¡escapa!

Capítulo nueve: La revelación del origen

El aliento se le atascó en la garganta a Emily. Las palabras de Nora Queen, amplificadas por los altavoces ocultos, resonaron en la vasta cámara subterránea, cargadas de un peso ancestral: "Tu sangre es la más pura. Y tu don, el más peligroso. El que puede cambiarlo todo. Ya es hora de que entiendas el verdadero legado de los Douglas. Y el poder de los Queen, quienes lo han cultivado por generaciones."

Emily estaba agazapada detrás de una de las columnas de piedra, el frío húmedo de la roca traspasando su ropa. Sus ojos no podían apartarse de la escena central. El humo dulzón que emanaba de la hoguera, mezclado con el azufre, flotaba en el aire, haciendo que las llamas danzaran con un brillo espectral. Las niñas encadenadas, las "desaparecidas" de Hope, se retorcían en sus ataduras, sus lamentos se convertían en gemidos ahogados mientras los encapuchados las tocaban con las varas metálicas. ¿Qué les estaban haciendo? ¿Era una forma de tortura, o algo más, algo que intentaba despertar ese "gen" que ahora sabía que poseía?

El hombre de la máscara de porcelana, Mateo, la misma figura que había matado a su hermano, se encontraba de pie en el centro de la sala, inmutable. La caja de madera oscura y ornamentada que sostenía en sus manos brillaba con una luz ámbar intermitente, como si contuviera una criatura luminosa. La punzada en la cabeza de Emily se intensificó, acompañada de un zumbido agudo en sus oídos. Otra visión.

Esta vez, no fue un destello rápido. Era como si una película se proyectara directamente en su mente. Se vio a sí misma, pero no era ella. Era una mujer joven, con sus mismos ojos verdes, pero con un rostro diferente, más delgado, más antiguo. Estaba en una habitación llena de libros, pergaminos y extraños instrumentos de latón. La mujer tocaba un medallón de plata que colgaba de su cuello, con un ojo grabado en el centro. El medallón vibró, y la mujer cerró los ojos. Al abrirlos, Emily vio lo que ella veía: mapas estelares moviéndose, constelaciones girando, y de repente, una red de energía brillante que conectaba ciertos puntos en un mapa terrenal. Uno de esos puntos era Hope, su propio pueblo. Otro, Buenos Aires, donde estaba su tía. Y otros más, dispersos por el mundo.

La visión se distorsionó. La mujer estaba ahora en un jardín exuberante, rodeada de jacarandás en flor. Se acercó a una niña pequeña, que también tenía sus ojos verdes. Esa niña, Emily se dio cuenta con un sobresalto, ¡era la propia Nora Queen, pero de niña! La mujer del medallón le entregaba a la pequeña Nora una pequeña flor de jacarandá violeta.

El conocimiento es un tesoro, pequeña Nora —dijo la mujer con los ojos de Emily, su voz resonando en la mente de la niña secuestrada—. Pero también una carga. El Ojo lo ve todo. El Gen nos conecta. No confíes en los que prometen poder.

La escena cambió abruptamente. La misma mujer, años después, estaba en una biblioteca secreta, discutiendo acaloradamente con un hombre de semblante severo.

¡Es una locura, Harry! ¡El Ojo no debe ser usado para la guerra! ¡Los Douglas hemos sido guardianes, no conquistadores! —gritó la mujer. —El mundo ha cambiado, Eleanor —respondió el hombre, su voz grave—. Los Queen han encontrado la forma de amplificar el poder. Si no lo hacemos nosotros, ellos lo harán.

La visión se fragmentó, mostrándole flashes: experimentos fallidos, cuerpos retorciéndose, el olor a azufre y a carne quemada. Y luego, el rostro de su padre, más joven, en la misma biblioteca, susurrando a Katashi: "Hijo, no confíes en el Ojo. Es una maldición. Pero no podemos deshacernos de él. Está en nuestra sangre, en el 'Gen Douglas'. Debemos protegerlo, y ocultarlo. Huir si es necesario."

La visión se desvaneció con una última punzada en la cabeza. Emily jadeó, su cuerpo temblaba sin control. Su "don" no era solo ver el pasado; era conectarse con la memoria genética de su familia, revivir sus experiencias, sus secretos más profundos. Y el secreto era el "Gen Douglas", una habilidad, o una maldición, relacionada con un "Ojo" y una red de conocimiento que los Douglas debían proteger. Los Queen, por otro lado, querían amplificarlo, usarlo para "la guerra", para el poder.

Las palabras de Nora Queen volvieron a invadir la sala, su voz ahora llena de un fervor casi fanático.

Los Douglas han sido guardianes por generaciones, ¡guardianes de un conocimiento que se negaron a compartir! ¡Se negaron a usarlo para moldear el mundo! Mi abuela, Eleanor Douglas, era la portadora más pura. Intentó ocultar la verdad, nos llamó a la moderación. ¡Pero el poder está destinado a ser usado! Mi padre, Harry Queen, lo entendió. Él buscó el camino, a pesar de la oposición de su propia madre, Lourdes, y de Eleanor. Y ahora, yo, Nora Queen, finalmente lo he logrado. Hemos encontrado la llave. Y esa llave… eres tú, Emily Douglas.

Un escalofrío heló la sangre de Emily. ¡Lourdes era la madre de Harry Queen! Y la abuela de Nora Queen, ¡Eleanor Douglas! Su propia tatarabuela. Eran familia. Una familia dividida por el uso de este "gen" y este "conocimiento". Los Douglas, protectores, y los Queen, ambiciosos. El juego no era nuevo; era una guerra ancestral que se había librado en las sombras por generaciones.

Mateo, el hombre de la máscara, sacó algo más de la caja de madera: un collar de plata con un ojo grabado en el centro, idéntico al que había visto en la visión de Eleanor Douglas. La luz ámbar se intensificó, latiendo.

—La luna está en su punto más alto —continuó la voz de Nora, ahora con un tono de éxtasis—. El poder de la sangre Douglas, la luna de Hope, y el ritual de los Jacarandá… todo se alinea. Mateo, el tiempo es ahora. Prepara a la portadora más reciente.

Emily vio a Mateo acercarse a la niña de la chaqueta de piel, la que había intentado advertirle. Su rostro estaba marcado por una aceptación silenciosa del terror. Mateo le colocó el collar de plata alrededor del cuello. En cuanto el metal tocó su piel, la niña lanzó un grito agudo, un grito que no era de dolor físico, sino de una agonía mental. Su cuerpo se arqueó, sus ojos se abrieron desmesuradamente, y una luz ámbar, idéntica a la de la caja, emanó de su pecho, danzando a su alrededor.



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En el texto hay: juegos prohibidos, pantano, misterios y secretos

Editado: 08.07.2025

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