Escapándome del lobo

20

Bebí una segunda tasa de café para entrar en calor, estaba en el cuarto de Carolina, con una pijama y una manta. Tenía mucho frío, aún sentía mis manos congeladas. Por un momento pensé que, quizás, no iba a salir con vida, que el aire se me iba a acabar y que sería el final. Pero luego llegó Thomas y me salvó.


 

一No lo sé, amiga, las cosas no pintan bien... Lo de Apolo y tú... No me lo creo. Presiento que hay algo más. 一musitó, haciendo una moña en su cabello, dejando un mechón de cabello como flequillo. 一Y sabes que cuando presiento algo, termina siendo verdad.


 

Respiré profundo rendida, ya estaba mucho mejor. Y no había visto a Thomas desde entonces.


 

一En realidad ya no sé qué creer.


 

Dejó caer los hombros rendida.


 

一Pero tu mamá puede darte alguna explicación, ¿no? 一cuestionó一. Es la madre. Tiene que saber.


 

Me encogí de hombros, mamá siempre había sido muy reservada respecto a sus cosas, a veces hablaba de su pasado. Papá también prefería no hacerlo, ¿él sabrá algo? Digo, si fuera su hija de verdad no me hubiera tratado tan mal todos éstos años. Como si no lo fuera. Como si le estorbara.


 

Me puse en pié.


 

一Tienes razón, tenemos que averiguar todo. 一cogí el abrigo que me prestó ella y me lo puse. Carolina me imitó con una sonrisa medio forzada en su cara. También temía que lo que fuéramos a averiguar no sea bueno.


 

一Vamos.


 

Bajamos las escaleras hasta llegar a la sala, busqué con la mirada a Thomas pero ya no estaba, supongo que se fue. Salimos al patio y me sorprendió no ver a casi nadie en el lago. Habían puesto más carteles de precaución. La tienda en donde escogían los patines no estaba.


 

Me pareció raro.


 

一Al parecer ya no seguiran patinando 一murmuró ella siguiendo mi mirada y abriendo la puerta del coche en el proceso.


 

Alcé las cejas.


 

一Y todo por mi culpa. 一abrí la puerta del co-piloto y me monté. Carolina cerró su puerta y arrancó.


 

一Por favor, Anne, eso no es cierto. El hielo estaba delgado y ya. No es tu culpa.


 

Avanzó despacio por el camino para después acelerar. No me había fijado que Carolina ya no usaba el auto de su mamá sino que ahora usaba otro... Creo que es el de Kayler.


 

一¿Kayler te regaló éste auto? 一cuestioné algo sorprendida.


 

Bufó.


 

一Si fuera por él sí pero yo no lo acepté.


 

La miré incrédula.


 

一¿Porqué?


 

一Pues porque no, prefiero tener mis cosas con mi propio esfuerzo. Él tiene más coches, o eso fue lo que me dijo. Y no sé de dónde saca dinero para tener todo eso.


 

En realidad no me sorprendió lo que me dijo, desde antes de Carolina viniera ya sabíamos que Kayler y su grupito caminaban en cosas raras, tenían carros caros, hacían fiestas y ellos ponían todo. Solo el papá de Kayler trabajaba y era imposible que les diera el dinero para todo eso. Menos mal si el papá fuera un empresario pero ninguno sabe de qué trabaja.


 

一Te entiendo.


 

El resto del camino la pasamos en silencio, hasta que llegamos a mi casa. Las luces estaban encendidas y el auto chocado estaba en el garage que se encontraba abierto. Y en ese momento olvidé que había sacado la bici y que la había dejado en casa de Carolina.


 

一No puede ser. Olvidé mo bici en tu casa. 一la miré.


 

一Después la traes, Anne, no es para tanto.


 

Asentí mientras bajamos. Nos dirigimos a la puerta, la abrí y pasamos. Había silencio en la casa.


 

一¿Papá? ¿mamá?


 

Nada.


 

一Tal vez salieron.


 

一Es muy probable.


 

Me senté de golpe en el sofá, rendida.


 

一Justo cuando íbamos a tener respuestas 一me quejé.


 

Carolina se sentó a la par mía.


 

一Te comprendo.


 

Suspiramos las dos al unísono, provocando que soltaramos una risita de nuestra parte.


 

一Vas a ver que vamos a llegar al fondo de ésto. 一murmuró.


 

一Eso espero.


 

***


 

一Anne, ¿qué haces aquí, no deberías estar en casa descansando? 一la peofesora de español me interceptó haciendo que me detuviera de golpe.


 

一Eh... Es que ya me encuentro bien.


 

Achicó los ojos no muy convencida.


 

一¿Segura? Te ves pálida.


 

Asenti.


 

La esquivé y seguí mi camino a mi salón, los estudiantes estaban en los pasillos platicando animadamente, algunos se me quedaban viendo raros cosa que me hizo sentir incómoda. Al doblar en una esquina choqué contra otra persona, elevé mi vista y me tensé de inmediato. Era Kara con las antiguas secuáces de Paige.


 

一¿No te fijas o qué? 一espetó poniendo su mano en la cintura. Las demás se cruzaron de brazos.


 

一O qué. 一le respondí e intenté pasarla pero ellas me lo impidieron.


 

一Mirenla, parece buena cosa. No es más que una mojigata. Si yo fuera Thomas la hubiera dejado que se ahogara en ese lago. Así le haría un favor al mundo.


 

Había dicho que no me dejaría de nadie, pero sus palabras me dolieron cuando no debería de ser así.


 

一¿Porqué me odias, Kara? Apenas nos conocemos y actuas como si nos conociéramos de más años. 一la encaré.


 

Su cara se desconcertó un poco pero después actuó normal.


 

一Eres una nerd. Nosotras las populares. Es la ley de la vida, rata de biblioteca. 一escupió.


 

Reí a lo bajo y negué con la cabeza. No sé porqué pierdo mi tiempo con ellas.


 




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