La campana de la salida había sonado, toda la clase se dispuso a salir, Kenzie y Carolina empezaron a meter sus cosas despacio y esperarme, al ver que no me movía se detuvieron.
—Anne, la campana sonó. —dijo Caro.
Las miré.
—Adelántense, lo que pasa es que antes pasaré a la biblioteca. Las llamo luego. —les sonreí para parecer calma.
Ellas asintieron y salieron.
Qué suerte tienen ellas de tener a su amor verdadero. Hasta hace unos meses creí que lo tenía. Respiré profundo y empecé a meter mis libros y lápices con lentitud.
En el momento en que me puse de pié y me dirigía a la puerta, me detuve en seco al ver a Thomas arrecostado en el marco de ésta. Volví a respirar profundo y me dispuse a caminar. Mi plan era pasar por su lado y salir de la preparatoria lo más rápido posible. Pero él obstruyó mi paso poniéndose en medio de mi camino.
Me miró, como examinándome.
—Qué pasa, pequeña Anne? —cuestionó con voz fingida. —¿Problemas en el paraíso?.
Se que se refería a Apolo pero no le iba a dar el gusto de burlarse de mí.
Puse mi mejor sonrisa.
—¿Qué? —bufé restándole importancia—Si Apolo y yo estamos más que bien. ¡Estamos super bien! ¡genial! ¡increíble!. —sonreí. Aunque creo que exageré mucho.
No pareció muy convencido. Elevó las cejas y se rascó la nuca mirando el piso.
—Ya veo. —me miró, pero sé que se estaba riendo por dentro—Por cierto, lo escuché decir que se iba con los demás, creyó que irías a casa de Carolina. —musitó.
Fruncí el ceño. Bueno, creo que ahora no soy su prioridad. No pude evitar sentir algo en mi pobre corazón. Como una punzada.
—Ya lo sabía. —mentí. No quería quedar como una tonta. —Me lo ha dicho por mensaje.
Asintió pero no me convenció mucho.
—En fín, ¿qué harás ésta noche? —inquirió frotándose las manos como si tuviera una idea.
—Emm... —apreté los labios en una sola línea—Nada, obviamente. Tengo que estudiar, estaré sola toda la noche.
E inmediatamente me quise abofetear por haberle brindado esa valiosa información. Su gesto pasó de emocionado a ¿seductor?.
—¿Toda la noche? —ronroneó.
—Pero Apolo llegará. Lo había olvidado. —volví a mentir. Muchas mentiras en tan poco tiempo. No sé qué me pasa. Thomas saca lo peor de mí.
Sus labios formaron una media sonrisa y mi corazón dio un vuelco. Tengo que alejarme de Thomas. Ahora sé que sí.
—Me tengo que ir. —dije, intentando pasarle a un lado pero él me tomó del brazo.
Su gesto era cálido y mandó una corriente eléctrica por todo mi cuerpo.
—De hecho te quería invitar a Bob's. —comentó, soltandome.
¿Qué? ¿invitarme a mí? ¿a un bar? Já, estará jugando.
—No me conoces lo suficiente como para saber que no voy a ese tipo de sitios, —comencé diciéndole—Es para... Adultos y solo hay alcohol y juegos de cartas y esas cosas sucias. —susurré a lo bajo como si alguien más nos estuviera escuchando.
—Vamos, pequeña Anne, relájate, muestrale a Apolo que no eres esa chica aburrida. ¡Diviértete, emborrachate! —exclamó.
Abrí mi boca totalmente asombrada pero luego la volví a cerrar, no tenía ni idea qué decir ante su proposición. Pero aun así la idea era tentadora ¿Apolo creía que era aburrida? Já todavía no conocen a la verdadera Anne. Pero Thomas no quería salir conmigo solo para demostrar eso.
Achiqué los ojos en su dirección.
—Esto no es por Apolo, ¿cierto? —cuestioné.
—La verdad no. Es por mí. Quiero ver de lo que eres capaz. Porque yo sí te quiero conocer muy a fondo. —respondió guiñándome un ojo y haciendo un hincapié a la última palabra. Sentí mis mejillas arder.
Deprabado.
—De todas formas no iré. —le dije.
Negó.
—Respuesta incorrecta. Pasaré por ti a las siete.
Me dio una última mirada divertida y se fue, dejándome con la palabra en la boca.
No, por supuesto que no iba a ir.
Apreté las manos y salí del salón.
***
Las luces de un auto aparcándose frente a casa me advirtieron que había llegado. La verdad no iba a ir pero pues lo pensé mejor y, como no tenía nada qué hacer, decidí darme un descanso y salir a divertirme por hoy. Solo po hoy porque después de ésto no volveré a ver a Thomas. Me traerá problemas.
Ah, y ¿Apolo? Ni un mensaje, ni una llamada.
Abrí la puerta al momento en que observé por la ventana a Thomas acercándose a ella. Su mirada me recorrió descaradamente desde los pies a la cabeza.
Me había decidido por un vestido —primera vez que me pongo uno ya que siempre usaba pantalón. Y flojos—Era algo corto y, para mi mala suerte, pegado al cuerpo. Me había puesto una chaqueta encima, algo de maquillaje —torpemente—Y el cabello suelto, como siempre.
—Lindas piernas. —dijo, observándolas.
Sentí, por segunda vez en lo que va del día, mis mejillas arder.
—¿Gracias? —sonó más bien como una pregunta.
Se rió.
Caminamos hacia su auto, me sorprendió que tuviera uno tan lujoso. Él llevaba vaqueros color gris y una camiseta que se adhería muy bien a su cuerpo. Me abrió la puerta del co-piloto.
—Señorita... —sonrió con una chispa de diversión mientras sostenía la puerta.