El aire en la guarida secreta bajo San Telmo era una mezcla de expectación y tensión palpable. La noche había caído sobre Buenos Aires, envolviendo la ciudad en un manto de luces titilantes y el eco distante del tango. Pero para Emily y los Guardianes, la oscuridad exterior era un reflejo de la batalla que se avecinaba. El Medallón del Ojo sobre el pecho de Emily vibraba con una nueva intensidad, guiándola hacia el corazón de la ciudad, donde las pistas de Eleanor Douglas y el temido Cristal de la Resonancia la esperaban.
Isabella, la líder del círculo de Buenos Aires, desplegó un mapa detallado de los túneles subterráneos, sus dedos elegantes trazando las líneas laberínticas. Martín, el Guardián del bar, se inclinó, su expresión grave. Lucas, aunque aún en proceso de recuperación, estaba de pie junto a Emily, sus ojos llenos de una mezcla de aprensión y lealtad. Sarah, su tía, se mantenía cerca, su rostro una máscara de preocupación, pero su mirada firme.
—Los túneles bajo el Obelisco son antiguos, una red que se extiende por debajo de gran parte del centro de la ciudad —explicó Isabella—. Pocos los conocen, y aún menos se atreven a explorarlos. Es un laberinto de piedra y oscuridad. Pero también un lugar donde la energía etérica de la ciudad converge, un punto de poder para los Queen.
—Nora Queen también buscará el Cristal allí —dijo Emily, la voz tensa—. Lo siento en la red. Una presencia oscura, moviéndose rápidamente.
Martín asintió. —Es una carrera. Los Queen saben que el Cristal es vital para la anulación total del Consumidor, o para sus propios fines de amplificación si no te tienen a ti.
—Necesitamos un equipo pequeño y rápido —declaró Isabella—. Emily, Lucas, Martín… irán ustedes tres. La sensibilidad de Lucas será invaluable para detectar las presencias de los Queen y las trampas etéricas. Emily, tu conexión con el Ojo y los diarios de Eleanor son la clave. Martín, tú conoces los accesos y los peligros de estos túneles.
Sarah miró a Emily, suplicante. —Déjame ir contigo, Emily. No puedo quedarme aquí sin hacer nada.
—Tía, tu fuerza es necesaria aquí, con los demás Guardianes —dijo Emily, tocando la mano de Sarah—. Necesitamos que cubras nuestras espaldas, que estés lista si las cosas se ponen feas. Este lugar es nuestro refugio.
Sarah asintió a regañadientes, entendiendo la lógica de la decisión. Su papel era crucial en la retaguardia, manteniendo la red de Guardianes alerta y lista para actuar.
Armados con linternas de mano, agua y los diarios de Eleanor Douglas, el pequeño equipo se puso en marcha. Salieron del bar El Túnel bajo el amparo de la noche, mezclándose con la escasa multitud de San Telmo. La entrada a los túneles estaba oculta en un callejón oscuro, detrás de un viejo contenedor de basura, una rejilla oxidada que conducía a las profundidades.
Martín fue el primero en bajar, abriendo el paso. Emily y Lucas lo siguieron, el aire volviéndose instantáneamente más frío y húmedo, con un olor a tierra mojada y a historia. El Medallón del Ojo de Emily comenzó a brillar suavemente, iluminando los primeros pasos de la escalera de piedra.
El descenso fue largo, escaleras caracol que parecían no tener fin, muros de piedra que goteaban. Finalmente, llegaron a una red de pasadizos subterráneos. Eran túneles anchos, con techos abovedados y arcos de ladrillo, vestigios de una Buenos Aires más antigua. El eco de sus pasos resonaba en la oscuridad, amplificando el silencio.
—Estos túneles se usaron para drenaje y transporte en el siglo XIX —explicó Martín en voz baja—. Pero hay secciones que son mucho más antiguas, casi precolombinas. Los Douglas siempre supieron cómo usar estos nodos de energía.
El Medallón del Ojo de Emily brilló con más intensidad, y la niña sintió la presencia de la Red Etérica, como un pulso invisible que corría por las paredes de piedra. Lucas, a su lado, cerró los ojos, concentrándose.
—Siento… siento una distorsión en la energía —murmuró Lucas, señalando un túnel lateral—. Hacia allí. No es natural. Es… la energía de los Queen.
Martín asintió.
—Sabía que estarían aquí. Probablemente ya están buscando.
Avanzaron con extrema cautela. El "Ojo" de Emily les mostraba trampas etéricas invisibles, puntos donde la energía estaba manipulada para detectar intrusos o incluso para dañar. Eran como minas invisibles. Emily usaba su gen para deshabilitarlas, enviando una pulsación sutil a través del Medallón, disipando la energía corrupta. Lucas la guiaba con su sensibilidad, detectando las trampas antes de que Emily pudiera "verlas" con el Ojo.
El silencio de los túneles fue roto por el sonido de pasos apresurados y voces ahogadas. Venían del frente. Los Queen.
Emily se detuvo, el Medallón parpadeando. —Están cerca. Vienen por este túnel.
Martín los empujó detrás de una pila de escombros de ladrillo. Justo a tiempo. Varios encapuchados, los mismos que Emily había visto en Hope, pasaron corriendo por el túnel, sus linternas barriendo la oscuridad. No los vieron.
—Parecen buscar algo con desesperación —susurró Lucas.
—El Cristal —dijo Emily, confirmando sus temores—. Necesitamos encontrarlo antes que ellos.
Continuaron su camino, ahora con mayor urgencia. El Medallón del Ojo de Emily los guiaba a través de un laberinto de pasadizos, algunos derrumbados, otros apenas transitables. Los acertijos de Eleanor en los diarios comenzaron a cobrar sentido. Mencionaban puntos de "convergencia estelar", "puertas del eco" y "el corazón de la resonancia".
Llegaron a una cámara circular, donde varios túneles confluían. En el centro, había una antigua columna de piedra, cubierta de grabados indescifrables. El Medallón del Ojo vibró furiosamente. Emily colocó su mano en la columna. La piedra se calentó bajo su tacto.
Una nueva visión, más vívida que las anteriores, se apoderó de Emily. Se encontró de nuevo en el pasado, en la misma cámara, con Eleanor Douglas. Eleanor, más joven y vestida con ropas de época, estaba realizando un ritual con el Medallón del Ojo, cantando en una lengua antigua que Emily sentía en lo más profundo de su ser. De la columna, una luz azul brillante emanaba, una luz pura y potente. Era el Cristal de la Resonancia, incrustado en la columna.
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Editado: 08.07.2025