrá.

 

El hermano de Emily alzó una ceja observando a su hermana que parecía estar pérdida en la nada misma.

 

Los pasos que ella daba eran lentos, por lo que su hermano se comenzó a frustrar por aquella situación tan tensa, así que debía respirar hondo y guardar el odio en lo más profundo de su alma.

 

Ese hombre que parecía ser correcto, estable y audaz, no era más que un matón de la guerrera.

 

Katashi era joven, pero vio cosas que ningún ser humano debería ver en su vida.

 

Había cosas que deseaba olvidar por el bien de su familia, él aún pensaba que quizás en su vida había una oportunidad para seguir adelante y luchar para crear y ser un padre de familia numerosa, orgullosa y prestigiosa.

 

Emily fijó su mirada en la de su hermano y esperó que él dijera lo que tenía guardado dentro de sí. Ella sabía que su hermano tenía muchas cosas que decir y por ese motivo esperó hasta que él hablara de una vez por todas.

 

—Sé que esa sonrisa que posee tu rostro no es más que una falacia, pero debería ser real —Su hermano hizo una pequeña pausa, para luego agregar—: después de todo yo estoy aquí, no quiero ver que mi hermana no es feliz por una tontera como la de esta calidad. No eres más que una niña, pero como tal debes sonreír y hacer lo que tus superiores digan. Emily, lo sabes bien, pero no quieres estar a la altura de las circunstancias. —La voz de su hermano era dura. La estaba retando con sutileza.

 

La morena alzó una ceja oyendo las palabras de su hermano. No esperó que eso fuera cierto.

 

Esas palabras que nunca imaginó que saldrían de los labios del chico. Todo se estaba volviendo completamente raro y ella ya no sabía que era la realidad.

 

—Pensé... —Murmuró ella, pero él no quiso oír más salir de los labios de ella.

 

Katashi fue el primero en bajar el último escalón. Le tendió la mano a su hermana con la espera de que ella la tome, cuando lo hizo, una pequeña sonrisa se dibujó sobre sus labios y se miraron fijamente a los ojos; esa mirada de complicidad que ambos sostenían era magnífica.

 

—Sonríe —comentó él.

 

Emily como buena hermana sonrió con delicadeza.

 

Ella detestaba hacer lo que le dicen, pero cuando se trata de su hermano o de su familia haría lo que fuera por ellos. No lo dudaría, no importaba lo que fuera. Emily haría cualquier cosa por ellos, en lo que respecta, ella es muy parecida a su padre. Tiene muy poco de Ivanna, pero ese poco es el necesario para continuar con vida.

 

—¡Hijos! —Se oyó la voz masculina, desde el vehículo, que se encontraba en la puerta.

 

Katashi junto a Emily asintieron y se dirigieron hacia la puerta, la abrieron aún más de lo que ya estaba y un extraño frente a la casa los observó.

 

Emily sonrió ampliamente al ver el perro que ese hombre viejo tenía atado a su muñeca, aquello le llamó la atención, pero al oír a su madre diciendo que se suba al vehículo despertó de su subconsciente y se subió sin decir ni siquiera una simple palabra de sus labios. No había mucho que decir, Emily sabía que tenía que callar y simplemente aceptar la situación.

 

—¿Todo está bien? —Preguntó su padre.

 

Emily asintió.

 

Quizás no estaba todo bien, pero ella era una simple niña y no tenía la menor idea de lo que podría suceder. Su mente la mantenía alejada de los problemas, después de todo, se suponía que los niños nunca pensaban cosas malas o extrañas.

 

Efectivamente, Emily sabía que estaba ocurriendo algo, pero no era capaz de saber lo que sucedía en realidad. Su mente se mantenía en la figura del perro, no pensó en nada más.

 

«Quiero un bonito perro, creo que eso sería genial», pensó una y otra vez.

 

En su mente, se repetía las últimas palabras como ecos; ella creía que solo le pasaba a ella, así que miró a su hermano y alzó ambas cejas para luego preguntar:



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En el texto hay: juegos prohibidos, pantano, misterios y secretos

Editado: 07.01.2021

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