¡escapa!

Capítulo cinco: Un extraño año de aventuras

Los días siguieron pasando, lentos y pacíficos, pero nada malo parecía ocurrir. La vida, con una ironía cruel, había envuelto a Emily en una jaula dorada de aparente felicidad. Había encontrado un lugar junto a su tía Sarah y sus primos, Jack y Esmeralda, que la acogieron con un amor incondicional. Las cosas habían cambiado mucho a lo largo de los meses desde aquella noche de horror. Todo, aparentemente, estaba mejorando para la familia Douglas… o lo que quedaba de ella.

Ahora Emily era una estudiante, una niña más en el vasto sistema, pero no cualquier niña. Estudiaba junto a sus primos en una escuela muy conocida de Argentina, un bastión de la élite. Muchas personas deseaban estudiar allí, soñaban con pisar sus pasillos, pero solo un porcentaje muy pequeño podía hacerlo. Se decía que se trataba todo parte de un extraño plan, una selección meticulosa, realizada por las familias más poderosas del país, más precisamente, por las familias poderosas de Hope, los titiriteros invisibles de este pequeño pueblo.

—¡Emily Douglas, al frente y resuelva esa ecuación matemática! —La voz de la profesora, aguda y exasperada, rasgó el silencio del aula, despertando a la joven, cuya cabeza se encontraba apoyada sobre la madera de su pupitre, soñando, tal vez, con los ecos del pasado—. ¡Emily Douglas! —Exclamó malhumorada la mujer, acercándose a la niña, su sombra proyectándose sobre ella, para lograr despertarla de aquel extraño sueño en el que se encontraba, un refugio de la realidad.

Emily se puso de pie inmediatamente, el corazón dándole un vuelco, al oír a su profesora pedirle pasar al pizarrón. Los nervios de estar frente a todos sus compañeros la estaban carcomiendo con cada pequeño paso que daba hacia adelante, un peso insoportable sobre sus hombros. La simple idea de hacer el ridículo la estaba volviendo completamente loca, el miedo a la exposición pública un terror mayor que el peligro real que la acechaba.

Los pequeños, lentos y firmes pasos que la niña daba parecían estar en cámara lenta, una eternidad de vergüenza. Al llegar al pizarrón, lo miró fijamente, su ceño completamente fruncido ante la maraña de números y símbolos. Estiró su brazo para tomar la pequeña tiza blanca, sus dedos temblaban, cuando la campana del recreo sonó, un sonido estridente que la sobresaltó. La joven Emily soltó la tiza, el susto evidente en su rostro, ya que no esperaba, valga la redundancia, que la campana la salvara de una situación tan embarazosa.

Una pequeña sonrisa, un atisbo de alivio, se dibujó sobre los labios de la morena y, con delicadeza, se agachó para tomar la tiza y ponerla sobre el lugar que correspondía. En ese instante, una mano se posó suavemente sobre el hombro de la joven y ella giró para lograr visualizar a la dueña de aquella mano.

Sus ojos se abrieron como nunca antes, llenos de una alegría genuina, al ver a su mejor amiga, Olivia, frente a ella. La amiga de Emily tenía tan solo un año más, y por ese motivo estaba un año más que la niña en la escuela, en un grado superior. Solo se podían encontrar en los recreos para hablar, para conspirar, o para jugar, todo dependía de lo que ellas deseaban hacer en ese preciso instante en el que se encontraban, sus momentos robados.

Ambas salieron caminando del salón con cierta rapidez, casi una huida, riendo a carcajadas sarcásticas, un escudo contra la normalidad. Pero al notar a Darío a lo lejos, una figura conocida pero enigmática, se quedaron completamente calladas y se miraron a los ojos con complicidad absoluta, un secreto compartido.

Darío, el niño del que se susurraban tantas historias, alzó tan solo una ceja al notar la situación que se le planteaba frente a él, la interacción silenciosa entre las dos amigas. Le pareció bastante interesante, un juego nuevo. No dijo absolutamente nada y comenzó a caminar, con una extraña determinación, rumbo a las niñas. Su rostro, inicialmente neutro, se volvió más dulce, casi inocente, al llegar a ellas.

—Hola —murmuró el niño, haciendo caso omiso de la presencia de Olivia, la amiga de Emily—. ¿Qué tal la clase de mate? Se dice que la vieja solo pone cincos, y que nadie le entiende una palabra.

Emily soltó una carcajada sonora ante el comentario de aquel niño, una risa que rompía la tensión.

—No lo sé, nunca me pusieron un cinco —respondió con una pizca de orgullo, o quizás, de desafío.

El niño se acercó a Emily, acortando la distancia, pero ella se alejó junto a su amiga, un movimiento instintivo. Darío le hizo una seña, un gesto rápido, y luego le entregó un pequeño papel doblado con una dirección anotada, un mensaje críptico. Luego de eso, el pequeño solo decidió salir corriendo, tan rápido como había llegado. No miró atrás ni una sola vez, solo se marchó sin decir nada más, dejándolas con el misterio.

Emily observó el papel y la dirección, un lugar que le resultaba inquietante. Era muy cerca de la casa de su amiga, así que ambas comenzaron a planear el modo de verse allí junto con Darío. Ninguna de las dos sabía lo que podría suceder, solo sabían los estúpidos comentarios que se hablaban de el niño. Supuestamente, hacía un par de años, había visto cómo mataban a un hombre, una sombra oscura en su pasado.

—No creo que ver a ese niño sea buena idea, Emily —comentó su amiga, Olivia, su voz cargada de preocupación.

Douglas se encogió de hombros, sus ojos fijos en la dirección, como si las letras pudieran revelar el futuro.

—Yo no tengo idea de lo que nos quiere mostrar, pero… No sé, quiero ir. Siento que tengo que ir.

—Quieres ir porque te gusta, no es por otra cosa —respondió su amiga con seguridad, un matiz de reproche en su voz.

Emily rodó los ojos con diversión, negando con la cabeza. —Yo voy a ir, me da igual si no quieres venir. Iré sola.

—¿A vos te falta un tornillo o algo así? —exclamó Olivia, la incredulidad en su voz—. Se dice que Darío es hijo de asesinos seriales, que sus padres están metidos en cosas oscuras, ¡no puedes ir como si nada a la casa y ver lo que te quiere mostrar! —La amiga negó con la cabeza más de una vez, el miedo palpable—. ¿Qué pasa si lo que te quiere mostrar es tu propia muerte? ¡O algo peor!



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En el texto hay: juegos prohibidos, pantano, misterios y secretos

Editado: 08.07.2025

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