No podía creer lo que Carolina había dicho. La miré inmediatamente interrogante ¿ella como sabía? Su mirada no quitaba la vista de ese chico, tenía los labios apretados y algo me decía que no le caía bien.
—¿Cómo lo sabes? —cuestioné.
Me miró.
—Kayler me enseñó a identificarlos —respondió orgullosa.
—Y lo hizo muy bien —comentó el chico. Las dos giramos hacia él. Su voz transmitía demasiada calma. Seguro de sí mismo, pero con aires de grandeza.
¿Un vampiro?
Definitivamente éste mundo está lleno de sorpresas.
—Anoche se enteraron de que alguien había entrado al territorio de los Brown —comenzó diciendo Carolina—. Alguien que no era humano. Pensaron que era otro hombre lobo pero pues no lo encontraron. Jamás pensé que fuera un vampiro. Y menos que viniera aquí.
Alcé las cejas por lo bien informada que estaba Carolina de todo ésto. Yo solo sabía que los Hombres Lobo existían y ya. Y en eso me doy cuenta de la confianza que Kayler le tiene. Admito que sentí un poquitín de celos porque Apolo nunca fue, ni será así conmigo.
—Digamos que vine aquí en busca de otras cosas —le respondió mirándome. Algo me dice que esas cosas soy yo.
Espero estar equivocada.
Le di una mirada rápida a Carolina, a ella tampoco le pasó por alto eso así que achicó los ojos en su dirección.
—Mi nombre es Clark —dijo al notar que ninguna de las dos decía nada—. Y espero verlas mas seguido, ahora, si me disculpan, tengo que encontrar a un buen amigo mío. —nos pasó a la par, sonriendo psicópatamente.
Me volteé hacia Carolina de forma interrogante.
—¿Qué está pasando? —cuestioné, aunque creo que fue más para mí misma.
Se quedó pensativa.
—¿Quién será ese buen amigo suyo? —inquirió, mirando por donde se había ido Clark.
Negué con la cabeza dándole a entender que no sabía nada. Sacudió la cabeza como alejando pensamientos que no tuvieran sentido.
—En fín, Kayler se encargará de él. Nosotras, a lo que íbamos —empezó a caminar hacia el campo de fútbol.
La seguí.
Los pasillos estaban algo desiertos, algunos deberían de estar en la cafetería, otros en el patio trasero y, quizá, algunos mirando entrenar a los chicos.
Doblamos en una esquina y los nervios se apoderaron de mi cuerpo. Ahí debe de estar Apolo. Y Thomas. Hasta ahora me doy cuenta. Agh.
Me puse a la par de Carolina.
Llegamos al campo de fútbol.
Allí estaban ellos, dándose pases con el balón, algunos tendidos en el piso descansando. Y las chicas sentadas en las gradas susurrándose cosas para después ponerse a reír.
Toda la atención de los chicos fue para nosotros. Odio ser el centro de atención. Caminé con cuidado, procurando no tropezarme y hacer el ridículo.
Kayler al ver a su novia se acercó a ella y la besó. Apolo estaba con él, solo se limitó a verme. Thomas estaba sentado, sosteniéndose sobre sus codos. Mirándome.
Nuestros ojos se encontraron, había en él algo diferente, quizá aún sigue enojado por lo de ayer.
Aparté la cara.
—¿Anne? —me llamó Carolina.
Me acerqué a ellos.
—Vamos a ir a la casa de Anne —le dijo—. Tenemos mucha tarea qué hacer.
Kayler achicó los ojos no muy convencido. Supongo que él ya conoce a su novia. Carolina luce tranquila.
—Sí, emm... La maestra de matemáticas nos dejó un montón de cosas qué hacer —mentí.
Kayler tenía una mirada de diversión, obviamente no se lo tragaba.
—Claro, yo les creo —murmuró—. Solo una cosa: Apolo estará en su casa toda la tarde —susurró para no ser escuchado.
Carolina y yo nos miramos, para después ponernos a reír.
Obvio no se lo tragó.
—¿Qué va a pasar con Clark? —le preguntó Carolina.
—Nosotros nos encargaremos, así que tenemos que estar juntos. Lo que sea que quiera su principal objetivo es separarnos —explicó.
—Hola, chicos. —habló una voz femenina detrás de nosotras.
No conocía la voz.
Nos giramos a ella.
Kara.
Llevaba una falda rosa demasiado corta y un top. Oh, Dios, enseñaba todo. Su cabello rubio estaba recogido en una cola alta y la cara, obviamente, llena de maquillaje.
—Estamos en busca de nuevas animadoras. Estuve pensado, ya que la antigua jefa murió pues alguien tiene que ocupar ese lugar —sonrió—. Sus amigas no son lo suficientemente inteligentes para ese liderazgo y, pues, ahora soy yo —su voz era tan molesta. Y solo miraba a Carolina, a mí solo me daba miradas de desprecio.
—¿Se supone que te debemos de aplaudir? —se burló Carolina. Escuché una risita de Kayler tras de nosotras.
Soy consciente de que todos los chicos están escuchando ésta conversación.
Kara dejó de sonreír y miró a Carolina con algo de odio, pero lo ocultó e hizo que su sonrisa falsa volviera.
—Lo que quiero decir es que nos hacen falta dos animadoras —explicó—. Y ya que eres rubia, no estas tan mal y tienes de novio al chico más respetado y popular del colegio —miró a Kayler con deseo. Abrí los ojos del asombro. Noté que Carolina se cruzó de brazos—te quería proponer que tú fueras una de ellas. Claro, mi mano derecha porque ¿mencioné que la jefa soy yo? —cuestionó fastidiosa.
Carolina se rió.
—¿Y que hay de Anne? —me señaló.
Abrí la boca para protestar pero de ella no salió nada. Solo me la quedé viendo con algo de advertencia para después poner mi vista en la molesta de Kara, quién me miraba de piez a cabeza con asco.
Ahora me siento incómoda aquí.
—Tu amiga entenderá que solo tenemos un cupo —le respondió.
—Dijiste que habían dos cupos disponibles —le recordó.
Y era cierto.
Kara pareció haber recordado que era cierto, así que lo único que hizo fue carraspear e idear otra mentira.
—Cierto. Lo que pasa es que recordé que ya tenía a alguien —sonrió— Pero entones qué dices, ¿aceptas?.